Holanda y la vieja guardia
Robben lidera un grupo de pretorianos que han vuelto a situar a la selección naranja a las puertas de la gloria mundialista
José Sámano
Río de Janeiro, El País
Hay algo paradójico en Holanda. Con fama de perdedora, por sus tres finales fallidas, a sus jugadores se les etiqueta con frecuencia como frágiles de ánimo, faltos de espíritu suficiente en situaciones adversas. Y, sin embargo, cuando parece que han dejado escapar su gran oportunidad, Holanda suele reaparecer y merodear de nuevo en la cima. Lo hizo en los 70 y puede hacerlo ahora. En ambos casos, con dos generaciones derrotadas de antemano, aunque de talento muy diferente.
Su fascinante equipo del 74 dejó Alemania deprimido con una derrota final tras haber seducido al mundo durante todo el torneo y haber encarado el último encuentro con un gol favorable antes del primer minuto. La selección germana impuso el rodillo y el desengaño dejó secuelas, pese al reconocimiento unánime a aquella cautivadora selección. Uno de esos casos, como el Hungría en el 54 o Brasil en el 82, en el que el campeón popular no es siempre el que alza la Copa. Cuatro años después, Holanda tuvo que encarar el Mundial de Argentina sin su icono, Johan Cruyff, que hizo un plante. Tras superar a dos clásicos como Alemania e Italia, la oranje llegó a la final de Buenos Aires. Allí se alinearon siete de los que habían vivido el fiasco del Olímpico de Múnich: Jongbloed, Krol, Jansen, Neeskens, Haan, Rep y Resenbrink. A la vista de la dictadura militar argentina, y otra vez frente al conjunto anfitrión, la naranja resistió con 1-1 y se vio abocada a una prórroga segundos después de que Resenbrink, su mejor futbolista con Cruyff ausente, estrellara un remate en un poste. Luego, Argentina impuso a Kempes. Esa vez, Holanda tardó una década que sacudirse la depresión, lo que tardó en acunar a la dinastía de Van Basten y Gullit.
Holanda también salió muy tocada de Sudáfrica 2010. No disponía del mejor plantel de su historia, pero supo competir hasta una agonizante prórroga con España. De nuevo lo tuvo a tiro con aquellas dos ocasiones de Robben ante las que se iluminó el mejor Casillas. Como si sobre los holandeses cayera una vieja maldición. Nadie salió tan afligido de Johannesburgo como Robben, sobre el que gravitaban pretorianos que aún perduran en Brasil, como Sneijder, Van Persie, Kuyt y De Jong. No cabía presagiar que a este núcleo aún le quedara carrete para afrontar el reto de 2014, ya con todos en la treintena. Las imágenes de sus paseos al sol de Copacabana parecían suscitar que este Mundial solo era un retiro playero. Todo lo contrario.
No se ha visto un mejor Robben que el actual, desequilibrante y frenético. A sus 30 años, lleva tres goles y 55,4 kilómetros recorridos. El extremo del Bayern está en condiciones de pelear por el MVP del campeonato. Louis van Gaal, el técnico, ha dado con la terapia: Robben, con un largo historial médico, juega más de lo que se entrena. Está pletórico, suma tres goles y nadie ha hecho más intentos individuales por invadir el área (17).
El fascinante equipo del 74 se fue deprimido de Alemania tras haber seducido al mundo
Si Robben es el octavo futbolista del Mundial en distancia recorrida, quien le precede, aunque sea solo por unos metros (55,7) es Sneijder, que el pasado 9 de junio también cumplió 30 años. Jugador de trayectoria irregular, con más de un episodio controvertido en su carrera, su refugio en el Galatasaray nada hacía prever que aún le quedara depósito para la gran pasarela. “Le pusimos un concienzudo plan físico a la medida y su respuesta ha sido magnífica”, dijo recientemente Van Gaal. Sneijder ha producido un gol, algunas asistencias y ha reventado los postes en más de una oportunidad. Su actividad ha ido en aumento sin De Jong, lesionado. Sin él, el exmadridista ha tomado el mando y es quien da hilo al frente de ataque.
En la periferia del gol se mueve Van Persie, al que le queda un mes para los 31 años, y que llegó a Brasil después de mucho tiempo de enfermería en el peor Manchester United en décadas y décadas. Al delantero se le ha visto padecer para soportar el ritmo del torneo, pero tiene tres tantos en su cuenta. Otros de los que resisten, como Kuyt y Huntelaar, han aceptado su papel. El primero, un delantero de toda la vida, como lateral de largo recorrido; el segundo, como suplente.
A Van Gaal le responden de maravilla los veteranos, que apadrinan a un grupo de jovenzuelos del que no ha despuntado ninguno, pero tampoco por ahora han dado el cante. El seleccionador suele tender a lo conocido, quizá por ello en el banquillo le acompañan como asesores los dos jugadores que encumbraron su dirección técnica: Kluivert, autor del gol que en 1995 dio al Ajax su cuarta Copa de Europa, y Blind, padre del actual defensa internacional y quien aquella noche de Viena levantó la Copa como capitán ante su técnico Van Gaal. Y también sigue Frans Hoek, entonces profesor de Van der Sar y ahora de Krul, el sorprendente guardián de Holanda en la tanda de penaltis de cuartos contra Costa Rica. Un día en que los holandeses comenzaron a sacudirse algunos de sus fantasmas en los Mundiales. De las cuatro prórrogas disputadas hasta entonces habían perdido tres con la pelota en juego y otra en los penaltis. Quién sabe si esta vez, la nueva vieja guardia de Holanda no ha vuelto para subir al trono. La historia se lo debe; pero al fútbol le cuesta reconocer deudas.
