El vestuario da la espalda a Casillas
Ningún compañero reivindicó al capitán tras la pitada del Bernabéu
Diego Torres
Madrid, El País
El Santiago Bernabéu, escenario de algunos de los momentos más especiales de la historia del fútbol, será recordado desde el sábado como el primer estadio donde el héroe máximo fue escarnecido mayoritariamente por la propia hinchada. No se trata de cualquier ídolo sino de Iker Casillas, figura indispensable para comprender el fútbol mundial en la pasada década. Símbolo de la generación más brillante que ha presentado la selección española y capitán del equipo que levantó una Copa del Mundo y dos Eurocopas. Una figura en toda regla, también en su club, con el que conquistó tres Champions, la última en mayo.
La reputación no le sirvió de nada en el último derbi. Tras el primer gol del Atlético, en el minuto diez, la hinchada comenzó a pitar al portero. La silbatina atronó cada vez que tocó el balón. Durante una hora larga de tormento. Al acabar el partido ningún compañero le defendió públicamente. Salió él a declararse culpable cuando no lo era. Salió el entrenador, Carlo Ancelotti con una disculpa: “En los goles a balón parado por el primer palo el último responsable es el portero”.Y, finalmente, salió Pepe para despachar el tema con gesto temeroso: “El público siempre tiene razón”.
Si la respuesta de un vestuario al maltrato del líder sirve para medir el grado de unidad, cabe pensar que en la plantilla del Madrid no abunda el compañerismo. Los pitos atronaron para Casillas, Benzema y Bale. Desde el paso de José Mourinho por la caseta, el ambiente en Chamartín se ha vuelto más inflamable. La división continúa.
Casillas afrontó la humillación bajando la cabeza un poco más. Su relación con sus compañeros es igual de frágil que la unidad del grupo que preside. A sus 33 años, ha resuelto quedarse en el club y competir por un puesto con Keylor Navas. Pero después de los incidentes del sábado la portería ha quedado especialmente sumida en la incertidumbre.
Mañana, en el debut del equipo en Champions, contra el Basilea, el entrenador deberá decidir si respalda al capitán o lo cambia por Navas.
Diego Torres
Madrid, El País
El Santiago Bernabéu, escenario de algunos de los momentos más especiales de la historia del fútbol, será recordado desde el sábado como el primer estadio donde el héroe máximo fue escarnecido mayoritariamente por la propia hinchada. No se trata de cualquier ídolo sino de Iker Casillas, figura indispensable para comprender el fútbol mundial en la pasada década. Símbolo de la generación más brillante que ha presentado la selección española y capitán del equipo que levantó una Copa del Mundo y dos Eurocopas. Una figura en toda regla, también en su club, con el que conquistó tres Champions, la última en mayo.
La reputación no le sirvió de nada en el último derbi. Tras el primer gol del Atlético, en el minuto diez, la hinchada comenzó a pitar al portero. La silbatina atronó cada vez que tocó el balón. Durante una hora larga de tormento. Al acabar el partido ningún compañero le defendió públicamente. Salió él a declararse culpable cuando no lo era. Salió el entrenador, Carlo Ancelotti con una disculpa: “En los goles a balón parado por el primer palo el último responsable es el portero”.Y, finalmente, salió Pepe para despachar el tema con gesto temeroso: “El público siempre tiene razón”.
Si la respuesta de un vestuario al maltrato del líder sirve para medir el grado de unidad, cabe pensar que en la plantilla del Madrid no abunda el compañerismo. Los pitos atronaron para Casillas, Benzema y Bale. Desde el paso de José Mourinho por la caseta, el ambiente en Chamartín se ha vuelto más inflamable. La división continúa.
Casillas afrontó la humillación bajando la cabeza un poco más. Su relación con sus compañeros es igual de frágil que la unidad del grupo que preside. A sus 33 años, ha resuelto quedarse en el club y competir por un puesto con Keylor Navas. Pero después de los incidentes del sábado la portería ha quedado especialmente sumida en la incertidumbre.
Mañana, en el debut del equipo en Champions, contra el Basilea, el entrenador deberá decidir si respalda al capitán o lo cambia por Navas.