ANÁLISIS / Un Madrid gris hace los deberes

Benzema desatascó al Madrid con un cabezazo y Cristiano hizo el tanto de la tranquilidad tras varios sustos de un buen Córdoba. Pitos cuando Khedira entró por Benzema.


Madrid, As
El Madrid sigue espeso como el cemento, confuso y deshilachado. El Córdoba se encargó de recordárselo a la afición madridista, que sufrió un paro cardíaco cuando a Xisco le anularon el gol del empate en el 70’ por clara posición de fuera de juego. El aviso quedaba dado y Ancelotti entró en pánico: metió a Khedira en el campo por Benzema y montó un 4-4-2 de protección que resumía la inseguridad que se mascaba en el ambiente. Y resultó que al italiano le salió moderadamente bien el arrugón, pues Cristiano encontró su terreno y marcó dos goles. El primero bien anulado; el segundo, de impepinable trallazo, sentenció.


La victoria calmó la tensión del graderío y apagó un murmullo de natural desagrado que fue creciendo en la segunda parte, a la vez que el Córdoba se encontró cómodo tocando mucho balón. Y es que el Madrid empezó con intenciones, apoyado en Kroos y un James proactivo, pero fue derivando en un tumulto confuso de mitad hacia arriba, plano de ideas y nulo por las bandas. ¿Dónde estaba Di María? Este partido pedía a gritos un ‘rompedor’ como el Fideo, pero a esas horas ya estaba aterrizando en Manchester. La alternativa se llamó Isco y lo cierto es que no lo hizo mal cuando entró, pero tampoco del todo bien.

El Madrid prometía buenas maneras al saltar con doble pivote y James de enganche, poniendo muchos balones en el área de Juan Carlos, por cierto muy buen guardameta. En uno volado, a Cristiano le hizo penalti Crespo por leve empujón, pero Gil Manzano echó una mano al Córdoba, no se sabe si como premio al reciente ascenso.

Y no le hacía falta al equipo del Chapi esta ayuda, porque se supo defender de maravilla, tanto tácticamente como con el balón en el pie. De tal manera fue enredando al Madrid, deshaciendo su bravura con un gran aplomo y confiándose en un escenario que no le venía grande. En esa pose aguantó media hora, justo hasta que Benzema dio el cabezazo a la red en un saque de córner milimétrico de Kroos. ¿Era el anuncio de un partido resuelto para los blancos? Pues no, al contrario.

Haciendo buena la sensación del desajuste en el que vive el Madrid, a algunos jugadores se les fue el oremus. No digamos sólo a un Arbeloa fuera de punto, también a Marcelo, a Modric, al propio Bale... El Córdoba se encontró ante un auténtico chollo, con espacios abiertos, oportunidades para empatar y muy pocas angustias en el área de Juan Carlos.

Superado el susto del referido gol anulado a Xisco, cima del despiste global madridista, Ancelotti decidió dar carpetazo al partido amarrando con todo lo que tenía. A la fuerza bajó de revoluciones al Córdoba y entonces apareció Cristiano, irreductible aunque por dentro algo le duela. Siempre quedará Cristiano para poner orden.

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