Si le duele la espalda será porque usted quiere

Las molestias son el peaje de la bipedestación. Consulte cinco pautas para paliar el lumbago

María Corisco, El País
Suena el despertador, reunión importante en la oficina, se despereza entre las sábanas, a un lado, a otro y… ¿arriba? Oh, desastre, no puede ponerse en pie: el lumbago ataca de nuevo. “Cariño, ¿me traes el café a la cama?”. A ver quién se lo cuenta al jefe…


El dolor de espalda no se trata tanto de una maldición como del peaje que hemos de pagar por habernos puesto en pie: si hubiéramos seguido caminando ‘a cuatro patas’ no nos dolería. El paso a la bipedestación, ese salto evolutivo que tantas ventajas nos proporcionó como especie, también propició que fuéramos cargando sobre nuestra región lumbar todo el peso de cervicales, cráneo, tórax y brazos. Y ahí estamos, con la espalda hecha unos zorros.

Pero no culpemos solo a la evolución: aunque la postura erecta nos otorgue esa predisposición, cada uno de nosotros somos responsables del ‘mantenimiento’ de la columna y de los músculos que la sustentan. Se estima que entre el 80 y el 90 % de las personas tendrá dolor de espalda en algún momento de su vida. Pues bien, la inmensa mayoría de ellas tienen un tipo de dolor banal, ocasionado por falta de ejercicio, posturas incorrectas, poca formación muscular, envejecimiento…

El ejercicio físico –o, más bien, su ausencia–, suele estar detrás de los problemas de lumbago. “SI nos duele la espalda es porque no se nos ha aplicado el tratamiento adecuado. Pero si el dolor va y viene, es porque somos vagos y no hacemos la actividad física necesaria, que realizada de manera regular disminuye el riesgo de padecer lumbalgia”, asegura el doctor Francisco Kovacs, director de la Red Española de Investigadores en Dolencia de la Espalda, cuya máxima favorita es “no hay excusas para vagos”.

Desde su experiencia, el doctor Kovacs señala también que “conviene conocer las normas de higiene postural, pero eso no debe cuestionar el hecho de que lo realmente importante, en todos los casos, es mantenerse físicamente activo y hacer el ejercicio necesario para tener una musculatura tan potente, resistente, coordinada y entrenada como sea posible”.
Con estas conductas, su molestia no desaparecerá. Le contamos cómo evitarlas:

Reposando. Salvo en momentos de dolor agudo, el reposo –más aún si es en la cama– ha quedado desterrado, porque prolonga innecesariamente la duración del dolor y facilita que repita más adelante.

Dando la espalda al deporte. Hay que procurar mantener el mayor grado de actividad que el dolor permita, porque el movimiento mejora el riego a la musculatura y tejidos de la columna, lo que acorta el tiempo de recuperación.

Dejando la bicicleta en casa. Un error habitual es pensar que el dolor de espalda se va al caminar, y no es así. Para fortalecer la musculatura de la columna es mucho mejor la bicicleta estática y la natación.

Tomando relajantes musculares. Según las pruebas de que se dispone, son más eficaces los antiinflamatorios y los analgésicos.

Durmiendo en un colchón muy duro… o muy blando. Contrariamente a la creencia popular, no es cierto que se aconseje un colchón muy duro para el dolor de espalda. Uno de firmeza media mejora la intensidad del dolor y el grado de incapacidad física. Debe ser también firme y recto, pero suficientemente mullido como para adaptarse a las curvas de la columna. Está contraindicado un colchón demasiado blando, pues en él la columna flota sin sujeción.

La higiene postural y la ergonomía enseñan a hacer todo tipo de actividades del modo más seguro y liviano para la espalda. En la web de la espalda se explican normas aplicables al trabajo, las actividades domésticas y los distintos tipos de deportes.

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