Corea del Norte apuesta por la ‘diplomacia de la lucha libre’
Un parlamentario japonés organiza una velada de boxeo y artes marciales tras un deshielo en la relación entre Pyongyang y Tokio
Naiara Galarraga
Pyongyang, El País
Pyongyang, la capital de Corea del Norte, acoge este sábado por la noche lo que se puede calificar como uno de los espectáculos más extravagantes del mundo. Extravagante porque la velada de lucha libre y artes marciales se celebra en el país más hermético del mundo; porque es el primer experimento del combinado deporte-espectáculo-diplomacia tras el partido de baloncesto que Dennis Rodman y otros veteranos de la NBA jugaron aquí en enero pasado; y porque el promotor de la velada es cuando menos peculiar: el japonés Kanji, Antonio, Inoki fue profesional de la lucha libre, se midió con el boxeador Muhammad Ali en 1976 en Tokio y ahora es miembro del Parlamento de su país. El régimen que lidera Kim Jong-un, ávido de atraer turistas y divisas —y de paso mejorar su imagen internacional—, ha convertido el combate en todo un acontecimiento local.
La doble velada, que se ha publicitado a los turistas occidentales aficionados a las vacaciones bizarras como La extravaganza de Inoki, continuará el domingo y coincide con un leve deshielo diplomático en las tensas relaciones entre Pyongyang y Tokio a cuenta de los ciudadanos japoneses que Corea del Norte secuestró en los setenta y ochenta para que instruyeran a sus espías. Dos de las 12 víctimas que, según el recuento oficial, siguen en paradero desconocido fueron secuestradas en Madrid en 1980.
Cinco de aquellos japoneses secuestrados por Pyongyang para enseñar su idioma y sus costumbres a norcoreanos que pretendían infiltrarse en Japón fueron retornados en 2002. Pero nada se sabe del resto desde entonces. Las negociaciones entre ambos países avanzaron recientemente. Las autoridades de Corea del Norte se comprometieron a crear una comisión de investigación oficial sobre la docena de desaparecidos que tiene previsto anunciar sus conclusiones en septiembre y Tokio decidió levantar parcialmente este verano las restricciones de viajar a Corea del Norte.
Inoki, que ha viajado al país en múltiples ocasiones, declaró el viernes en un hotel de lujo de Pyongyang nada más aterrizar que espera que “este campeonato sirva como intercambio de cultura y deporte entre ambos países” y contribuya a consolidar la mejora en las relaciones bilaterales. Su pertenencia al Parlamento fue temporalmente anulada por un viaje previo sin permiso a Pyongyang.
La relación de Inoki con Corea del Norte viene de lejos aunque ninguno de los norcoreanos consultados estos días en la capital había oído hablar de él antes del evento. El mentor de este japonés de mentón cuadrado, pelo teñido de negro y siempre con una bufanda roja era norcoreano. Hace casi dos décadas Inoki protagonizó otra velada similar —esta vez no combate— frente a un estadounidense.
El organizador del espectáculo, el japonés Kanji Inoki, 'Antonio'. / AP
Para darle más sabor al combate, la estrella principal es un ciudadano del archienemigo Estados Unidos. Bob Sapp, La Bestia, es una mole que jugó brevemente como profesional de fútbol americano en EEUU y es famosísimo en Japón. Sapp se ha mostrado extremadamente cauteloso en sus declaraciones. Pesa el precedente de Rodman, al que desde organizaciones de defensa de los derechos humanos hasta el Congreso estadounidense acusaron de prestarse a la propaganda de Corea del Norte. Nada más llegar a Pyongyang La Bestia alabó el aire puro, el escaso tráfico y que no hay obesos. Y anunció que había dejado su ordenador y todos sus cachivaches electrónicos en Japón.
Aunque las calles de la capital norcoreana están plagadas de carteles propagandísticos del régimen, no hay publicidad de ningún tipo, tampoco del combate. Por eso Kim Su Yu, de 40 años, no sabía lo que ocurría cuando, este viernes, al regreso a casa del trabajo se topó con una multitud. Se acercó a echar un vistazo, según explicó después entre el gentío. Eran Inoki, Sapp y la veintena de luchadores que protagonizan el espectáculo. Estaban frente a una escuela de lucha libre para ofrecer un anticipo del evento que darán este sábado en el estadio Ryugyong, con capacidad para 20.000 personas. Para la señora Kim, si el estadounidense La Bestia “ha venido al país como deportista, está bien”. Arracimados, ella y otros ciudadanos miraban curiosos cómo el gigante brasileño Montanha Silva desplazaba un autobús con una cuerda o cómo el estadounidense echaba un pulso a varios críos norcoreanos.
