Un sólido River venció con claridad a Rosario Central
River dominó a Central durante los 90 minutos y el resultado, por la diferencia en el juego, pudo haber sido más amplio. Los dirigidos por Gallardo mostraron intensidad para neutralizar la elaboración del rival, posesión para manejar los tiempos del partido y profundidad para generar situaciones de gol.
Fue otro River. Desde los nombres y, principalmente, desde el funcionamiento. Atrás quedó la floja performance en La Plata, en el debut oficial de Marcelo Gallardo. El entrenador vio que el rendimiento había estado bastante lejos del ideal y arrancó la semana de trabajo modificando la formación. Adentro Teo, Mora, Kranevitter y Rojas. Pero el lavado de cara excedió los apellidos. Desde el arranque del partido contra Central se vio a un River más agresivo, que presionó en campo rival y que salió a buscar el triunfo con el toque como premisa. Los de Russo, apabullados por el pressing, se mostraron muy pasivos. Mucho influyó en esa imagen la supremacía futbolística y territorial que ejerció el local.
River fue un equipo intenso, podría afirmarse parafraseando a Ramón Díaz. Si el anterior entrenador hubiera estado sentado en el banco, seguramente habría destacado la intensidad de sus jugadores en la conferencia de prensa post-partido. La intención de Gallardo, además de la actitud fogosa de Kranevitter y Cía. para recuperar el balón y evitar que Central pudiera avanzar, fue la de proponer el toque, el juego asociado como requisito para ser protagonistas. Y eso se observó especialmente sobre el sector derecho del ataque, con las subidas constantes de Mercado, el avance del uruguayo Sánchez y la colaboración de Teo Gutiérrez, muy útil al tirarse sobre esa banda para colaborar en la generación de juego.
Con la agresividad bien entendida y la posesión indispensable para hacerse dueño del partido, quedaba un concepto más para cumplir: la profundidad. Y River la tuvo. El ejemplo se notó en el primer gol. Vangioni fue hasta el fondo, como debe ir un lateral cuando se proyecta, y mandó el centro al segundo palo para que el colombiano definiera solo ante Caranta. Mención aparte para Teo: por momentos dio clase sobre cómo debe moverse un 9. Pivoteó, supo salir para poder entrar y hasta fue solidario para apretar la salida rival.
En el segundo tiempo, River perdió algo de claridad y de fluidez en la circulación del balón. Pero eso no se tradujo en un partido más parejo. La realidad es que Central, salvo en esa polémica jugada entre Chiarini y Niell, no inquietó jamás. Se adelantó en el campo pero fue un espejismo: sus volantes carecieron de precisión a la hora de elaborar juego y de agresividad para poder romper líneas.
El golazo de Pisculichi, que estuvo discontinuo a lo largo del partido, le puso un poco más de justicia al marcador. El 1-0 hubiera sido un resultado demasiado exiguo para lo mucho que hizo River y lo poco que hizo Central.