La Saeta, Superbalón de Oro

Madrid, As
El 18 de diciembre de 1956 se creó el Balón de Oro. El primero lo ganó el extremo inglés Stanley Matthews, el Chaplin del Fútbol, con 47 puntos, sólo tres más que Di Stéfano. Alfredo ganó la segunda edición, al compás de su segundo título consecutivo en la Copa de Europa, y con una ventaja extraordinaria: 72 puntos, por 19 de Wright y 16 de Kopa y Edwards. “Donde quiera que vaya, el adversario se inclina”, titularía su artículo en esta ocasión Gabril Hannot, que escribe: “En él celebramos al gran señor, al caballero, que alía la bravura a la invencibilidad (…). Si Matthews es el humor, Di Stéfano es la epopeya”. En 1958 ganó Raymond Kopa, pero el premio lo merecía Di Stéfano. France Football le declaró al argentino “fuera de concurso”, una excusa banal para no dárselo de nuevo a él. Luego ganaría asimismo la cuarta edición al obtener 80 puntos, por 42 de Kopa y 24 del galés John Charles. Después no volvería a ganarlo. El quinto, en 1960, sería para el español Luis Suárez, entonces en el Barcelona, y que pronto iría al Inter. Di Stéfano, por tanto y de forma inexplicable, se paró en dos. En tiempos sucesivos, dos jugadores ganaron hasta tres veces el trofeo: Cruyff y Platini. Y más adelante lo lograría también Van Basten.


En el staff de la revista quedó una cierta sensación de injusticia, que nacía de la certeza de que Di Stéfano había sido el mejor de todos. Él había liderado al gran Real Madrid que ganó las cinco primera Copas de Europa, había marcado al menos un gol en cada una de las finales victoriosas y en puridad habría merecido el trofeo cada uno de esos cinco años, solo que el primero se destinó al mítico Matthews, por su extraordinaria longevidad (cuando lo recibió tenía ya 41 años y se mantenía como internacional con Inglaterra), y en lo sucesivo se trató de no abusar de la repetición, cosa que luego sí se aceptaría. Es significativo en ese sentido que para la tercera edición, tras ganar la segunda, a Di Stéfano no se otorgara ni un solo punto, de acuerdo con el necio criterio de no repetir ganador, lo que se cambió en 1959 por considerarlo una equivocación.

Así que en 1989, al tiempo que se le concedía por segunda vez a Van Basten, exquisito delantero holandés, se le hizo entrega a Di Stéfano del Superbalón de Oro por ganar una votación que trataba de determinar quién había sido el mejor entre todos los ganadores hasta la fecha. Era, así, su tercero, sólo que éste con más valor que cualquier otro, lo que reponía la injusticia cometida años atrás. Ningún jugador ha conseguido más de tres Balones de Oro.

A Di Stéfano, este reconocimiento aplazado de France Football le sirvió para que el Madrid, que le tenía un tanto olvidado, le recuperase. Ramón Mendoza, presidente en aquella época, decidió hacerle consejero de presidencia y darle un sueldo. Años más adelante, cuando llegó Florentino Pérez al cargo (2000), fue más allá y le nombró Presidente de Honor del club. Y hasta hoy.

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