Boca le ganaba a Racing y se suspendió por el estado del campo


Buenos Aires, DyN
El árbitro Federico Beligoy tardó 57 minutos en darse cuenta de algo que era evidente desde el principio y suspendió el clásico que Boca Juniors le ganaba 1-0 al Racing Club en medio del agua, por la séptima fecha del Campeonato de Primera División.


Seguramente la escasez de fechas disponibles constituyó una presión para que el juego comenzara y se prolongara en un escenario en pésimas condiciones, que de ninguna manera permitía que se desarrollara en condiciones aceptables.

El equipo de Rodolfo Arruabarrena ganaba gracias a la aparición goleadora de Jonathan Calleri, quien aprovechó la única oportunidad que tuvo y venció a Sebastián Saja con un remate bajo y cruzado, a los 25 minutos del primer tiempo.

Dentro de un desarollo condicionado y desnaturalizado por el agua acumulada en el campo, que impedía a los futbolistas trasladar el balón y también hacerlo correr sobre el césped, Racing se había acomodado mejor y jugaba en terreno xeneize.

Los encuentros de Gastón Díaz y Facundo Castillón por derecha, en la zona del terreno en mejor estado, le crearon dificultades a Boca.

La Academia tuvo su mejor oportunidad en el minuto 3, cuando Gustavo Bou cabeceó un centro de Leandro Grimi y la pelota rebotó en el ángulo superior derecho de Agustín Orion.

Boca hizo valer la única ocasión que tuvo, a los 25 minutos, cuando, tras un pelotazo largo, Calleri disputó y recuperó la pelota ante Yonathan Cabral, le quedó de frente a Marcelo Meli y luego a Federico Carrizo, quien habilitó al ex All Boys, que venció a Saja con un remate certero que se metió junto al palo derecho.

En el último tramo el juego se hizo aún más desordenado y los arqueros no tuvieron trabajo.

Apenas comenzó el segundo período, a Castillón le quedó una pelota frente a Orion y logró dejar fuera de acción al arquero, pero no logró apoyarse para rematar con suficiente potencia y la pelota quedó flotando en el agua y Nicolás Colazo despejó antes de que cruzara la línea.

Esa fue la única acción de peligro en los doce minutos que llegaron a jugarse, cuando ya a todos los futbolistas les era imposible hacer pie y mover la pelota por abajo.

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