Mundial de Baloncesto: Serbia trituró a Brasil y está en semifinales
El base anotó 23 puntos y mandó siempre en el partido. Decepcionante actuación de Brasil. Será la 12ª semifinal de Serbia en los últimos 14 Mundiales. Ganó 84-56.
Barcelona, As
Un consejo: si Djordjevic te adula, lo más sensato es ponerse a resguardo, porque te la va a meter de tres. “La mejor Brasil de siempre”, decía el seleccionador serbio en la previa al tiempo que afilaba su colmillo retorcido para hincárselo en la yugular. Ha transmitido a este equipo su genio y su carácter, y ese juego ofensivo y de pase que le dio gloria en la pista y que esta vez encarnó Teodosic (23 puntos en 29 minutos y 4 asistencias). El talento no se había ido del todo, ni el físico ni la altura; pero la comunión, la conciencia de grupo, sí. En el Palacio, la vimos de vuelta. Sólo había que echar un ojeada al banquillo y ver cómo cada mate, cada triple era festejado por los siete jugadores del banquillo. Una y otra vez.
Vimos a la Serbia/Yugoslavia de siempre, esa que no hubiéramos querido que se fuera. Un bloque que rompe por clase, ahora con circulación de balón, luego en el uno contra uno, y si es posible combinando todas las armas a la vez. Un espectáculo. La exhibición ante Grecia fue sólo un aviso de que el mejor partido estaba por llegar. De nuevo se planta en la semifinal de un Mundial, su sitio natural y del que sólo se ha caído en dos ocasiones en las últimas 14 ediciones (1994 y 2006).
Mientras que en Brasil, desde el inicio, sólo anotaban Marquinhos Vieira y Varejao; en Serbia, seis jugadores sumaban puntos en un santiamén. Teodosic, fino en el tiro, mandaba. Funcionó sacarle junto a otro base, Markovic. Se jugaba a lo que decía Serbia, con Brasil acogotada en el ataque estático. Sólo la aparición del gigante Nené cambió la inercia: 29-32. La réplica fue instantánea, con dos pívots que encajan muy bien: Bjelica y Krstic. Ambos supieron jugar con los espacios frente a las torres menos móviles de Brasil.
Una falta a Raduljica y dos técnicas seguidas a Marquinhos y a Splitter por protestar rompieron definitivamente el duelo: del 43-34 al 50-34. Eran sólo las primeras gotas del chaparrón que empaparía a una decepcionante Brasil. Para entonces, Bogdan Bogdanovic (nuevo jugador del Fenerbahçe) ya daba un clínic de fundamentos (47-24 en la segunda parte).
Barcelona, As
Un consejo: si Djordjevic te adula, lo más sensato es ponerse a resguardo, porque te la va a meter de tres. “La mejor Brasil de siempre”, decía el seleccionador serbio en la previa al tiempo que afilaba su colmillo retorcido para hincárselo en la yugular. Ha transmitido a este equipo su genio y su carácter, y ese juego ofensivo y de pase que le dio gloria en la pista y que esta vez encarnó Teodosic (23 puntos en 29 minutos y 4 asistencias). El talento no se había ido del todo, ni el físico ni la altura; pero la comunión, la conciencia de grupo, sí. En el Palacio, la vimos de vuelta. Sólo había que echar un ojeada al banquillo y ver cómo cada mate, cada triple era festejado por los siete jugadores del banquillo. Una y otra vez.
Vimos a la Serbia/Yugoslavia de siempre, esa que no hubiéramos querido que se fuera. Un bloque que rompe por clase, ahora con circulación de balón, luego en el uno contra uno, y si es posible combinando todas las armas a la vez. Un espectáculo. La exhibición ante Grecia fue sólo un aviso de que el mejor partido estaba por llegar. De nuevo se planta en la semifinal de un Mundial, su sitio natural y del que sólo se ha caído en dos ocasiones en las últimas 14 ediciones (1994 y 2006).
Mientras que en Brasil, desde el inicio, sólo anotaban Marquinhos Vieira y Varejao; en Serbia, seis jugadores sumaban puntos en un santiamén. Teodosic, fino en el tiro, mandaba. Funcionó sacarle junto a otro base, Markovic. Se jugaba a lo que decía Serbia, con Brasil acogotada en el ataque estático. Sólo la aparición del gigante Nené cambió la inercia: 29-32. La réplica fue instantánea, con dos pívots que encajan muy bien: Bjelica y Krstic. Ambos supieron jugar con los espacios frente a las torres menos móviles de Brasil.
Una falta a Raduljica y dos técnicas seguidas a Marquinhos y a Splitter por protestar rompieron definitivamente el duelo: del 43-34 al 50-34. Eran sólo las primeras gotas del chaparrón que empaparía a una decepcionante Brasil. Para entonces, Bogdan Bogdanovic (nuevo jugador del Fenerbahçe) ya daba un clínic de fundamentos (47-24 en la segunda parte).