EEUU ataca infraestructura de Estado Islámico para proteger a kurdos en Irak
Irak, Reuters
Cazas estadounidenses lanzaron el viernes un ataque en Irak por primera vez desde el retiro de tropas en el 2011, en un intento por contener el avance de los insurgentes islamistas en la región de Kurdistán, después de que el presidente Barack Obama dijera que Washington debía actuar para evitar un "genocidio".
Los combatientes habían ganado terreno hasta un sector ubicado a media hora en auto de Arbil, la capital de la región autónoma de Kurdistán y donde se encuentran oficinas de importantes petroleras estadounidenses y europeas.
También han tomado control de la mayor represa de Irak, confirmaron el viernes autoridades kurdas, lo que podría permitirles inundar ciudades y cortar los suministros de agua y electricidad.
Un portavoz del Pentágono dijo que dos cazas F/A-18 dejaron caer bombas guiadas por láser contra una pieza de artillería móvil utilizada por combatientes del Estado Islámico para atacar a las fuerzas kurdas que defienden Arbil. En el transcurso del día se produjeron otros ataques, destacaron autoridades.
Obama autorizó los ataques aéreos luego de que decenas de miles de cristianos huyeran para evitar ser asesinados por combatientes del Estado Islámico que han crucificado y decapitado a sus prisioneros.
Estados Unidos también dejó caer suministros de ayuda para miembros de la antigua secta yazidi que se encuentran en una zona montañosa, rodeados por combatientes islamistas que les ordenan convertirse o enfrentar la muerte.
El Departamento de Estado dijo que aviones lanzaron 72 bultos de insumos, incluyendo 8.000 pociones de comida lista para comer y miles de galones de agua potable para los civiles.
En Bagdad, donde los políticos han paralizado sus actividades por la creciente violencia y el Estado parece colapsar, el máximo clérigo chií demandó la renuncia del primer ministro Nuri al-Maliki, una osada intervención que podría poner fin al Gobierno del veterano líder.
Los combatientes suníes del Estado Islámico, un grupo escindido de Al Qaeda que busca establecer un "califato" y erradicar a quienes considera infieles, han tomado control de vastas zonas del norte de Irak desde junio. Su campaña se ha acelerado dramáticamente en la última semana, cuando expulsaron a las tropas kurdas.
MINORÍAS HUYEN, EEUU BUSCA "AYUDAR"
Cientos de miles de cristianos iraquíes y otras minorías han huido de los rebeldes del Estado Islámico, quienes han difundido en Internet el asesinato de prisioneros.
El retiro de las tropas kurdas dejó a los insurgentes mucho más cerca de Arbil. Compañías petroleras estadounidenses y europeas en la zona han ordenado evacuaciones de emergencia de su personal.
"Previamente esta semana, un iraquí en el área le dijo al mundo: ´No hay nadie que venga a ayudarnos´", dijo Obama en un discurso televisado el jueves por la noche. "Bueno, hoy Estados Unidos va en ayuda".
"Podemos actuar cuidadosa y responsablemente para evitar un potencial acto de genocidio", agregó.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, dijo que "el futuro para Irak no puede ser más claro". El Estado Islámico ha "lanzado una campaña de terror contra los inocentes, entre ellos la minoría cristiana, y sus grotescos actos de violencia son señales que advierten de genocidio".
Pero el grupo Estado Islámico se mostró desafiante. Un combatiente dijo por teléfono a Reuters que los ataques de Estados Unidos "no tendrán impacto en nosotros".
"Los aviones atacaron posiciones que pueden ser estratégicas, pero nosotros no operamos así. Estamos entrenados para la guerra de guerrillas callejera", destacó. "Dios está con nosotros y nuestra promesa es el paraíso. Cuando la promesa es el paraíso, ¿crees que la muerte nos detendrá?".
Aunque el avance constante de los insurgentes ha amenazado con destruir a Irak como Estado democrático, los políticos en Bagdad no han conseguido llegar a un acuerdo sobre la formación de un nuevo Gobierno desde las elecciones poco concluyentes celebradas en abril.
Nuri al-Maliki, un musulmán chií cuyos adversarios lo acusan de avivar la revuelta suní al gobernar de una manera demasiado autoritaria, se ha rehusado a abandonar el poder para dar paso a una figura menos divisiva, en desafío a la presión ejercida por Washington y Teherán.
El gran ayatolá Ali al-Sistani, un erudito de 84 años cuya palabra es ley para millones de chiíes en Irak y de otras partes del mundo, ha presionado reiteradamente a los políticos para que busquen el consenso y reunifiquen el país.
En su sermón semanal de los viernes, Sistani hizo su pedido más directo por la renuncia de Maliki. Aunque no mencionó al primer ministro, dijo que los políticos en el poder estaban cometiendo un "grave error" y que era necesario elegir a otro líder para poner fin a la crisis de seguridad de Irak.
Fotógrafos de Reuters mostraron el jueves imágenes de insurgentes que habían izado su bandera negra sobre un puesto de control situado a apenas 45 kilómetros de Arbil, una ciudad de 1,5 kilómetros que se convirtió en centro de la industria local del petróleo cuando el resto de Irak solía ser demasiado peligroso para los trabajadores de petroleras extranjeras.
Petroleras estadounidenses como Exxon Mobil y Chevron evacuaron a trabajadores extranjeros de Kurdistán el jueves. Compañías más pequeñas también evacuaron a su personal y redujeron sus operaciones, al tiempo que sus acciones sufrían fuertes pérdidas el viernes.
