Ataques aéreos en Siria son apenas el comienzo
Washington, AP
La ráfaga de ataques aéreos estadounidenses y árabes contra milicianos del grupo Estado Islámico en Siria e Irak fueron apenas el comienzo, declararon el martes el presidente Barack Obama y otros líderes. Prometieron una campaña sostenida que muestra una inusual alianza entre Washington y países árabes contra extremistas musulmanes.
Al mismo tiempo, en una nueva evidencia de cómo la amenaza terrorista aún crece y muta, Washington lanzó sus propios ataques contra una nueva célula de al-Qaida que de acuerdo con el Pentágono estaba "cerca de la fase de ejecución" de un ataque directo contra Estados Unidos o Europa.
"Esta no es una lucha sólo de Estados Unidos", dijo Obama sobre la campaña militar contra el grupo Estado Islámico. "Vamos a hacer lo que sea necesario para combatir a este grupo terrorista, por la seguridad del país y la región, y por el mundo entero".
"Estados Unidos está orgulloso de estar hombro con hombro" con aliados árabes, dijo Obama al referirse a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Bahréin y Catar. El contralmirante John Kirby, secretario de prensa del Pentágono, dijo que cuatro de los cinco países habían participado en los ataques, y Catar había tenido un papel de apoyo.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, dijo que Turquía también se unirá a la coalición contra Estado Islámico y "estará muy comprometida en la primera línea de este esfuerzo". El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de visita en Nueva York para las reuniones de la ONU, dijo que sopesaba la posibilidad de ampliar el apoyo a las operaciones de la OTAN contra el grupo para incluir la participación militar.
En total, dijo Kerry, más de 50 naciones se han unido a la lucha.
En una señal de la gravedad de la amenaza y las complejidades políticas del problema, el presidente sirio Bashar Assad aprobó indirectamente los ataques aéreos en su propio país, al declarar que apoyaba "cualquier esfuerzo internacional contra el terrorismo". Entre los funcionarios estadounidenses existe preocupación de que cualquier ataque contra los milicianos que combaten a Assad pueda ser visto como una ayuda inadvertida a un líder que Obama quiere ver derrocado.
El lunes por la noche, en tres oleadas de ataques lanzados a lo largo de cuatro horas, Washington y sus socios árabes sumaron más de 200 ataques aéreos contra aproximadamente una decena de blancos milicianos en Siria, incluyendo bases y campos de entrenamiento de Estado Islámico, así como posiciones del Frente Nusra, la facción de al-Qaida en Siria. La primera oleada, realizada solo por Estados Unidos, se concentró en una oscura red de veteranos de al-Qaida conocida como el grupo Jorasán, asentado en el noroeste de Siria.
"Hemos estado observando de cerca a este grupo desde hace algún tiempo, y creemos que el grupo Jorasán se acercaba la fase de ejecución de un ataque, ya fuera en Europa o nuestro territorio", dijo el teniente general William Mayville, director de operaciones del Estado Mayor Conjunto. El grupo es conocido por trabajar con la rama yemení de al-Qaida a fin de reclutar combatientes extranjeros con pasaportes occidentales y explosivos con el propósito de atacar la aviación estadounidense.
Funcionarios del Pentágono divulgaron fotos e imágenes de video que muestran los ataques contra equipos de comunicaciones en la azotea de un centro de finanzas del grupo Estado Islámico en Raqqa, la autoproclamada capital del grupo en Siria. Otras mostraban daños en un edificio de mando y control en la misma ciudad, y un tercer paquete exhibía los daños en una zona residencial a lo largo de la frontera entre Siria e Irak que los combatientes habían utilizado como lugar de entrenamiento.
Un grupo activista sirio informó que decenas de combatientes del grupo Estado Islámico murieron en los ataques, pero las cifras no se pudieron confirmar de forma independiente. Varios activistas también informaron de al menos 10 civiles muertos.
A pesar de que los militares todavía estaban evaluando el impacto de los ataques, funcionarios estadounidenses prometieron que se avecinan nuevas incursiones. Obama se reunió en las Naciones Unidas el martes con representantes de las cinco naciones árabes y les dijo que los ataques aéreos "obviamente no eran el final del esfuerzo, sino que esto es el comienzo". Mayville prometió "una persistente campaña creíble y sostenible para degradar y destruir en última instancia" al grupo Estado Islámico.
La participación de los países árabes marcó una inusual convergencia pública de intereses entre Washington y sus socios árabes suníes contra el grupo suní Estado Islámico. Cada uno de los cinco había apoyado en privado las acciones norteamericanas, pero hasta ahora habían rehuido la cooperación militar abierta contra los milicianos, por temor a represalias. Cada uno de los países enfrenta amenazas de milicianos suníes, pero todos ellos también abrigan temores de una mayor relevancia de Irán en la región, que es un país mayoritariamente chií.
El general del ejército Martin Dempsey, el máximo jefe militar estadounidense, calificó la coalición como algo sin precedentes y dijo que la alianza había preparado el terreno para una campaña internacional más amplia contra los extremistas.
