Difícil victoria de Atlético de Madrid
Almería, As
Partido a partido, córner a córner. El Atleti, jugando peor que en los tropiezos ante Olympiacos y Celta que habían avivado los nervios, salió de Almería, su campo maldito, con tres puntos que le dan lo que más necesitaba: paz y tiempo para seguir construyendo. Para lograrlos, acudió al rescate una vez más pichichi Miranda, autor ya de tres goles en Liga. Y no es un accidente. El Atleti dispara mucho (19 remates esta vez) y marca poco, pero sigue teniendo más peligro a balón parado que George Clooney tomado un café con tu chica. Seis de los siete goles atléticos en estas cinco jornadas han llegado en jugadas de estrategia. Una barbaridad.
El partido fue denso como una buena sopa castellana. Y a ratos igual de indigesto. Simeone, que cumplía su último partido de sanción, decidió aparcar el debate Raúl Jiménez y dejó al mexicano en el banquillo. Griezmann y Raúl García alternaron en punta sin especial tino, mientras el Almería, aplicadísimo en las ayudas y ordenado como si Francisco (también castigado) les moviera con un mando desde el palco donde vio el partido, cerraba las vías de acceso a Arda y Koke.
Sin embargo, los locales cometieron a los 8 minutos un error imperdonable: regalar un saque de esquina. Como el Atleti no saca córners sino penalti-córners, hablamos de un pecado mayor. Godín entró como un toro y Rubén, siguiendo en la línea de que cada portero que juega ante los del Cholo parezca Benji Price, evitó el gol con el pie. Pero no fue una absolución, fue sólo una prórroga.
Vestido de nuevo con la segunda equipación del año pasado, la amarilla, porque la de esta temporada (gris casi blanca) no le sirve la mayoría de las veces que tiene que usarla (¡genios!), el Atleti fue goteando ocasiones casi sin querer. Rubén volvió a lucirse ante un disparo lejano de Tiago y un zurdazo de Raúl García. Pese al dominio, la intensidad era una copia de mercadillo de la que le hizo campeón el año pasado y el Almería se sintió cómodo hasta el descanso. Su mala suerte fue que, esta vez, la defensa de Moyá recuperó la seriedad y no regaló nada.
Al empezar la segunda parte, Simeone tomó una decisión que cambió el partido: quitó a Mario Suárez y dio entrada a Saúl. Mientras Gabi recupera la forma y Mario la fe, Saúl ofrece la actividad, el despliegue y la llegada que tanto está echando de menos el mediocampo atlético esta temporada. En el minuto 59, el canterano pisó área por tercera vez y forzó un córner de desenlace tan previsible como una superproducción de Hollywood: la puso Koke y, en el primer palo, cabeceó Miranda a la red. Tan fácil de prever, tan difícil de evitar.
Sólo entonces dio el Almería un paso adelante y metió a Soriano, su Raúl García particular, y Thievy. No crearon peligro, pero al menos generaron inquietud. Pero fue el Atleti el que pudo sentenciar el encuentro. Primero Arda, que tras una gran jugada individual, llegó agotado ante Rubén y perdió el mano a mano. Más tarde Cerci, que sigue sin despejar la incógnita y no atinó en un doble remate.
El Almería sólo soñó con una falta directa de Verza que se fue fuera. Jugó al 0-0 y lo hizo razonablemente bien, pero no se puede evitar que el agua moje, el chocolate guste y el Atleti te mate a balón parado. Volverá Mandzukic, recuperarán la puntería Griezmann y Raúl García y los goles acabarán por aparecer. Mientras, está Miranda. Por ahora basta.
Partido a partido, córner a córner. El Atleti, jugando peor que en los tropiezos ante Olympiacos y Celta que habían avivado los nervios, salió de Almería, su campo maldito, con tres puntos que le dan lo que más necesitaba: paz y tiempo para seguir construyendo. Para lograrlos, acudió al rescate una vez más pichichi Miranda, autor ya de tres goles en Liga. Y no es un accidente. El Atleti dispara mucho (19 remates esta vez) y marca poco, pero sigue teniendo más peligro a balón parado que George Clooney tomado un café con tu chica. Seis de los siete goles atléticos en estas cinco jornadas han llegado en jugadas de estrategia. Una barbaridad.
El partido fue denso como una buena sopa castellana. Y a ratos igual de indigesto. Simeone, que cumplía su último partido de sanción, decidió aparcar el debate Raúl Jiménez y dejó al mexicano en el banquillo. Griezmann y Raúl García alternaron en punta sin especial tino, mientras el Almería, aplicadísimo en las ayudas y ordenado como si Francisco (también castigado) les moviera con un mando desde el palco donde vio el partido, cerraba las vías de acceso a Arda y Koke.
Sin embargo, los locales cometieron a los 8 minutos un error imperdonable: regalar un saque de esquina. Como el Atleti no saca córners sino penalti-córners, hablamos de un pecado mayor. Godín entró como un toro y Rubén, siguiendo en la línea de que cada portero que juega ante los del Cholo parezca Benji Price, evitó el gol con el pie. Pero no fue una absolución, fue sólo una prórroga.
Vestido de nuevo con la segunda equipación del año pasado, la amarilla, porque la de esta temporada (gris casi blanca) no le sirve la mayoría de las veces que tiene que usarla (¡genios!), el Atleti fue goteando ocasiones casi sin querer. Rubén volvió a lucirse ante un disparo lejano de Tiago y un zurdazo de Raúl García. Pese al dominio, la intensidad era una copia de mercadillo de la que le hizo campeón el año pasado y el Almería se sintió cómodo hasta el descanso. Su mala suerte fue que, esta vez, la defensa de Moyá recuperó la seriedad y no regaló nada.
Al empezar la segunda parte, Simeone tomó una decisión que cambió el partido: quitó a Mario Suárez y dio entrada a Saúl. Mientras Gabi recupera la forma y Mario la fe, Saúl ofrece la actividad, el despliegue y la llegada que tanto está echando de menos el mediocampo atlético esta temporada. En el minuto 59, el canterano pisó área por tercera vez y forzó un córner de desenlace tan previsible como una superproducción de Hollywood: la puso Koke y, en el primer palo, cabeceó Miranda a la red. Tan fácil de prever, tan difícil de evitar.
Sólo entonces dio el Almería un paso adelante y metió a Soriano, su Raúl García particular, y Thievy. No crearon peligro, pero al menos generaron inquietud. Pero fue el Atleti el que pudo sentenciar el encuentro. Primero Arda, que tras una gran jugada individual, llegó agotado ante Rubén y perdió el mano a mano. Más tarde Cerci, que sigue sin despejar la incógnita y no atinó en un doble remate.
El Almería sólo soñó con una falta directa de Verza que se fue fuera. Jugó al 0-0 y lo hizo razonablemente bien, pero no se puede evitar que el agua moje, el chocolate guste y el Atleti te mate a balón parado. Volverá Mandzukic, recuperarán la puntería Griezmann y Raúl García y los goles acabarán por aparecer. Mientras, está Miranda. Por ahora basta.