Cazas estadounidenses lanzaron el viernes un ataque en Irak por primera vez desde el retiro de tropas en el 2011, en un intento por contener el avance de los insurgentes islamistas en la región de Kurdistán, después de que el presidente Barack Obama dijera que Washington debía actuar para evitar un "genocidio".
Los combatientes habían ganado terreno hasta un sector ubicado a media hora en auto de Arbil, la capital de la región autónoma de Kurdistán y donde se encuentran oficinas de importantes petroleras estadounidenses y europeas.
También han tomado control de la mayor represa de Irak, confirmaron el viernes autoridades kurdas, lo que podría permitirles inundar ciudades y cortar los suministros de agua y electricidad.
Un portavoz del Pentágono dijo que dos cazas F/A-18 dejaron caer bombas guiadas por láser contra una pieza de artillería móvil utilizada por combatientes del Estado Islámico para atacar a las fuerzas kurdas que defienden Arbil. En el transcurso del día se produjeron otros ataques, destacaron autoridades.
Obama autorizó los ataques aéreos luego de que decenas de miles de cristianos huyeran para evitar ser asesinados por combatientes del Estado Islámico que han crucificado y decapitado a sus prisioneros.
Estados Unidos también dejó caer suministros de ayuda para miembros de la antigua secta yazidi que se encuentran en una zona montañosa, rodeados por combatientes islamistas que les ordenan convertirse o enfrentar la muerte.
El Departamento de Estado dijo que aviones lanzaron 72 bultos de insumos, incluyendo 8.000 pociones de comida lista para comer y miles de galones de agua potable para los civiles.
En Bagdad, donde los políticos han paralizado sus actividades por la creciente violencia y el Estado parece colapsar, el máximo clérigo chií demandó la renuncia del primer ministro Nuri al-Maliki, una osada intervención que podría poner fin al Gobierno del veterano líder.
Los combatientes suníes del Estado Islámico, un grupo escindido de Al Qaeda que busca establecer un "califato" y erradicar a quienes considera infieles, han tomado control de vastas zonas del norte de Irak desde junio. Su campaña se ha acelerado dramáticamente en la última semana, cuando expulsaron a las tropas kurdas.
MINORÍAS HUYEN, EEUU BUSCA "AYUDAR"
Cientos de miles de cristianos iraquíes y otras minorías han huido de los rebeldes del Estado Islámico, quienes han difundido en Internet el asesinato de prisioneros.
El retiro de las tropas kurdas dejó a los insurgentes mucho más cerca de Arbil. Compañías petroleras estadounidenses y europeas en la zona han ordenado evacuaciones de emergencia de su personal.
"Previamente esta semana, un iraquí en el área le dijo al mundo: ´No hay nadie que venga a ayudarnos´", dijo Obama en un discurso televisado el jueves por la noche. "Bueno, hoy Estados Unidos va en ayuda".
"Podemos actuar cuidadosa y responsablemente para evitar un potencial acto de genocidio", agregó.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, dijo que "el futuro para Irak no puede ser más claro". El Estado Islámico ha "lanzado una campaña de terror contra los inocentes, entre ellos la minoría cristiana, y sus grotescos actos de violencia son señales que advierten de genocidio".
Pero el grupo Estado Islámico se mostró desafiante. Un combatiente dijo por teléfono a Reuters que los ataques de Estados Unidos "no tendrán impacto en nosotros".
"Los aviones atacaron posiciones que pueden ser estratégicas, pero nosotros no operamos así. Estamos entrenados para la guerra de guerrillas callejera", destacó. "Dios está con nosotros y nuestra promesa es el paraíso. Cuando la promesa es el paraíso, ¿crees que la muerte nos detendrá?".
Aunque el avance constante de los insurgentes ha amenazado con destruir a Irak como Estado democrático, los políticos en Bagdad no han conseguido llegar a un acuerdo sobre la formación de un nuevo Gobierno desde las elecciones poco concluyentes celebradas en abril.
Nuri al-Maliki, un musulmán chií cuyos adversarios lo acusan de avivar la revuelta suní al gobernar de una manera demasiado autoritaria, se ha rehusado a abandonar el poder para dar paso a una figura menos divisiva, en desafío a la presión ejercida por Washington y Teherán.
El gran ayatolá Ali al-Sistani, un erudito de 84 años cuya palabra es ley para millones de chiíes en Irak y de otras partes del mundo, ha presionado reiteradamente a los políticos para que busquen el consenso y reunifiquen el país.
En su sermón semanal de los viernes, Sistani hizo su pedido más directo por la renuncia de Maliki. Aunque no mencionó al primer ministro, dijo que los políticos en el poder estaban cometiendo un "grave error" y que era necesario elegir a otro líder para poner fin a la crisis de seguridad de Irak.
Fotógrafos de Reuters mostraron el jueves imágenes de insurgentes que habían izado su bandera negra sobre un puesto de control situado a apenas 45 kilómetros de Arbil, una ciudad de 1,5 kilómetros que se convirtió en centro de la industria local del petróleo cuando el resto de Irak solía ser demasiado peligroso para los trabajadores de petroleras extranjeras.
Petroleras estadounidenses como Exxon Mobil y Chevron evacuaron a trabajadores extranjeros de Kurdistán el jueves. Compañías más pequeñas también evacuaron a su personal y redujeron sus operaciones, al tiempo que sus acciones sufrían fuertes pérdidas el viernes.