"Gracias totales", el mensaje que inmortalizó a Gustavo Cerati
Buenos Aires, Clarín
Nadie, o muy pocos, pensaron que eso que acababa de decir Gustavo Cerati antes de ese final (siempre falso, siempre aparentemente fallido) de De Música Ligera, se imprimiría en el inconsciente colectivo argento desde aquel 20/9/1997 en River, hasta acá y por siempre. El "Gracias....¡Totales!" con el que quiso resumir a las apuradas su reconocimiento a músicos, asistentes, público tenía cierto grado de euforia. Los 60 mil fans se fueron envueltos en el frío de la noche aquella, pensando sin reparos que no habría vuelta de hoja.
No fue un epígrafe melancólico ni mucho menos. Fue la exclamación liberadora de la única persona en ese universo gaseoso y exitoso llamado Soda Stereo que quería soltar amarras y aventurarse en otro plan. El corset de estar en "la banda latina de rock más grande de la historia" era demasiado riguroso para su espíritu inquieto. En la fiesta post-despedida, un par de horas más tarde de aquel grito, la noción se acrecentaba. El rey estaba desnudo de alegría, empezando el primer día del resto de su vida.
La inserción del "Gracias...¡Totales!" en la antología de latiguillos famosos argentinos, casi codeándose con las de Maradona, podría ser (es) una nimiedad absoluta comparándola con su obra, su creatividad, su influencia, su caballerosidad, su profesionalismo. Pero sigue siendo una de las más espontáneas formas de desprenderse ante el pasado glorioso y expresarse ante el futuro incierto, esa hoja en blanco a la que el rock argentino hace rato le brinda la espalda y que el propio Gustavo reivindicaría años más tarde, cantando: "Poder decir adiós es crecer".
Nadie, o muy pocos, pensaron que eso que acababa de decir Gustavo Cerati antes de ese final (siempre falso, siempre aparentemente fallido) de De Música Ligera, se imprimiría en el inconsciente colectivo argento desde aquel 20/9/1997 en River, hasta acá y por siempre. El "Gracias....¡Totales!" con el que quiso resumir a las apuradas su reconocimiento a músicos, asistentes, público tenía cierto grado de euforia. Los 60 mil fans se fueron envueltos en el frío de la noche aquella, pensando sin reparos que no habría vuelta de hoja.
No fue un epígrafe melancólico ni mucho menos. Fue la exclamación liberadora de la única persona en ese universo gaseoso y exitoso llamado Soda Stereo que quería soltar amarras y aventurarse en otro plan. El corset de estar en "la banda latina de rock más grande de la historia" era demasiado riguroso para su espíritu inquieto. En la fiesta post-despedida, un par de horas más tarde de aquel grito, la noción se acrecentaba. El rey estaba desnudo de alegría, empezando el primer día del resto de su vida.
La inserción del "Gracias...¡Totales!" en la antología de latiguillos famosos argentinos, casi codeándose con las de Maradona, podría ser (es) una nimiedad absoluta comparándola con su obra, su creatividad, su influencia, su caballerosidad, su profesionalismo. Pero sigue siendo una de las más espontáneas formas de desprenderse ante el pasado glorioso y expresarse ante el futuro incierto, esa hoja en blanco a la que el rock argentino hace rato le brinda la espalda y que el propio Gustavo reivindicaría años más tarde, cantando: "Poder decir adiós es crecer".