Más de 500 palestinos muertos en la ofensiva israelí en Gaza

Juan Gómez
Gaza, El País
Yunis Baker no deja de vigilar el cielo cuando sale de casa. El niño, de siete años, busca los drones armados que revolotean sin pausa sobre Gaza, teledirigidos desde algún lugar de Israel. El Ejército no aclara si fue uno de estos aparatos el que mató el miércoles pasado a cuatro de sus primos, de entre 9 y 11 años, mientras jugaban en una playa de Gaza con él y con su hermano Hamad, de 13. Los chicos huían de una primera explosión en el muelle cuando, a unos 200 metros, les alcanzó de lleno otro proyectil ante los ojos atónitos de un grupo de periodistas. Su padre, Jamís, señalaba este lunes a Hamad en el patio anterior de su casa: “Tenía metralla en el pecho y está curándose, pero Yunis tiene algo peor”. Apenas habla, no sonríe, no duerme. Lo encuentran acurrucado bajo la cama todas las mañanas. El pescador gazatí, de 52 años, reprimía el llanto al explicar que su hijo pequeño “es otra persona al 90%”. Si nadie les ayuda, cree, están “a punto de perderlo del todo”.


Las muertes en Gaza aumentaron rápidamente desde que Israel comenzó su invasión terrestre, el pasado jueves. Los muertos palestinos superaban este lunes los 500. Según cálculos del Centro Palestino de Derechos Humanos (PCHR), más del 75% son civiles y, de ellos, más de un centenar eran niños.

Entre los objetivos alcanzados este lunes por los israelíes destaca el hospital Al Aqsa. Cuatro personas murieron en este segundo ataque contra un centro sanitario. Este estaba lleno de pacientes, incluidos 135 niños. El ataque obedeció a que “había un depósito de proyectiles antitanque almacenados en un vecindario aledaño al hospital”, según una nota del Ejército citada por Efe. Israel denunció este lunes que las milicias habían disparado cohetes desde el hospital Wafa, alcanzado hace días tras ser evacuado.

El Ejército confirmó que ha sufrido 25 bajas. Es una cifra considerable para las Fuerzas Armadas de Israel, acostumbradas a avanzar con gran cautela y protegidos por su abrumadora superioridad militar. Los palestinos no tienen Armada, aviación ni vehículos blindados. Cuatro de los soldados cayeron este lunes en el asalto desde la retaguardia de un grupo de milicianos de Hamás provistos de uniformes israelíes.

Los niños Yunis y Hamad Baker son supervivientes, pero los constantes bombardeos y ataques israelíes por tierra, mar y aire se están cobrando tasas espeluznantes de vidas infantiles. Era un niño uno de cada cinco palestinos que han muerto bajo las bombas desde que Israel empezó esta operación militar, hace dos semanas. El 43% de los habitantes de la Franja tiene menos de 14 años. El área está tan densamente poblada como una gran ciudad. La noche de este lunes llegaban noticias de un bombardeo que había matado a 13 personas en el centro de Gaza. Entre ellas había al menos cinco niños.

El funcionamiento de la morgue del hospital de Al Shifa se beneficia de la costumbre musulmana de enterrar a los muertos antes de 24 horas. Los cadáveres entran en sacos blancos manchados de rojo. A la puerta se apiña una multitud de hombres que esperan para reconocer a sus muertos y llevarlos al cementerio. En las horas punta tras los bombardeos más duros hay que cuidarse para no resbalar en los charcos de sangre entre los forcejeos de docenas de hombres. Un empleado del hospital va abriendo las cremalleras de los sacos alineados por el suelo, lo justo para descubrir el rostro. Entrar requiere esfuerzo, pero el grupo se aparta para que salgan los que acaban de ver a un familiar en una de las bolsas. En el trajín de este lunes, a las cuatro de la tarde, un empleado se tapaba la nariz para abrir el armario de aluminio donde guardan los restos de los niños por identificar.

Mahmud Yazgui, de 20 años, acababa de ver salir los cadáveres de sus sobrinos Hatem y Yasmín, de 2 y 4 años. Murieron por el proyectil de tanque que reventó la vivienda de sus abuelos. Sus padres los habían mandado a dormir allí porque creyeron que era un sitio seguro. Los ancianos también murieron. Horas antes, también en el centro de Gaza, cuatro niños de la familia Hallaq habían muerto en un bombardeo aéreo que destrozó tres pisos en el edificio Córdoba del barrio de Rimal. Algunos vecinos limpiaban la sangre de la escalera, mientras buscaban los restos de uno de los niños entre los cascotes. En la devastación de las viviendas se veían cuadernos escolares con dibujos de Bob Esponja.

Esta acumulación de víctimas infantiles en los ataques llevó a que Washington pidiera a Israel que “tome mayores precauciones” para proteger a los civiles. No solo a los niños, también a los ancianos, las mujeres y los cientos de hombres que, como comprueban cuidadosamente los empleados del Centro Palestino para los Derechos Humanos, mueren sin haber tenido ninguna relación con las milicias islamistas.

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