Los esclavos del mar de Uruguay

El pequeño pero activo Sindicato del Mar del país socorre a los marinos africanos y asiáticos que llegan a Montevideo en pesqueros chinos

Magdalena Martínez
Montevideo, El País
Los militantes y dirigentes del Sindicato del Mar de Uruguay (SUNTMA) se han enfrentado este año a una inusual llegada de 47 marineros, la mayoría africanos, abandonados, y a veces esclavizados durante meses en alta mar. El caso más sonado ocurrió el pasado mes de mayo, cuando un grupo de 28 personas apareció en Montevideo, con aparentes señales de deshidratación y tortura. La presunta culpable es una empresa china la cual les garantizaba un trabajo como pescadores en Uruguay y un buen sueldo, sin embargo, estas promesas resultaron ser una mentira. Las víctimas fueron contratados por Zhang Jun Ming, según figura en la denuncia penal.


Los marinos, 24 procedentes de Sierra Leona y cuatro de Ghana, denunciaron siete meses de esclavitud y malos tratos. Además de recibir golpes, afirmaron que los ataban con grilletes en las piernas y su alimento consistía en arroz y agua. Después de que el sindicato uruguayo movilizó a los servicios sociales, varios marinos fueron hospitalizados con cuadros de malaria y tuberculosis. Más tarde presentaron una denuncia penal contra los propietarios del buque y después de negociaciones, la agencia marítima a cargo de la tripulación aceptó pagar el viaje de vuelta en avión de 18 de los marinos y una liquidación de sueldo de 1.500 dólares.

Otros diez africanos prefirieron quedarse. Tal es el caso de Salim, de 28 años, procedente de Ghana. En un inglés confuso explica que fue contratado en Guinea Conakry y trasladado a Montevideo en avión para salir desde allí a pescar en alta mar. Le prometieron un buen sueldo y dinero para su familia pero el pago nunca llegó. Actualmente subsiste con ayuda del Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay, trata de aprender español y está alojado en un hotel de Montevideo.

—¿Por qué preferiste quedarte?, preguntó una empleada del hotel.

—Porque la pobreza en mi país no es como la pobreza en tu país, respondió Salim.

“Aquí hemos ayudado a nigerianos, filipinos, tailandeses, vietnamitas. La mayoría empleados en barcos chinos”, cuenta Marcelo Bitancurt, secretario del SUNTMA. “En el caso de los africanos hicimos una denuncia penal pero el juez archivó la causa por no haber hallado pruebas suficientes de los malos tratos en alta mar”.

El jurista y abogado Julio Vidal Amoedo, con 40 años de experiencia en la aplicación del derecho marítimo, reconoce que los Estados tienen pocos elementos para prevenir este tipo de abusos. La marina mercante está dominada por grandes multinacionales que suelen respetar las leyes y tienen seguros, sin embargo, en la pesca la situación es mucho más precaria. “Uruguay tiene desde 2011 una ley de embargo preventivo de buques que es prácticamente el único recurso para hacer aplicar las leyes y cobrar deudas. Una vez que los barcos están en alta mar impera la ley de la bandera (el país del que procede el barco tiene jurisdicción para todo lo que sucede dentro del barco) que en muchos casos garantiza una total impunidad”, afirma. Según explica el abogado, en el caso de los delitos penales, cualquier país puede aplicar su jurisdicción en puerto, pero el asunto es más complejo cuando se trata de los derechos laborales.

“Esto siempre ha pasado, pero 2014 ha sido especial. En un año cinco buques fueron incendiados por su propia tripulación como protesta en el puerto de Montevideo como protesta. A veces los dejan ahí seis o nueve meses” dice Bitancurt.

Los mares están repletos de tripulaciones con contratos leoninos o condiciones similares a la esclavitud, a veces el naufragio económico de la naviera es tal que los marinos acaban abandonados en tierra y se descubre una parte de esa realidad.

En el puerto de Fray Bentos, sobre el río Uruguay, a unos 300 kilómetros de Montevideo, una naviera cargada de deudas dejó abandonados a tres marineros y dos buques a principios de año. Sergio Barbusano, Jefe de División del Puerto, explicó vía telefónica que los tres hombres eran indonesios y que los barcos tenían bandera surcoreana. Los marinos llegaron en febrero y fueron repatriados hace un mes.

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