Los inversores se refugian en activos seguros ante los crecientes conflictos
El dólar se fortalece y aumenta la demanda de bonos de EE UU y Alemania
Alicia González
Madrid, El País
Una vieja tesis sostiene que las grandes crisis económicas y financieras derivan en grandes conflictos, precisamente por las tremendas consecuencias sociales, políticas y económicas que conllevan. Ahora que los inversores habían aprendido a convivir con las secuelas de la mayor catástrofe financiera desde la Gran Depresión y que había incluso quienes alertaban de la excesiva calma en la que se habían instalado los mercados, la mayor concentración de crisis geopolíticas en varias décadas ha destapado un escenario de riesgos, que puede durar más de lo previsto.
“Desde 2008, la seguridad global se ha deteriorado cada año, con 111 países experimentando un deterioro y sólo 51 una mejora”, admite el economista jefe de Capital Economics, Julian Jessop, citando un informe del Instituto para la Economía y la Paz. “No hay duda de que el mundo es hoy mucho más peligroso de lo que era hace unos pocos años”, recalca.
El dinero es poco amigo de las incertidumbres, y ayer los inversores apostaron por los activos considerados seguros, como el dólar, que ha ganado más de un 16% desde mayo; los bonos de Estados Unidos y Alemania, cuyas rentabilidades han caído a niveles históricamente bajos, y el oro, que ayer ganaba otro 0,5% hasta los 1.306,5 dólares por onza. Las fuertes pérdidas del inicio de la jornada en las Bolsas europeas se diluyeron a lo largo del día y buena parte de los índices terminaron en positivo. El índice Vix de Chicago, considerado un indicador adelantado de riesgo al estimar la volatilidad futura de los mercados, alcanzó el jueves su nivel más alto desde abril y, pese a ello, se sitúa en los niveles más bajos de los últimos cinco años. El barril de crudo Brent cerró por encima de los 107 dólares tras la escalada del conflicto en Gaza, las tensiones en Irak y el enfrentamiento que sigue abierto en Siria. Las más perjudicadas por esta huida del dinero hacia activos refugio fueron las divisas de las grandes economías emergentes, como Rusia, Brasil o Turquía.
“Las crecientes tensiones geopolíticas y el moderado ritmo de crecimiento general han agudizado las percepciones de riesgo en los mercados”, apuntaba un informe de Bank of America Merrill Lynch. Un ejemplo evidente es China. El conflicto abierto con sus vecinos ante su intento de construir una plataforma petrolífera en el Mar de China agudiza el temor de los inversores a la desaceleración del crecimiento y las dificultades financieras de la segunda economía del mundo. Pese a todo, la economía china creció un 7,5% en el segundo trimestre. Pero la lista de riesgos aumenta por semanas.
“El derribo de un avión comercial de Malaysia Airlines en Ucrania, cuya autoría aún no está aclarada, junto a las nuevas sanciones a empresas rusas anunciadas por EE UU y la ofensiva terrestre de Israel sobre la franja de Gaza amenazan con acabar con el largo periodo de muy baja volatilidad en el que estaban instalados los mercados financieros”, subraya José Ramón Díez Guijarro, profesor de Entorno Económico y Análisis de Países del IE.
Lo cierto es que ya había analistas que advertían que el escenario económico era más incierto de lo que parecían estar evaluando los mercados, de ahí que organismos como el Banco Mundial hayan rebajado sus previsiones de crecimiento de la economía global y el Fondo Monetario Internacional se prepare a hacer lo mismo.
“Los riesgos geopolíticos añaden razones para ser cauteloso. Los bajos niveles de volatilidad generalizados en todos los mercados se asemejan mucho a la calma antes de la tormenta”, apunta Julian Jessop, de Capital Economics. Es el temor de los inversores a lo que se conoce como un cisne negro, un suceso inesperado que provoque otra crisis sin haber dejado definitivamente atrás la anterior y que aflore las muchas debilidades que todavía tiene la economía mundial.
