El debate de la portería empieza en el Barcelona: error de Bravo
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La pretemporada es una época magnífica porque no hay nada en juego y todo es mejorable. Ahí radica su encanto. Si no fuera así, hoy en Barcelona se afilarían cuchillos. El proyecto de Luis Enrique apunta pero no arranca. Se le concede el beneficio de la duda, pero de momento, las certezas se adivinan más por descarte que por acción. Es decir, tras el gris partido contra un Nápoles rácano (como la mayoría de equipos que se encontrará el Barça en los días serios), queda claro que se echa más de menos a los que no están que se elogia a los que comparecen.
El nuevo Barça de Luis Enrique tiene un aire indiscutible de pretemporada y se echa de menos a Neymar, a Messi y a Luis Suárez como solución a un equipo plano, gris y que parece un adolescente e sus primera prácticas de conducción. Da la sensación de que cualquier invento de Luis Enrique no es más que un ensayo burdo sin la presencia de los tres tiburones de ataque.Si a eso le sumamos la enorme cantada de Bravo en su debut como portero culé -un hecho que probablemente no lo tendrá en cuenta ni el técnico ni el interesado, pero sí los aficionados- el panorama se complica para Luis Enrique.
Ante el tedio gigante perpetrado en Ginebra el público ya tiene una certeza y ha despejado una incógnita: Ter Stegen parte con ventaja en la carrera por la portería. Obviamente es injusto pensar así, pero eso explíqueselo a la afición. Si alguien salió indemne del lamentable partido de ayer del Barça en Suiza, ese fue el portero alemán. La lista de damnificados es larga, por contra.
Fogueo. Lo que se demostró ayer en Ginebra ante el Nápoles es que por muchos partidos de pretemporada que juegue el Barça, nada será tomado en serio hasta que no figuren en el reparto los actores principales. Es decir, sin Messi, Neymar, Suárez y Xavi (y añadiría a unos ausentes Busquets, Iniesta y Piqué) nada de esto puede tomarse en serio.
Sirva como aviso que un Nápoles ordenado tácticamente y con muchos de sus jugadores suplentes supo sobrevivir ante un Barça que dejó muy claro que sin sus grandes cracks, es un equipo más. Por lo menos, mientras Ter Stegen no defienda la portería y Messi no amence.
La pretemporada es una época magnífica porque no hay nada en juego y todo es mejorable. Ahí radica su encanto. Si no fuera así, hoy en Barcelona se afilarían cuchillos. El proyecto de Luis Enrique apunta pero no arranca. Se le concede el beneficio de la duda, pero de momento, las certezas se adivinan más por descarte que por acción. Es decir, tras el gris partido contra un Nápoles rácano (como la mayoría de equipos que se encontrará el Barça en los días serios), queda claro que se echa más de menos a los que no están que se elogia a los que comparecen.
El nuevo Barça de Luis Enrique tiene un aire indiscutible de pretemporada y se echa de menos a Neymar, a Messi y a Luis Suárez como solución a un equipo plano, gris y que parece un adolescente e sus primera prácticas de conducción. Da la sensación de que cualquier invento de Luis Enrique no es más que un ensayo burdo sin la presencia de los tres tiburones de ataque.Si a eso le sumamos la enorme cantada de Bravo en su debut como portero culé -un hecho que probablemente no lo tendrá en cuenta ni el técnico ni el interesado, pero sí los aficionados- el panorama se complica para Luis Enrique.
Ante el tedio gigante perpetrado en Ginebra el público ya tiene una certeza y ha despejado una incógnita: Ter Stegen parte con ventaja en la carrera por la portería. Obviamente es injusto pensar así, pero eso explíqueselo a la afición. Si alguien salió indemne del lamentable partido de ayer del Barça en Suiza, ese fue el portero alemán. La lista de damnificados es larga, por contra.
Fogueo. Lo que se demostró ayer en Ginebra ante el Nápoles es que por muchos partidos de pretemporada que juegue el Barça, nada será tomado en serio hasta que no figuren en el reparto los actores principales. Es decir, sin Messi, Neymar, Suárez y Xavi (y añadiría a unos ausentes Busquets, Iniesta y Piqué) nada de esto puede tomarse en serio.
Sirva como aviso que un Nápoles ordenado tácticamente y con muchos de sus jugadores suplentes supo sobrevivir ante un Barça que dejó muy claro que sin sus grandes cracks, es un equipo más. Por lo menos, mientras Ter Stegen no defienda la portería y Messi no amence.