El esperpento persigue a Iker Casillas

Iker Casillas salva un gol cantado de Derlis Gonzalez


Óscar Zárate
Madrid, El Mundo Deportivo

Da igual que lo haga bien o mal, el Santiago Bernabéu sigue teniendo a Iker Casillas en el punto de mira. Los silbidos al emblemático capitán del Real Madrid se han convertido en una esperpéntica moda para ese sector del madridismo que aún añora a José Mourinho o Diego López, entre otros. Iker, abroncado por la grada tras perder el derbi del sábado ante el Atlético, volvió a escuchar música de viento a los dos minutos de juego, en el primer balón que tocó ante un Basilea que parecía más un rival del Trofeo Bernabéu que de un oponente de Champions. Aunque a los suizos no se les puede criticar su valiente planteamiento y su juego abierto. Con unos delanteros de cierta calidad, el marcador podría haber sido otro bien diferente.


A medida que transcurrían los minutos y caían los goles del lado merengue, los silbidos a Casillas se fueron transformando en aplausos y gritos a su favor. El delirante show que hubo en las gradas (65.364 espectadores) alcanzó su punto álgido cuando después del 3-1 de Cristiano Ronaldo, prácticamente todos los aficionados del coliseo merengue empezaron a corear "¡Iker!, ¡Iker!, ¡Iker!, algo que se repetió tras una gran intervención del de Móstoles en la segunda parte a disparo de González. El guardameta blanco debió pensar que se encontraba más dentro de un manicomio que en un campo de fútbol.

Casillas, mientras tanto, mantuvo su superstición cromática. Después de empezar la Liga ante el Córdoba vistiendo de azul marino y lucir una equipación naranja en las derrotas frente a la Real Sociedad y el Atlético, Iker jugó frente a los suizos de verde pistacho, un color sinónimo de esperanza y lucha. El capitán sabe que la espada de Damocles penderá de su cabeza toda la temporada y se verá obligado a hacer más méritos que otros para tener contenta a la parroquia merengue.

James Rodríguez, otro en el punto de mira

No logró evitar Casillas, sin embargo, encajar un gol en el segundo remate del Basilea a su portería, un tanto estéril porque el Real Madrid ya iba ganando por 4-0. Un tanto que llegó segundos después de que marcara James Rodríguez, otro futbolista en el punto de mira de la afición. El colombiano estuvo participativo y también colaboró en el primer gol con una asistencia de tacón sobre Nacho, cuyo centro fue desviado por el checo Suchý en su propia portería.

Los azulgrana del Basilea fueron una aspirina que alivió momentáneamente los dolores de cabeza de un Carlo Ancelotti que cambió a sus dos laterales: Nacho y Marcelo reemplazaron a Arbeloa y Coentrao, respectivamente. El equipo merengue continúa muy lejos de su mejor versión. A los atacantes les cuesta horrores bajar a defender y eso lo acusa el equipo.

Afortunadamente para los blancos, el Basilea se convirtió en el bálsamo de un Real Madrid 'descolgado' en la Liga que este martes debutó en la Champions con una tan plácida como engañosa goleada en la que Benzema tuvo el honor de anotar el gol número 1.000 de los blancos en competición europea, aunque ni eso evitó que escuchara algunos pitos al ser sustituido. También marcaron tres de los cuatro jugadores más caros de la historia del Real Madrid (Bale, Cristiano y James). Sin embargo, el vigente campeón de la Champions no termina de disipar las dudas que le persiguen desde la pretemporada.




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