Orgía galáctica del Madrid

Hat-trick de Cristiano y dobletes de Bale y Chicharito, que anotó sus dos goles, los primeros de blanco, en catorce minutos. James también logró un tanto de museo.


Madrid, As
Hay un tipo de crimen absolutamente inducido por los acontecimientos. El destino lo hace todo menos apretar el gatillo: carga el arma, pone la niebla y enajena la mente. Le ocurrió al Depor antes de dispararse al pie. Hasta el tercer gol del Madrid (40’), el equipo de Víctor Fernández no tenía nada que reprocharse. Los dos primeros tantos habían sido indefendibles, esa clase de goles que los entrenadores rivales son capaces de perdonar: “Si lo hacemos todo bien y marcan, les aplaudimos”.


Nadie aplaudió el gol de Cristiano, pero la estupefacción equivale a una sentida ovación. En alguna oportunidad lo hemos comentado: se puede debatir si Cristiano es el número uno, pero nadie discutir que se trata del mejor cabeceador del mundo, del delantero centro más versátil y productivo, el alto directivo más ambicioso de Occidente. El gol con el que abrió el marcador fue un croquis del cabezazo perfecto. Saltó desde el punto de penalti, atacó el balón con potencia y lo colocó con destreza. Los abdominales también valen para eso (hablamos de oídas).

Tampoco hubo aplausos para el gol de James, sólo bocas abiertas. Los zurdos son gente extraña. El zurdo torpe es el más torpe de los humanos, pero el zurdo hábil es una especie superior de homo sapiens. James tiene una pierna izquierda con la que podría pintar Las Meninas. Sólo hay un inconveniente: si le pedimos que produzca las obras de arte en serie rozaremos los malos tratos.

Insisto en que el Deportivo se vio 0-2 sin cometer apenas errores. Los concentró todos poco después, en un error defensivo que involucró a los centrales y al portero, que midieron mal o no midieron en absoluto. Cristiano resolvió el embrollo, marcó el tercero y el árbitro, piadoso, perdonó la roja a Lux por derribar a Benzema.

La segunda parte fue otra historia. El orgullo del Depor le sirvió para marcar de inicio, con un penalti transformado por Medunjanin, otro zurdo complejo. Resultó un espejismo. La ilusión ya no tenía el apoyo de las fuerzas. Se puede igualar al Madrid en fútbol, pero en fortaleza resulta casi imposible. En condiciones normales, los de blanco juegan las segundas partes cuesta abajo.

Cuando el campo se convirtió en hipódromo, Bale hizo el cuarto y el quinto, con desmarques a la espalda de los centrales. El sexto lo marcó Cristiano tras un robo de James a Diakité. En mitad del aguacero, Toché redujo distancias (es un decir): 2-6.

Los dos siguientes goles del Madrid fueron obra de Chicharito, que se incorporó a 14 minutos del final. No hay duda, el chico tiene ángel, ese encanto de colegial aplicado que tanto gusta el madridismo y que en tiempos personificó Butragueño. También tiene gol, por supuesto. El séptimo de la cuenta general llegó tras un fantástico voleón de Guisantito con la zurda, la que hasta ahora teníamos por su pierna mala. El octavo fue un chut con la diestra que se desvió mortalmente en un defensa. Así cayeron los ocho, uno tras otro. Y así fue como borramos las frases en las que animábamos al Depor a pesar de la derrota, una palabra tras otra. El Madrid ha vuelto y el Depor lo hará otro día.

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