Visita al dañado frente subterráneo de Hamás

Kilómetros de galerías sirven a los milicianos para hostigar a Israel u ocultarse

Carmen Rengel
Jerusalén, El País
El Ejército israelí ha facilitado a la prensa el acceso a uno de los túneles que utiliza Hamás. En un punto del centro del país, desde el que casi se toca Gaza, se contempla un cráter de 15 metros que ocupa lo que fue un campo de patatas. Los agricultores del kibutz cercano no sabían lo que se escondía bajo sus pies. Ahora, una cuesta empinada lleva a uno de los pasadizos mejor construidos, de hormigón, con cableado de luz y teléfono y de cerca de tres kilómetros de largo, levantado en no menos de cuatro años. Fue localizado tres meses atrás, pero es el único que se muestra a los periodistas por motivos de seguridad, y porque es similar a los 32 que Israel había inutilizado hasta el miércoles —día de la visita—, 11 de los cuales se internan Israel adentro y a los que se accede por 70 agujeros diferentes, como laberintos. Antes de la incursión sólo se habían encontrado un par de ellos. Su destrucción es el “objetivo primordial” que busca el primer ministro Benjamín Netanyahu.


La inmensa cañería corre por un lado hacia Jan Yunis, hasta una vivienda particular, y por el otro, hacia una granja israelí. El capitán Daniel Elbo, de la brigada sur de la División de Gaza, explica que ya está bloqueado en el lado gazatí y que su construcción no bajó de los 2,2 millones de euros. Un pequeño raíl sirve para transportar provisiones —para esas largas horas de escondite ante un ataque o redada— o para ir sacando escombros. “Muy profesional”, reconoce.

Para encontrarlos aplican métodos “acústicos y de radar”, que aún se perfeccionan porque la tecnología actual no siempre llega, pero nada, confiesan, como la Inteligencia interna. Inteligencia esencial también para conocer cómo se entrenan los milicianos que usarán estas infraestructuras, y que, descubierto su potencial, son ahora más temibles. Túneles y efectivos forman lo que The New York Times denomina un “frente de 360 grados”.

Desde el inicio de la campaña en Gaza se han registrado nueve incursiones por túneles. En todas han muerto milicianos, dice el Ejército, pero también militares, aunque no aclara cuántos. El viernes, murió en una operación para destruir una de esas estructuras el teniente Hadar Goldin --al que en un principio se creía capturado-- y dos de sus compañeros. Por una vía subterránea similar se llevaron, en 2006, al sargento Gilad Shalit, liberado cinco años después.

Este tipo de infraestructura comenzó a desarrollarse hace 10 años en la frontera con Egipto, primero enfocada al tráfico de armas. Se reforzó tras la Operación Pilar Defensivo de 2012, cuando Hamás y la Yihad Islámica vieron que con los cohetes no lograban su objetivo: o no pueden afinar dónde caen o son interceptados.

En la Operación Margen Protector, Israel ha atacado ya 4.300 objetivos en Gaza, como silos de armas, lanzaderas de cohetes o lugares de reunión, abunda el Ejército. Un tercio de los misiles de Hamás habrían sido destrozados. Este grupo islamista ya ha disparado 3.000 contra Israel, por lo que le quedan unos 4.000. Algo menos de 3.000 está en poder de otros grupos como la Yihad Islámica. El radio máximo de acción de estos proyectiles no ha pasado de 70 kilómetros esta semana, lejos de los 140 de los primeros días de ofensiva.


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