La ráfaga de ataques aéreos estadounidenses y árabes contra milicianos del grupo Estado Islámico en Siria e Irak fueron apenas el comienzo, declararon el martes el presidente Barack Obama y otros líderes. Prometieron una campaña sostenida que muestra una inusual alianza entre Washington y países árabes contra extremistas musulmanes.
Al mismo tiempo, en una nueva evidencia de cómo la amenaza terrorista aún crece y muta, Washington lanzó sus propios ataques contra una nueva célula de al-Qaida que de acuerdo con el Pentágono estaba "cerca de la fase de ejecución" de un ataque directo contra Estados Unidos o Europa.
"Esta no es una lucha sólo de Estados Unidos", dijo Obama sobre la campaña militar contra el grupo Estado Islámico. "Vamos a hacer lo que sea necesario para combatir a este grupo terrorista, por la seguridad del país y la región, y por el mundo entero".
"Estados Unidos está orgulloso de estar hombro con hombro" con aliados árabes, dijo Obama al referirse a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Bahréin y Catar. El contralmirante John Kirby, secretario de prensa del Pentágono, dijo que cuatro de los cinco países habían participado en los ataques, y Catar había tenido un papel de apoyo.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, dijo que Turquía también se unirá a la coalición contra Estado Islámico y "estará muy comprometida en la primera línea de este esfuerzo". El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de visita en Nueva York para las reuniones de la ONU, dijo que sopesaba la posibilidad de ampliar el apoyo a las operaciones de la OTAN contra el grupo para incluir la participación militar.
En total, dijo Kerry, más de 50 naciones se han unido a la lucha.
En una señal de la gravedad de la amenaza y las complejidades políticas del problema, el presidente sirio Bashar Assad aprobó indirectamente los ataques aéreos en su propio país, al declarar que apoyaba "cualquier esfuerzo internacional contra el terrorismo". Entre los funcionarios estadounidenses existe preocupación de que cualquier ataque contra los milicianos que combaten a Assad pueda ser visto como una ayuda inadvertida a un líder que Obama quiere ver derrocado.
El lunes por la noche, en tres oleadas de ataques lanzados a lo largo de cuatro horas, Washington y sus socios árabes sumaron más de 200 ataques aéreos contra aproximadamente una decena de blancos milicianos en Siria, incluyendo bases y campos de entrenamiento de Estado Islámico, así como posiciones del Frente Nusra, la facción de al-Qaida en Siria. La primera oleada, realizada solo por Estados Unidos, se concentró en una oscura red de veteranos de al-Qaida conocida como el grupo Jorasán, asentado en el noroeste de Siria.
"Hemos estado observando de cerca a este grupo desde hace algún tiempo, y creemos que el grupo Jorasán se acercaba la fase de ejecución de un ataque, ya fuera en Europa o nuestro territorio", dijo el teniente general William Mayville, director de operaciones del Estado Mayor Conjunto. El grupo es conocido por trabajar con la rama yemení de al-Qaida a fin de reclutar combatientes extranjeros con pasaportes occidentales y explosivos con el propósito de atacar la aviación estadounidense.
Funcionarios del Pentágono divulgaron fotos e imágenes de video que muestran los ataques contra equipos de comunicaciones en la azotea de un centro de finanzas del grupo Estado Islámico en Raqqa, la autoproclamada capital del grupo en Siria. Otras mostraban daños en un edificio de mando y control en la misma ciudad, y un tercer paquete exhibía los daños en una zona residencial a lo largo de la frontera entre Siria e Irak que los combatientes habían utilizado como lugar de entrenamiento.
Un grupo activista sirio informó que decenas de combatientes del grupo Estado Islámico murieron en los ataques, pero las cifras no se pudieron confirmar de forma independiente. Varios activistas también informaron de al menos 10 civiles muertos.
A pesar de que los militares todavía estaban evaluando el impacto de los ataques, funcionarios estadounidenses prometieron que se avecinan nuevas incursiones. Obama se reunió en las Naciones Unidas el martes con representantes de las cinco naciones árabes y les dijo que los ataques aéreos "obviamente no eran el final del esfuerzo, sino que esto es el comienzo". Mayville prometió "una persistente campaña creíble y sostenible para degradar y destruir en última instancia" al grupo Estado Islámico.
La participación de los países árabes marcó una inusual convergencia pública de intereses entre Washington y sus socios árabes suníes contra el grupo suní Estado Islámico. Cada uno de los cinco había apoyado en privado las acciones norteamericanas, pero hasta ahora habían rehuido la cooperación militar abierta contra los milicianos, por temor a represalias. Cada uno de los países enfrenta amenazas de milicianos suníes, pero todos ellos también abrigan temores de una mayor relevancia de Irán en la región, que es un país mayoritariamente chií.
El general del ejército Martin Dempsey, el máximo jefe militar estadounidense, calificó la coalición como algo sin precedentes y dijo que la alianza había preparado el terreno para una campaña internacional más amplia contra los extremistas.