El 'no' escocés obliga a Cameron a reformular el modelo territorial para garantizar el "equilibrio"
Londres, EP
El rechazo a la independencia de Escocia por un 55,3 por ciento en el referéndum celebrado el jueves ha abierto una nueva era para el modelo territorial británico, ya que el Gobierno quiere garantizar un "acuerdo equilibrado" que asegure que las transferencias "sin precedentes" previstas para Edimburgo son "justas" con las necesidades de los otros territorios que componen Reino Unido, cuya unión quedó refrendada el 18 de septiembre "para una generación".
El otro gran foco de atención de un plebiscito de participación histórica, un 84,6 por ciento, es la del ministro principal y artífice de la convocatoria, Alex Salmond, que ha anunciado su inminente salida pese a que el 44,7 por ciento de apoyo recabado por el 'sí' era impensable hasta hace semanas. "El partido, el Parlamento y el país se beneficiarán de un nuevo liderazgo para esta nueva situación ilusionante", ha asegurado.
Tras haber llevado al Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) de la marginalidad a la primera línea política, Salmond deja como legado una Escocia con un techo de autogobierno con un potencial inédito y el hito de haber forzado a la tradicionalmente centralista maquinaria británica a repensar el modelo territorial.
El primer ministro británico, David Cameron, ha confirmado que, una vez dejado el debate indepedentista "resuelto para una generación... o para toda una vida, como dice Alex Salmond", la prioridad pasa ahora no sólo por materializar el cumplimiento de las promesas que "escépticos" han cuestionado en Escocia, sino por cumplir con las aspiraciones de los otros dos parlamentos existentes en Reino Unido, el de Gales y el de Irlanda del Norte, y con las particularidades de Inglaterra, hogar del 86 por ciento de la población británica.
SOLIDARIDAD INTERTERRITORIAL
"Es la hora de que todo Reino Unido se una y se mueva hacia adelante. Una parte vital para ello será un acuerdo equilibrado, que sea justo para los escoceses pero también es crucial que lo sea para cada ciudadano de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte", ha mantenido en su intervención de este viernes.
Consciente de que el granero de votos de los 'tories' está en Inglaterra, Cameron se ve obligado a atender las cada vez mayores demandas de "votos ingleses, para leyes inglesas", un principio contenido en el programa electoral de los conservadores en 2010 que estipula que las leyes que afectan en exclusiva a Inglaterra sólo deberían ser votadas por diputados de circunscripciones inglesas.
Su intención es poner fin a una dicotomía que permite que parlamentarios escoceses puedan decidir sobre normativas que afectan a Inglaterra, pero nunca al contrario aprovechando la negociación de los compromisos acordados durante la campaña para el referéndum.
No obstante, frente al consenso de base de los tres partidos para transferir poderes a Escocia, evidenciado durante la campaña, la reducción del derecho a voto en Westminster tiene una más difícil materialización, sobre todo por el riesgo de crear diputados de dos categorías.
DIFICULTADES DE DIGESTIÓN
No en vano, un partido tan dependiente de los de circunscripciones escocesas como el Laborismo (tiene 40 de 59, frente a un único asiento para los conservadores) podría ver cómo, pese a contar con mayoría absoluta, no es capaz de obtener los votos necesarios en el Parlamento. En consecuencia, de momento, el líder laborista ha rechazado ratificar el calendario propuesto por Cameron.
La denominada "revolución de devolución" también divide a los socios minoritarios del Gobierno, pero el 'premier' ha anunciado ya el nombramiento del ex ministro de Exteriores y actual portavoz en la Cámara de los Comunes, William Hague, para evaluarla en un comité especial del Gobierno.
Su función será revisar también las opciones para Gales e Irlanda del Norte, aunque las opciones no se han planteado todavía, pese a que líderes políticos de ambos territorios reclamaron hoy no quedar por detrás en la fase soberanista que se acaba de abrir para Escocia.
PLAN PARA ESCOCIA
En cuanto a Escocia, el plan es comenzar de inmediato los análisis para estudiar las competencias susceptibles de devolución en función de las aspiraciones soberanistas del SNP y el acuerdo que tienen todavía por alcanzar los partidos británicos.
En octubre se comenzarán a publicar las propuestas, que pasarán a formar parte de un Libro Blanco en noviembre. Ya en enero, se presentará el borrador de la Ley de Escocia, que llegaría a tiempo para el denominado Discurso de la Reina, en el que el Gobierno británico anuncia las perspectivas legislativas para el año entrante.
Las propuestas no ha sido consensuadas en Londres todavía y es difícil prever que el SNP, que pese a la derrota ha ganado margen de maniobra, acepte incondicionalmente las propuestas. Los nacionalistas son conscientes de que sus interlocutores estarán obligados a admitir medidas de calado, ya que, de lo contrario, su entregada implicación en la campaña del referéndum amenazaría su credibilidad a pocos meses de las generales.
Aún así, esta misma jornada, el primer ministro británico, David Cameron, quiso demostrar que su Ejecutivo tomaba la iniciativa para este nuevo capítulo y anunció que el responsable de la organización de los Juegos de la Commonwealth, el lord Robert Smith, será el encargado de supervisar este proceso.
Su apertura sucede a un referéndum de la independencia que recabó una participación histórica, del 84,6 por ciento, que ha roto el récord anterior, que databa de 1951. El rechazo a la separación se llevó un 55,3 por ciento del apoyo, por el 44,7 por ciento del 'sí', que se impuso únicamente en cuatro de las 32 municipalidades en juego, una de ellas, no obstante, Glasgow, la primera ciudad de Escocia.
