Ricciardo venció en el Gran Premio de Hungría
Se veía la mirada bajo las gafas de sol oscuras, gesto contraído, ceño fruncido, la boca moviéndose inquieta de un lado a otro. “Ya veremos”. Alonso respondió a la pregunta como si, de repente, hubiera un desafío interior, algo que le dijese que la utopía era posible. Si el español no hubiese terminado en el podio en Hungría su equipo hubiera igualado el peor arranque de su historia, sólo un podio en once carreras en 1986. Ésa fue la pregunta de Antonio Lobato a Fernando el jueves. Era lógico. Pero no. Hay quien es capaz de construir imposibles gracias a un don, de demostrar el talento donde otros apenas pueden soñar. Por eso son seres especiales, héroes de nuestro tiempo, personas capaces de hacer felices a los demás con una gorra, con una demostración de afecto, pilotos que se juegan la vida para ganar. La victoria. Un concepto que debe ser abierto.
Porque ayer hubo tres vencedores. La carrera la ganó Daniel Ricciardo, un piloto joven repleto de descaro y calidad que ya ha vencido dos esta temporada; la ganó Fernando, el mejor de los mejores capaz con un Ferrari, que es el cuarto coche de la parrilla, de acabar en el podio y ceder el triunfo a tres vueltas del final, de acabar por delante de los dos Mercedes sobrenaturales. Y la ganó Lewis Hamilton, tercero después de salir desde el pit lane y acabar por delante de su compañero de equipo que partía desde la pole. Tres genios. Tres.
La carrera tuvo su historia, sus coches de seguridad, dos al menos, su lluvia antes de empezar, su pista mojada, sus cambios de lideratos, sus adelantamientos increíbles...
Gomas intermedias y desde la pole, el líder del Mundial, Rosberg conservando su puesto y Alonso ya pasando a Vettel y Ricciardo, Hamilton que se sale dos veces en cinco vueltas. Y en la vuelta nueve, primer safety. Entran unos y otros a cambiar y a los primeros les pilla en vuelta cambiada. Ricciardo, líder, Alonso, octavo… y empieza la clase maestra.
El asturiano pasa a Vettel, Rosberg y Vergne para ser tercero. Pista aún mojada, neumáticos lisos. Talento puro. Dos segundos por vuelta a Raikkonen, mismo coche, a Hamilton o Rosberg, 1,5 a Ricciardo. Asombro en las gradas. Pero llega el segundo safety con ‘Checo’ empotrado en el muro. El australiano de Red Bull pone blandos, Fernando es líder por delante de un gran Vergne, Rosberg y Vettel. Ricciardo sale sexto. En la vuelta 39 de 70 entra en boxes y en 2,5 segundos le ponen el blando con el que terminará la carrera, 31 con esas gomas. Otro imposible. Al salir Ricciardo es líder con Alonso segundo y Hamilton tercero por delante de Rosberg.
La victoria parece posible, pero Ricciardo entra a poner los blandos para volar al final. Con los neumáticos destrozados últimas vueltas de lucha de una espada contra dos cohetes. Daniel pasa al inglés. Y a Alonso a tres vueltas del final. Imposibles sí, milagros, quizá… Dos vueltas más con los dos Mercedes acechando. Segundo. Otro ganador. ¿Habrá victoria real este año? ¿Imposible? Ya veremos…