Bombardeos no bastarían para derrotar a rebeldes
Bagdad, EP
En sus bastiones en Siria, los extremistas del grupo Estado Islámico se mudaron desde hace días a edificios de apartamentos antes que Estados Unidos y sus aliados comenzaran a atacarlos el martes antes del amanecer, dicen activistas, una señal de las dificultades de tratar de destruir al grupo desde el aire.
Romper el control de los extremistas sobre las ciudades que han capturado tanto en Irak como en Siria será complicado, porque el grupo puede mezclarse fácilmente con la población civil. En la ciudad iraquí de Mosul, los extremistas tienen suficiente apoyo entre la población, predominantemente suní, que han reducido la presencia de sus combatientes en las calles sin aparentemente preocuparse por perder el poder en la zona.
Otro problema es que no hay fuerzas aliadas de infantería listas para tomar el control del territorio si los extremistas se retiran bajo presión de los bombardeos.
Ese es particularmente el caso en Siria, donde los rebeldes opuestos al grupo Estado Islámico han sido expulsados casi completamente de las zonas que controla. A lo largo de un amplio territorio en el oriente de Siria, las únicas fuerzas que pudieran aprovechar los ataques aéreos en este momento son algunas unidades de las fuerzas del presidente Bashar Assad, que están en bases aisladas en las zonas de Deir el-Zour y Hassakeh. Pero el gobierno del presidente Barack Obama dice que sigue deseando el derrocamiento de Assad y no desea beneficiarlo militarmente.
Hasta el momento, la coalición también ha rechazado pedidos de armas, entrenamiento y apoyo aéreo de los curdos en Siria. Esas fuerzas, que combaten en un grupo conocido como YPG, han repelido al Estado Islámico durante dos años en un territorio cerca de la frontera con Turquía en el norte y el noreste. Pero en días recientes, los extremistas han logrado avances en la zona cerca de la localidad de Kobani, lo que ha obligado a más de 130.000 personas —en su mayoría curdos— a huir a Turquía.
Un portavoz de los combatientes dijo que no tenían el poder de fuego necesario para enfrentarse a los extremistas, quienes tomaron armas pesadas y vehículos blindados de las fuerzas iraquíes que huyeron ante su avance en junio.
Estados Unidos y sus aliados llevan semanas realizando ataques aéreos en Irak, y las fuerzas de Bagdad, además de milicianos chiíes y combatientes curdos iraquíes, volvieron a tomar dos localidades en el norte después que los bombardeos hicieron retroceder a los extremistas en la represa de Mosul y la acosada aldea de Amirli.
Hasta ahora, los bombardeos no han tocado grandes áreas urbanas como Mosul, Faluya y Tikrit, donde romper el control de los extremistas es más difícil y el riesgo de víctimas civiles mayor. En una muestra de confianza, extremistas del Estado Islámico llevaron en recorrido en camionetas a 30 soldados iraquíes capturados por las calles de Faluya el martes, pocas horas después de los ataques de la coalición en Siria.
Pero muchos de los edificios golpeados por los bombardeos ya estaban vacíos, dijo Rami Abdurramán, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres. La mayoría de las bajas ocurrieron en un campamento de entrenamiento y en puntos de control fuera de las ciudades, dijo.
Pocos días antes, combatientes en Raqqa se mezclaron con los civiles, dijo Abu Ibrahim al-Raqqawi, quien dirige otro colectivo secreto de activistas. "Están tomando apartamentos en edificios civiles, de manera que hay seis apartamentos llenos de combatientes Daesh y cuatro de civiles", dijo, usando la sigla en árabe para el Estado Islámico.
Muchos de los milicianos han enviado a sus esposas e hijos a localidades cercanas que consideran seguras. Los combatientes ya no salen tanto de día y se reúnen en lugares públicos —como cafés— de noche, dijo al-Raqqawi, citando a activistas que todavía están en la ciudad.
En sus bastiones en Siria, los extremistas del grupo Estado Islámico se mudaron desde hace días a edificios de apartamentos antes que Estados Unidos y sus aliados comenzaran a atacarlos el martes antes del amanecer, dicen activistas, una señal de las dificultades de tratar de destruir al grupo desde el aire.
Romper el control de los extremistas sobre las ciudades que han capturado tanto en Irak como en Siria será complicado, porque el grupo puede mezclarse fácilmente con la población civil. En la ciudad iraquí de Mosul, los extremistas tienen suficiente apoyo entre la población, predominantemente suní, que han reducido la presencia de sus combatientes en las calles sin aparentemente preocuparse por perder el poder en la zona.
Otro problema es que no hay fuerzas aliadas de infantería listas para tomar el control del territorio si los extremistas se retiran bajo presión de los bombardeos.
Ese es particularmente el caso en Siria, donde los rebeldes opuestos al grupo Estado Islámico han sido expulsados casi completamente de las zonas que controla. A lo largo de un amplio territorio en el oriente de Siria, las únicas fuerzas que pudieran aprovechar los ataques aéreos en este momento son algunas unidades de las fuerzas del presidente Bashar Assad, que están en bases aisladas en las zonas de Deir el-Zour y Hassakeh. Pero el gobierno del presidente Barack Obama dice que sigue deseando el derrocamiento de Assad y no desea beneficiarlo militarmente.
Hasta el momento, la coalición también ha rechazado pedidos de armas, entrenamiento y apoyo aéreo de los curdos en Siria. Esas fuerzas, que combaten en un grupo conocido como YPG, han repelido al Estado Islámico durante dos años en un territorio cerca de la frontera con Turquía en el norte y el noreste. Pero en días recientes, los extremistas han logrado avances en la zona cerca de la localidad de Kobani, lo que ha obligado a más de 130.000 personas —en su mayoría curdos— a huir a Turquía.
Un portavoz de los combatientes dijo que no tenían el poder de fuego necesario para enfrentarse a los extremistas, quienes tomaron armas pesadas y vehículos blindados de las fuerzas iraquíes que huyeron ante su avance en junio.
Estados Unidos y sus aliados llevan semanas realizando ataques aéreos en Irak, y las fuerzas de Bagdad, además de milicianos chiíes y combatientes curdos iraquíes, volvieron a tomar dos localidades en el norte después que los bombardeos hicieron retroceder a los extremistas en la represa de Mosul y la acosada aldea de Amirli.
Hasta ahora, los bombardeos no han tocado grandes áreas urbanas como Mosul, Faluya y Tikrit, donde romper el control de los extremistas es más difícil y el riesgo de víctimas civiles mayor. En una muestra de confianza, extremistas del Estado Islámico llevaron en recorrido en camionetas a 30 soldados iraquíes capturados por las calles de Faluya el martes, pocas horas después de los ataques de la coalición en Siria.
Pero muchos de los edificios golpeados por los bombardeos ya estaban vacíos, dijo Rami Abdurramán, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres. La mayoría de las bajas ocurrieron en un campamento de entrenamiento y en puntos de control fuera de las ciudades, dijo.
Pocos días antes, combatientes en Raqqa se mezclaron con los civiles, dijo Abu Ibrahim al-Raqqawi, quien dirige otro colectivo secreto de activistas. "Están tomando apartamentos en edificios civiles, de manera que hay seis apartamentos llenos de combatientes Daesh y cuatro de civiles", dijo, usando la sigla en árabe para el Estado Islámico.
Muchos de los milicianos han enviado a sus esposas e hijos a localidades cercanas que consideran seguras. Los combatientes ya no salen tanto de día y se reúnen en lugares públicos —como cafés— de noche, dijo al-Raqqawi, citando a activistas que todavía están en la ciudad.