Sólo tuvo gol el Madrid
El Villarreal completó un gran partido pero le faltó acierto en el remate. Modric y Cristiano Ronaldo, que lleva diez goles en cinco partidos, decidieron. Cumplió Iker Casillas.
Villarreal, As
El Villarreal fue a la guerra con pistolas de agua. Salvo la elección del armamento, lo hizo todo como indican los manuales. Jugó al fútbol con entusiasmo, rapidez y buen gusto. Si perdió fue porque el Madrid no se equivocó en nada y apostó por la munición tradicional. El partido del equipo de Ancelotti resultó impecable, arriba y abajo, en ataque y en defensa, alegre cuando se pudo y serio durante toda la segunda parte. La racha de cuatro partidos ganados no es casualidad; el campeón de Europa ya se reconoce en el espejo.
Al Villarreal sólo cabe acompañarle en el sentimiento. Sería terrible que el resultado le planteara dudas existenciales, que desmoralizara a los niños de la comarca. Con este estilo, el equipo de Marcelino ganará muchos partidos y muchos adeptos. Nada falló, a excepción de la pólvora. Cualquier otro rival se hubiera dejado puntos, años de vida … cualquier otro.
La primera mitad lo concentró todo: los goles y las explicaciones. Al descanso, el marcador (0-2) señalaba una diferencia que no existía. Al menos, sobre el campo. Algo más arriba, a la altura de las cabezas, sí había distinciones. El gol, al fin y al cabo, se relaciona con la visión espacial. Los siete metros de una portería de fútbol (7,32) son una medida extraordinariamente flexible. Hay quienes sienten que es una puerta estrecha y quienes la perciben como una apertura gigante y sugerente. Modric, por ejemplo, también Cristiano.
El gol del croata, desde fuera del área, fue la demostración de su anchura de miras. El problema, para el Villarreal, es que Asenjo también sintió su portería inmensa, y ni siquiera se movió. El gol de Cristiano fue diferente, la culminación de un contragolpe que inició James y manufacturó Benzema. No hay mejor equipo al galope.
Era un riesgo asumido por Marcelino. El ritmo velocísimo que planteó el Villarreal desde el primer minuto incomodó al Madrid casi en la misma medida que le ofreció una escapatoria clara. Es cierto que los locales pisaron más veces el área contraria. Sin embargo, siempre se perdieron en el penúltimo toque, hecho que conviene atribuir a los centrales madridistas, acertadísimos.
El consuelo del Villarreal debe ser el fútbol y el futuro del joven Luciano Vietto, un delantero espléndido, con seguridad una de las revelaciones del campeonato. El Madrid, por su parte, obtiene un certificado de calidad: no sólo hay goles, también hay juego, esqueleto, plan y, además, entrenador.
Villarreal, As
El Villarreal fue a la guerra con pistolas de agua. Salvo la elección del armamento, lo hizo todo como indican los manuales. Jugó al fútbol con entusiasmo, rapidez y buen gusto. Si perdió fue porque el Madrid no se equivocó en nada y apostó por la munición tradicional. El partido del equipo de Ancelotti resultó impecable, arriba y abajo, en ataque y en defensa, alegre cuando se pudo y serio durante toda la segunda parte. La racha de cuatro partidos ganados no es casualidad; el campeón de Europa ya se reconoce en el espejo.
Al Villarreal sólo cabe acompañarle en el sentimiento. Sería terrible que el resultado le planteara dudas existenciales, que desmoralizara a los niños de la comarca. Con este estilo, el equipo de Marcelino ganará muchos partidos y muchos adeptos. Nada falló, a excepción de la pólvora. Cualquier otro rival se hubiera dejado puntos, años de vida … cualquier otro.
La primera mitad lo concentró todo: los goles y las explicaciones. Al descanso, el marcador (0-2) señalaba una diferencia que no existía. Al menos, sobre el campo. Algo más arriba, a la altura de las cabezas, sí había distinciones. El gol, al fin y al cabo, se relaciona con la visión espacial. Los siete metros de una portería de fútbol (7,32) son una medida extraordinariamente flexible. Hay quienes sienten que es una puerta estrecha y quienes la perciben como una apertura gigante y sugerente. Modric, por ejemplo, también Cristiano.
El gol del croata, desde fuera del área, fue la demostración de su anchura de miras. El problema, para el Villarreal, es que Asenjo también sintió su portería inmensa, y ni siquiera se movió. El gol de Cristiano fue diferente, la culminación de un contragolpe que inició James y manufacturó Benzema. No hay mejor equipo al galope.
Era un riesgo asumido por Marcelino. El ritmo velocísimo que planteó el Villarreal desde el primer minuto incomodó al Madrid casi en la misma medida que le ofreció una escapatoria clara. Es cierto que los locales pisaron más veces el área contraria. Sin embargo, siempre se perdieron en el penúltimo toque, hecho que conviene atribuir a los centrales madridistas, acertadísimos.
El consuelo del Villarreal debe ser el fútbol y el futuro del joven Luciano Vietto, un delantero espléndido, con seguridad una de las revelaciones del campeonato. El Madrid, por su parte, obtiene un certificado de calidad: no sólo hay goles, también hay juego, esqueleto, plan y, además, entrenador.