Cristiano Ronaldo anda suelto

El portugués, que lleva siete goles en cuatro días, despedazó al Elche. Suma nueve en la Liga. Clos Gómez, muy discutido, pitó tres penaltis. Keylor Navas no tuvo trabajo.


Madrid, As
Cristiano Ronaldo jugó de delantero centro y la noticia es que el puesto no le dio ninguna alergia. Hasta diría que no le fue mal: cuatro goles anoche, nueve en lo que va de temporada, 22 en sus trece últimos partidos de Liga. Para valorar la proeza en su justa medida habrá que alejarse, quizá varios años. Entonces lamentaremos no haber aplaudido más.


Si Cristiano es un asombro, la psique de los árbitros sigue siendo un misterio. Los hay pusilánimes, imaginativos, atrevidos y los hay vengadores, probablemente por las burlas del recreo. Clos Gómez está pendiente de calificación. Él fue el árbitro de los trece errores que en 2010 denunció Mourinho, convertido en Lutero del madridismo, más protestante incluso. Qué tiempos aquellos.

A los 13 minutos, Clos se inventó un penalti a favor del Elche, un contacto como hay cien. En beneficio del árbitro hay que decir que le remordió la conciencia hasta que pitó otro penalti similar en el área del Elche. Tal era su tormento, que aprovechó la primera ocasión, un leve roce, para volver a señalar el punto fatídico. Como las dos penas acabaron en gol (Albacar y Cristiano), Clos Gómez se quedó en paz, como un bebé recién bañado.

Para no torturar a un hombre arrepentido (y para no parecernos a Lutero), haremos como si lo anterior no hubiera ocurrido nunca. El tercer penalti se lo concedemos: en comparación con los anteriores, fue homicidio en primer grado.

Hubo otros asuntos de interés. Jugó bien Illarra. Ha sido un acierto que se haya dejado crecer una barba como la de Xabi, porque le cubre los coloretes y le hace parecer menos tierno. A pesar de la mejora, no le vendría mal una cicatriz en la mejilla y un parche en el ojo, quizá una colilla de cigarro en la comisura de los labios. La pata de palo puede ahorrársela. Si Illarramendi tiene carácter, lo tiene todo.

Con el vasco crecido, también quedó claro que Isco en el banquillo es un descapotable en el garaje. El resto fue lo natural. Bale abrió la cuenta de cabeza con la colaboración de Manu Herrera. Cristiano hizo el tercero con un testarazo (cuellazo), primo hermano del gol de Riazor: salto poderoso y remate durísimo. Después de marcar su segundo penalti, en el tiempo añadido redondeó su cuenta particular, pic, tan fácil.

Antes y después, el Elche se comportó como un buen equipo y no es falsa amabilidad. Se defendió sin dejar espacios y lució un contragolpe espléndido, digno del estadio y del rival. Sumará muchos puntos a la carrera.

Y acabamos con Keylor. El costarricense tuvo pocas ocasiones de lucirse. Ninguna, si somos honestos. El penalti no lo atrapó, para suspiro de Casillas y decepción de los seguidores de Lutero. Keylor sí detuvo en dos tiempos un disparo envenenado de Albacar y el resto de balones se los desvió el viento o alguna pierna amiga. Tiene suerte y el talento se le supone. Así quería Napoleón a sus generales.

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