El rechazo a la independencia de Escocia por un 55,3 por ciento en el referéndum celebrado el jueves ha abierto una nueva era para el modelo territorial británico, ya que el Gobierno quiere garantizar un "acuerdo equilibrado" que asegure que las transferencias "sin precedentes" previstas para Edimburgo son "justas" con las necesidades de los otros territorios que componen Reino Unido, cuya unión quedó refrendada el 18 de septiembre "para una generación".
El otro gran foco de atención de un plebiscito de participación histórica, un 84,6 por ciento, es la del ministro principal y artífice de la convocatoria, Alex Salmond, que ha anunciado su inminente salida pese a que el 44,7 por ciento de apoyo recabado por el 'sí' era impensable hasta hace semanas. "El partido, el Parlamento y el país se beneficiarán de un nuevo liderazgo para esta nueva situación ilusionante", ha asegurado.
Tras haber llevado al Partido Nacional Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) de la marginalidad a la primera línea política, Salmond deja como legado una Escocia con un techo de autogobierno con un potencial inédito y el hito de haber forzado a la tradicionalmente centralista maquinaria británica a repensar el modelo territorial.
El primer ministro británico, David Cameron, ha confirmado que, una vez dejado el debate indepedentista "resuelto para una generación... o para toda una vida, como dice Alex Salmond", la prioridad pasa ahora no sólo por materializar el cumplimiento de las promesas que "escépticos" han cuestionado en Escocia, sino por cumplir con las aspiraciones de los otros dos parlamentos existentes en Reino Unido, el de Gales y el de Irlanda del Norte, y con las particularidades de Inglaterra, hogar del 86 por ciento de la población británica.
SOLIDARIDAD INTERTERRITORIAL
"Es la hora de que todo Reino Unido se una y se mueva hacia adelante. Una parte vital para ello será un acuerdo equilibrado, que sea justo para los escoceses pero también es crucial que lo sea para cada ciudadano de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte", ha mantenido en su intervención de este viernes.
Consciente de que el granero de votos de los 'tories' está en Inglaterra, Cameron se ve obligado a atender las cada vez mayores demandas de "votos ingleses, para leyes inglesas", un principio contenido en el programa electoral de los conservadores en 2010 que estipula que las leyes que afectan en exclusiva a Inglaterra sólo deberían ser votadas por diputados de circunscripciones inglesas.
Su intención es poner fin a una dicotomía que permite que parlamentarios escoceses puedan decidir sobre normativas que afectan a Inglaterra, pero nunca al contrario aprovechando la negociación de los compromisos acordados durante la campaña para el referéndum.
No obstante, frente al consenso de base de los tres partidos para transferir poderes a Escocia, evidenciado durante la campaña, la reducción del derecho a voto en Westminster tiene una más difícil materialización, sobre todo por el riesgo de crear diputados de dos categorías.
DIFICULTADES DE DIGESTIÓN
No en vano, un partido tan dependiente de los de circunscripciones escocesas como el Laborismo (tiene 40 de 59, frente a un único asiento para los conservadores) podría ver cómo, pese a contar con mayoría absoluta, no es capaz de obtener los votos necesarios en el Parlamento. En consecuencia, de momento, el líder laborista ha rechazado ratificar el calendario propuesto por Cameron.
La denominada "revolución de devolución" también divide a los socios minoritarios del Gobierno, pero el 'premier' ha anunciado ya el nombramiento del ex ministro de Exteriores y actual portavoz en la Cámara de los Comunes, William Hague, para evaluarla en un comité especial del Gobierno.
Su función será revisar también las opciones para Gales e Irlanda del Norte, aunque las opciones no se han planteado todavía, pese a que líderes políticos de ambos territorios reclamaron hoy no quedar por detrás en la fase soberanista que se acaba de abrir para Escocia.
PLAN PARA ESCOCIA
En cuanto a Escocia, el plan es comenzar de inmediato los análisis para estudiar las competencias susceptibles de devolución en función de las aspiraciones soberanistas del SNP y el acuerdo que tienen todavía por alcanzar los partidos británicos.
En octubre se comenzarán a publicar las propuestas, que pasarán a formar parte de un Libro Blanco en noviembre. Ya en enero, se presentará el borrador de la Ley de Escocia, que llegaría a tiempo para el denominado Discurso de la Reina, en el que el Gobierno británico anuncia las perspectivas legislativas para el año entrante.
Las propuestas no ha sido consensuadas en Londres todavía y es difícil prever que el SNP, que pese a la derrota ha ganado margen de maniobra, acepte incondicionalmente las propuestas. Los nacionalistas son conscientes de que sus interlocutores estarán obligados a admitir medidas de calado, ya que, de lo contrario, su entregada implicación en la campaña del referéndum amenazaría su credibilidad a pocos meses de las generales.
Aún así, esta misma jornada, el primer ministro británico, David Cameron, quiso demostrar que su Ejecutivo tomaba la iniciativa para este nuevo capítulo y anunció que el responsable de la organización de los Juegos de la Commonwealth, el lord Robert Smith, será el encargado de supervisar este proceso.
Su apertura sucede a un referéndum de la independencia que recabó una participación histórica, del 84,6 por ciento, que ha roto el récord anterior, que databa de 1951. El rechazo a la separación se llevó un 55,3 por ciento del apoyo, por el 44,7 por ciento del 'sí', que se impuso únicamente en cuatro de las 32 municipalidades en juego, una de ellas, no obstante, Glasgow, la primera ciudad de Escocia.