Putin firma en Argentina un acuerdo de cooperación en energía nuclear
La presidenta Fernández cuenta con Moscú para reducir el déficit energético
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
El gigante ruso ha salido de compras por América Latina. Y el Gobierno de Argentina, víctima de un déficit energético que condiciona toda su economía, lo recibe con los brazos abiertos. Vladímir Putin inició el viernes una gira en La Habana que concluirá el martes en la ciudad brasileña de Fortaleza en la cumbre de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Pero antes visitó Argentina, país al que elogió como “socio estratégico de Rusia en América Latina, en la ONU y el G20”.
Los mandatarios de Rusia y Argentina firmaron a primera hora de la tarde de este sábado acuerdos de cooperación en materias de comunicación, de asistencia legal recíproca en materia penal y de cooperación en el uso de la energía nuclear pacífica. La presidenta Cristina Fernández recalcó que su Gobierno tiene “muchos deseos de profundizar su relación con Rusia”, y anunció la firma de “acuerdos muy importantes en materia nuclear” para la generación de energía. Para Fernández fue una “excelente reunión de trabajo”. Por su parte, Putin calificó de “estratégica” la relación entre los dos países y agradeció “la oportunidad de discutir la estrategia de interés mutuo”.
Los acuerdos con Rusia no tienen ni de forma remota la dimensión de los que espera firmar en breve Argentina con China, cuyo presidente, Xi Jinping, llegará el próximo sábado a Buenos Aires con la intención de concretar inversiones en trenes y obras públicas (como la presa para producción hidroeléctrica Néstor Kirchner) por un monto de hasta 12.000 millones de dólares (unos 8.800 millones de euros). Pero la importancia de contar con un socio estratégico entre los BRICS puede ser determinante para Argentina.
Los cinco países que integran los BRICS planean crear un Nuevo Banco de Desarrollo que sirva como un Fondo Monetario Internacional (FMI), organización con la que el Gobierno argentino ha mantenido durante años grandes desencuentros. Sin aludir expresamente al FMI, Cristina Fernández, señaló el sábado que es necesario “impulsar la reforma de organismos que no han dado respuestas a lo que está pasando” en el mundo. Sin duda, estaba aludiendo a la batalla jurídica que mantiene su Gobierno con los fondos de inversión conocidos como buitres. En esa batalla, de nada le ha servido a Argentina contar con el apoyo expreso del FMI o de los presidentes de Italia y Francia. “Creemos en la multilateralidad”, dijo Fernández, “en la multipolaridad, en la necesidad de que los países no tengan un doble estándar, donde podamos arribar a soluciones justas, vinculadas al derecho internacional”.
La visita de Putin provocó la primera comparecencia pública de Cristina Fernández en diez días, ya que se encontraba convaleciente a causa de una laringitis aguda que le había contagiado su nieto, Néstor Iván. La enfermedad la obligó a cancelar un viaje oficial a Paraguay y a suspender su discurso en el Día de la Independencia, el pasado 9 de julio, con lo que tuvo que ser sustituida por el vicepresidente, Amado Boudou, procesado por un caso de corrupción. A causa de la laringitis, Fernández se vio impelida también a excusar su presencia ante la mandataria brasileña, Dilma Rousseff, en la final del domingo entre Alemania y Argentina. Sin embargo, Fernández se esforzó en agasajar a Putin. Lo recibió en la Casa Rosada después del mediodía. Y por la noche, tiene preparada una cena a la que también están invitados los presidentes de Uruguay (José Mujica), Venezuela (Nicolás Maduro) y Bolivia (Evo Morales).
La relación entre Rusia y Argentina se estrechó tras la anexión rusa de la región ucraniana de Crimea. Mientras los mandatarios de Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Japón, Italia, y Canadá apartaron a Rusia del grupo de países más industrializados del mundo, el G8, que pasaría a llamarse G-7, Argentina criticó el “doble rasero” que usaban Estados Unidos y Reino Unido cuando hablaban de “integridad territorial” de Ucrania y cuando lo hacían de “Crimea”. Después de esas declaraciones, el pasado mes de marzo, Putin telefoneó a Fernández para agradecerle su postura.
