"Siempre les voy a estar agradecido a ustedes los hinchas"
Buenos Aires, Olé
El prócer, que se fue a oscuras, recibió el cariño de la gente. "Voy a gritar los goles por la tele", les dijo a sus jugadores en la despedida. El día más difícil del técnico más ganador.
Gracias, muchas gracias. A ustedes siempre les voy a agradecer”. Ellos, los que escucharon las últimas palabras de Bianchi desde el estacionamiento de la Bombonera, son los hinchas. Cuando la noche era más oscura y el frío más cruel, un pequeño grupo se ac
ercó hasta el club para expresar lo que el Virrey ya sabía: nada, ni siquiera la más triste de las despedidas, podrá tapar un amor que será para toda la vida. No se lo dijeron como hubiesen querido. Los dividía un portón cuyas hendijas no podían tapar los últimos abrazos de su ídolo con los empleados que se acercaron hasta su Mercedes Benz para saludarlo. Pero se aseguraron que los escuchara. Y, así, tal vez, la amargura del DT fue menos profunda cuando manejó hasta su casa de Barrio Parque para cenar en familia luego de su día más difícil.
Caer en la obviedad de decir que lo que sucedió entre las 21.30 del miércoles y las 19.43 -hora en que abandonó la institución- fue crónica de un final anunciado es subestimar a quien ostenta la chapa de técnico más ganador de la historia de Boca (que haya dado vuelta en un café con Angelici una decisión que era unánime en toda la CD es sólo una muestra de lo que impone su figura). Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Indicios del desgaste había: ya en la conferencia de prensa posterior al 1-3 frente a Estudiantes, con preguntas que parecía que apuntaban más a exigir una renuncia que a indagar acerca de su situación personal y futbolística de su equipo, apareció un Bianchi distinto. Apagado. Sin sus explicaciones habituales con respecto al juego. Ni siquiera aportó la cuota de ironía o de soberbia cuando se sentía atacado. Dolido, sabía que mucho más camino por recorrer no quedaba. Aunque esperaba tener una chance más. Y así se lo hizo saber a Angelici en las primeras horas de la mañana.
“Carlos, esto es insostenible”. “Daniel, yo lo puedo revertir”. El intercambio en la casa del presidente parecía que le daba una vida más, con una derrota ante Vélez como instancia final. Llegó al Complejo Pedro Pompilio para dirigir el entrenamiento sin saber que la charla ante los jugadores sería la última. Apuntó a lo anímico, marcó los errores contra Estudiantes y les quiso tocar el orgullo anticipándoles que el domingo “podía ser su último partido”. Minutos más tarde Angelici lo llamó para comunicarle el cambio en la decisión y un rato más tarde se volvió a juntar con el plantel en el vestuario. Ya no había tiempo para más. “Sigo confiando en ustedes, tienen todo el potencial para salir adelante y yo voy a gritar los goles por televisión. Muchas gracias a todos”, les dijo en la última vez cara a cara con el grupo que formó y que no le pudo responder desde los resultados. Los hinchas lo estaban esperando afuera, mientras la noche ya era oscura y el frío muy cruel...
El prócer, que se fue a oscuras, recibió el cariño de la gente. "Voy a gritar los goles por la tele", les dijo a sus jugadores en la despedida. El día más difícil del técnico más ganador.
Gracias, muchas gracias. A ustedes siempre les voy a agradecer”. Ellos, los que escucharon las últimas palabras de Bianchi desde el estacionamiento de la Bombonera, son los hinchas. Cuando la noche era más oscura y el frío más cruel, un pequeño grupo se ac
ercó hasta el club para expresar lo que el Virrey ya sabía: nada, ni siquiera la más triste de las despedidas, podrá tapar un amor que será para toda la vida. No se lo dijeron como hubiesen querido. Los dividía un portón cuyas hendijas no podían tapar los últimos abrazos de su ídolo con los empleados que se acercaron hasta su Mercedes Benz para saludarlo. Pero se aseguraron que los escuchara. Y, así, tal vez, la amargura del DT fue menos profunda cuando manejó hasta su casa de Barrio Parque para cenar en familia luego de su día más difícil.
Caer en la obviedad de decir que lo que sucedió entre las 21.30 del miércoles y las 19.43 -hora en que abandonó la institución- fue crónica de un final anunciado es subestimar a quien ostenta la chapa de técnico más ganador de la historia de Boca (que haya dado vuelta en un café con Angelici una decisión que era unánime en toda la CD es sólo una muestra de lo que impone su figura). Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Indicios del desgaste había: ya en la conferencia de prensa posterior al 1-3 frente a Estudiantes, con preguntas que parecía que apuntaban más a exigir una renuncia que a indagar acerca de su situación personal y futbolística de su equipo, apareció un Bianchi distinto. Apagado. Sin sus explicaciones habituales con respecto al juego. Ni siquiera aportó la cuota de ironía o de soberbia cuando se sentía atacado. Dolido, sabía que mucho más camino por recorrer no quedaba. Aunque esperaba tener una chance más. Y así se lo hizo saber a Angelici en las primeras horas de la mañana.
“Carlos, esto es insostenible”. “Daniel, yo lo puedo revertir”. El intercambio en la casa del presidente parecía que le daba una vida más, con una derrota ante Vélez como instancia final. Llegó al Complejo Pedro Pompilio para dirigir el entrenamiento sin saber que la charla ante los jugadores sería la última. Apuntó a lo anímico, marcó los errores contra Estudiantes y les quiso tocar el orgullo anticipándoles que el domingo “podía ser su último partido”. Minutos más tarde Angelici lo llamó para comunicarle el cambio en la decisión y un rato más tarde se volvió a juntar con el plantel en el vestuario. Ya no había tiempo para más. “Sigo confiando en ustedes, tienen todo el potencial para salir adelante y yo voy a gritar los goles por televisión. Muchas gracias a todos”, les dijo en la última vez cara a cara con el grupo que formó y que no le pudo responder desde los resultados. Los hinchas lo estaban esperando afuera, mientras la noche ya era oscura y el frío muy cruel...