Naiara Galarraga
Pyongyang, El País
Pyongyang, la capital de Corea del Norte, acoge este sábado por la noche lo que se puede calificar como uno de los espectáculos más extravagantes del mundo. Extravagante porque la velada de lucha libre y artes marciales se celebra en el país más hermético del mundo; porque es el primer experimento del combinado deporte-espectáculo-diplomacia tras el partido de baloncesto que Dennis Rodman y otros veteranos de la NBA jugaron aquí en enero pasado; y porque el promotor de la velada es cuando menos peculiar: el japonés Kanji, Antonio, Inoki fue profesional de la lucha libre, se midió con el boxeador Muhammad Ali en 1976 en Tokio y ahora es miembro del Parlamento de su país. El régimen que lidera Kim Jong-un, ávido de atraer turistas y divisas —y de paso mejorar su imagen internacional—, ha convertido el combate en todo un acontecimiento local.
La doble velada, que se ha publicitado a los turistas occidentales aficionados a las vacaciones bizarras como La extravaganza de Inoki, continuará el domingo y coincide con un leve deshielo diplomático en las tensas relaciones entre Pyongyang y Tokio a cuenta de los ciudadanos japoneses que Corea del Norte secuestró en los setenta y ochenta para que instruyeran a sus espías. Dos de las 12 víctimas que, según el recuento oficial, siguen en paradero desconocido fueron secuestradas en Madrid en 1980.
Cinco de aquellos japoneses secuestrados por Pyongyang para enseñar su idioma y sus costumbres a norcoreanos que pretendían infiltrarse en Japón fueron retornados en 2002. Pero nada se sabe del resto desde entonces. Las negociaciones entre ambos países avanzaron recientemente. Las autoridades de Corea del Norte se comprometieron a crear una comisión de investigación oficial sobre la docena de desaparecidos que tiene previsto anunciar sus conclusiones en septiembre y Tokio decidió levantar parcialmente este verano las restricciones de viajar a Corea del Norte.
Inoki, que ha viajado al país en múltiples ocasiones, declaró el viernes en un hotel de lujo de Pyongyang nada más aterrizar que espera que “este campeonato sirva como intercambio de cultura y deporte entre ambos países” y contribuya a consolidar la mejora en las relaciones bilaterales. Su pertenencia al Parlamento fue temporalmente anulada por un viaje previo sin permiso a Pyongyang.
La relación de Inoki con Corea del Norte viene de lejos aunque ninguno de los norcoreanos consultados estos días en la capital había oído hablar de él antes del evento. El mentor de este japonés de mentón cuadrado, pelo teñido de negro y siempre con una bufanda roja era norcoreano. Hace casi dos décadas Inoki protagonizó otra velada similar —esta vez no combate— frente a un estadounidense.
El organizador del espectáculo, el japonés Kanji Inoki, 'Antonio'. / AP
Para darle más sabor al combate, la estrella principal es un ciudadano del archienemigo Estados Unidos. Bob Sapp, La Bestia, es una mole que jugó brevemente como profesional de fútbol americano en EEUU y es famosísimo en Japón. Sapp se ha mostrado extremadamente cauteloso en sus declaraciones. Pesa el precedente de Rodman, al que desde organizaciones de defensa de los derechos humanos hasta el Congreso estadounidense acusaron de prestarse a la propaganda de Corea del Norte. Nada más llegar a Pyongyang La Bestia alabó el aire puro, el escaso tráfico y que no hay obesos. Y anunció que había dejado su ordenador y todos sus cachivaches electrónicos en Japón.
Aunque las calles de la capital norcoreana están plagadas de carteles propagandísticos del régimen, no hay publicidad de ningún tipo, tampoco del combate. Por eso Kim Su Yu, de 40 años, no sabía lo que ocurría cuando, este viernes, al regreso a casa del trabajo se topó con una multitud. Se acercó a echar un vistazo, según explicó después entre el gentío. Eran Inoki, Sapp y la veintena de luchadores que protagonizan el espectáculo. Estaban frente a una escuela de lucha libre para ofrecer un anticipo del evento que darán este sábado en el estadio Ryugyong, con capacidad para 20.000 personas. Para la señora Kim, si el estadounidense La Bestia “ha venido al país como deportista, está bien”. Arracimados, ella y otros ciudadanos miraban curiosos cómo el gigante brasileño Montanha Silva desplazaba un autobús con una cuerda o cómo el estadounidense echaba un pulso a varios críos norcoreanos.