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
El gigante ruso ha salido de compras por América Latina. Y el Gobierno de Argentina, víctima de un déficit energético que condiciona toda su economía, lo recibe con los brazos abiertos. Vladímir Putin inició el viernes una gira en La Habana que concluirá el martes en la ciudad brasileña de Fortaleza en la cumbre de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Pero antes visitó Argentina, país al que elogió como “socio estratégico de Rusia en América Latina, en la ONU y el G20”.
Los mandatarios de Rusia y Argentina firmaron a primera hora de la tarde de este sábado acuerdos de cooperación en materias de comunicación, de asistencia legal recíproca en materia penal y de cooperación en el uso de la energía nuclear pacífica. La presidenta Cristina Fernández recalcó que su Gobierno tiene “muchos deseos de profundizar su relación con Rusia”, y anunció la firma de “acuerdos muy importantes en materia nuclear” para la generación de energía. Para Fernández fue una “excelente reunión de trabajo”. Por su parte, Putin calificó de “estratégica” la relación entre los dos países y agradeció “la oportunidad de discutir la estrategia de interés mutuo”.
Los acuerdos con Rusia no tienen ni de forma remota la dimensión de los que espera firmar en breve Argentina con China, cuyo presidente, Xi Jinping, llegará el próximo sábado a Buenos Aires con la intención de concretar inversiones en trenes y obras públicas (como la presa para producción hidroeléctrica Néstor Kirchner) por un monto de hasta 12.000 millones de dólares (unos 8.800 millones de euros). Pero la importancia de contar con un socio estratégico entre los BRICS puede ser determinante para Argentina.
Los cinco países que integran los BRICS planean crear un Nuevo Banco de Desarrollo que sirva como un Fondo Monetario Internacional (FMI), organización con la que el Gobierno argentino ha mantenido durante años grandes desencuentros. Sin aludir expresamente al FMI, Cristina Fernández, señaló el sábado que es necesario “impulsar la reforma de organismos que no han dado respuestas a lo que está pasando” en el mundo. Sin duda, estaba aludiendo a la batalla jurídica que mantiene su Gobierno con los fondos de inversión conocidos como buitres. En esa batalla, de nada le ha servido a Argentina contar con el apoyo expreso del FMI o de los presidentes de Italia y Francia. “Creemos en la multilateralidad”, dijo Fernández, “en la multipolaridad, en la necesidad de que los países no tengan un doble estándar, donde podamos arribar a soluciones justas, vinculadas al derecho internacional”.
La visita de Putin provocó la primera comparecencia pública de Cristina Fernández en diez días, ya que se encontraba convaleciente a causa de una laringitis aguda que le había contagiado su nieto, Néstor Iván. La enfermedad la obligó a cancelar un viaje oficial a Paraguay y a suspender su discurso en el Día de la Independencia, el pasado 9 de julio, con lo que tuvo que ser sustituida por el vicepresidente, Amado Boudou, procesado por un caso de corrupción. A causa de la laringitis, Fernández se vio impelida también a excusar su presencia ante la mandataria brasileña, Dilma Rousseff, en la final del domingo entre Alemania y Argentina. Sin embargo, Fernández se esforzó en agasajar a Putin. Lo recibió en la Casa Rosada después del mediodía. Y por la noche, tiene preparada una cena a la que también están invitados los presidentes de Uruguay (José Mujica), Venezuela (Nicolás Maduro) y Bolivia (Evo Morales).
La relación entre Rusia y Argentina se estrechó tras la anexión rusa de la región ucraniana de Crimea. Mientras los mandatarios de Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Japón, Italia, y Canadá apartaron a Rusia del grupo de países más industrializados del mundo, el G8, que pasaría a llamarse G-7, Argentina criticó el “doble rasero” que usaban Estados Unidos y Reino Unido cuando hablaban de “integridad territorial” de Ucrania y cuando lo hacían de “Crimea”. Después de esas declaraciones, el pasado mes de marzo, Putin telefoneó a Fernández para agradecerle su postura.