Alicia González
Madrid, El País
Una vieja tesis sostiene que las grandes crisis económicas y financieras derivan en grandes conflictos, precisamente por las tremendas consecuencias sociales, políticas y económicas que conllevan. Ahora que los inversores habían aprendido a convivir con las secuelas de la mayor catástrofe financiera desde la Gran Depresión y que había incluso quienes alertaban de la excesiva calma en la que se habían instalado los mercados, la mayor concentración de crisis geopolíticas en varias décadas ha destapado un escenario de riesgos, que puede durar más de lo previsto.
“Desde 2008, la seguridad global se ha deteriorado cada año, con 111 países experimentando un deterioro y sólo 51 una mejora”, admite el economista jefe de Capital Economics, Julian Jessop, citando un informe del Instituto para la Economía y la Paz. “No hay duda de que el mundo es hoy mucho más peligroso de lo que era hace unos pocos años”, recalca.
El dinero es poco amigo de las incertidumbres, y ayer los inversores apostaron por los activos considerados seguros, como el dólar, que ha ganado más de un 16% desde mayo; los bonos de Estados Unidos y Alemania, cuyas rentabilidades han caído a niveles históricamente bajos, y el oro, que ayer ganaba otro 0,5% hasta los 1.306,5 dólares por onza. Las fuertes pérdidas del inicio de la jornada en las Bolsas europeas se diluyeron a lo largo del día y buena parte de los índices terminaron en positivo. El índice Vix de Chicago, considerado un indicador adelantado de riesgo al estimar la volatilidad futura de los mercados, alcanzó el jueves su nivel más alto desde abril y, pese a ello, se sitúa en los niveles más bajos de los últimos cinco años. El barril de crudo Brent cerró por encima de los 107 dólares tras la escalada del conflicto en Gaza, las tensiones en Irak y el enfrentamiento que sigue abierto en Siria. Las más perjudicadas por esta huida del dinero hacia activos refugio fueron las divisas de las grandes economías emergentes, como Rusia, Brasil o Turquía.
“Las crecientes tensiones geopolíticas y el moderado ritmo de crecimiento general han agudizado las percepciones de riesgo en los mercados”, apuntaba un informe de Bank of America Merrill Lynch. Un ejemplo evidente es China. El conflicto abierto con sus vecinos ante su intento de construir una plataforma petrolífera en el Mar de China agudiza el temor de los inversores a la desaceleración del crecimiento y las dificultades financieras de la segunda economía del mundo. Pese a todo, la economía china creció un 7,5% en el segundo trimestre. Pero la lista de riesgos aumenta por semanas.
“El derribo de un avión comercial de Malaysia Airlines en Ucrania, cuya autoría aún no está aclarada, junto a las nuevas sanciones a empresas rusas anunciadas por EE UU y la ofensiva terrestre de Israel sobre la franja de Gaza amenazan con acabar con el largo periodo de muy baja volatilidad en el que estaban instalados los mercados financieros”, subraya José Ramón Díez Guijarro, profesor de Entorno Económico y Análisis de Países del IE.
Lo cierto es que ya había analistas que advertían que el escenario económico era más incierto de lo que parecían estar evaluando los mercados, de ahí que organismos como el Banco Mundial hayan rebajado sus previsiones de crecimiento de la economía global y el Fondo Monetario Internacional se prepare a hacer lo mismo.
“Los riesgos geopolíticos añaden razones para ser cauteloso. Los bajos niveles de volatilidad generalizados en todos los mercados se asemejan mucho a la calma antes de la tormenta”, apunta Julian Jessop, de Capital Economics. Es el temor de los inversores a lo que se conoce como un cisne negro, un suceso inesperado que provoque otra crisis sin haber dejado definitivamente atrás la anterior y que aflore las muchas debilidades que todavía tiene la economía mundial.