José Sámano
Río de Janeiro, El País
Hay algo paradójico en Holanda. Con fama de perdedora, por sus tres finales fallidas, a sus jugadores se les etiqueta con frecuencia como frágiles de ánimo, faltos de espíritu suficiente en situaciones adversas. Y, sin embargo, cuando parece que han dejado escapar su gran oportunidad, Holanda suele reaparecer y merodear de nuevo en la cima. Lo hizo en los 70 y puede hacerlo ahora. En ambos casos, con dos generaciones derrotadas de antemano, aunque de talento muy diferente.
Su fascinante equipo del 74 dejó Alemania deprimido con una derrota final tras haber seducido al mundo durante todo el torneo y haber encarado el último encuentro con un gol favorable antes del primer minuto. La selección germana impuso el rodillo y el desengaño dejó secuelas, pese al reconocimiento unánime a aquella cautivadora selección. Uno de esos casos, como el Hungría en el 54 o Brasil en el 82, en el que el campeón popular no es siempre el que alza la Copa. Cuatro años después, Holanda tuvo que encarar el Mundial de Argentina sin su icono, Johan Cruyff, que hizo un plante. Tras superar a dos clásicos como Alemania e Italia, la oranje llegó a la final de Buenos Aires. Allí se alinearon siete de los que habían vivido el fiasco del Olímpico de Múnich: Jongbloed, Krol, Jansen, Neeskens, Haan, Rep y Resenbrink. A la vista de la dictadura militar argentina, y otra vez frente al conjunto anfitrión, la naranja resistió con 1-1 y se vio abocada a una prórroga segundos después de que Resenbrink, su mejor futbolista con Cruyff ausente, estrellara un remate en un poste. Luego, Argentina impuso a Kempes. Esa vez, Holanda tardó una década que sacudirse la depresión, lo que tardó en acunar a la dinastía de Van Basten y Gullit.
Holanda también salió muy tocada de Sudáfrica 2010. No disponía del mejor plantel de su historia, pero supo competir hasta una agonizante prórroga con España. De nuevo lo tuvo a tiro con aquellas dos ocasiones de Robben ante las que se iluminó el mejor Casillas. Como si sobre los holandeses cayera una vieja maldición. Nadie salió tan afligido de Johannesburgo como Robben, sobre el que gravitaban pretorianos que aún perduran en Brasil, como Sneijder, Van Persie, Kuyt y De Jong. No cabía presagiar que a este núcleo aún le quedara carrete para afrontar el reto de 2014, ya con todos en la treintena. Las imágenes de sus paseos al sol de Copacabana parecían suscitar que este Mundial solo era un retiro playero. Todo lo contrario.
No se ha visto un mejor Robben que el actual, desequilibrante y frenético. A sus 30 años, lleva tres goles y 55,4 kilómetros recorridos. El extremo del Bayern está en condiciones de pelear por el MVP del campeonato. Louis van Gaal, el técnico, ha dado con la terapia: Robben, con un largo historial médico, juega más de lo que se entrena. Está pletórico, suma tres goles y nadie ha hecho más intentos individuales por invadir el área (17).
El fascinante equipo del 74 se fue deprimido de Alemania tras haber seducido al mundo
Si Robben es el octavo futbolista del Mundial en distancia recorrida, quien le precede, aunque sea solo por unos metros (55,7) es Sneijder, que el pasado 9 de junio también cumplió 30 años. Jugador de trayectoria irregular, con más de un episodio controvertido en su carrera, su refugio en el Galatasaray nada hacía prever que aún le quedara depósito para la gran pasarela. “Le pusimos un concienzudo plan físico a la medida y su respuesta ha sido magnífica”, dijo recientemente Van Gaal. Sneijder ha producido un gol, algunas asistencias y ha reventado los postes en más de una oportunidad. Su actividad ha ido en aumento sin De Jong, lesionado. Sin él, el exmadridista ha tomado el mando y es quien da hilo al frente de ataque.
En la periferia del gol se mueve Van Persie, al que le queda un mes para los 31 años, y que llegó a Brasil después de mucho tiempo de enfermería en el peor Manchester United en décadas y décadas. Al delantero se le ha visto padecer para soportar el ritmo del torneo, pero tiene tres tantos en su cuenta. Otros de los que resisten, como Kuyt y Huntelaar, han aceptado su papel. El primero, un delantero de toda la vida, como lateral de largo recorrido; el segundo, como suplente.
A Van Gaal le responden de maravilla los veteranos, que apadrinan a un grupo de jovenzuelos del que no ha despuntado ninguno, pero tampoco por ahora han dado el cante. El seleccionador suele tender a lo conocido, quizá por ello en el banquillo le acompañan como asesores los dos jugadores que encumbraron su dirección técnica: Kluivert, autor del gol que en 1995 dio al Ajax su cuarta Copa de Europa, y Blind, padre del actual defensa internacional y quien aquella noche de Viena levantó la Copa como capitán ante su técnico Van Gaal. Y también sigue Frans Hoek, entonces profesor de Van der Sar y ahora de Krul, el sorprendente guardián de Holanda en la tanda de penaltis de cuartos contra Costa Rica. Un día en que los holandeses comenzaron a sacudirse algunos de sus fantasmas en los Mundiales. De las cuatro prórrogas disputadas hasta entonces habían perdido tres con la pelota en juego y otra en los penaltis. Quién sabe si esta vez, la nueva vieja guardia de Holanda no ha vuelto para subir al trono. La historia se lo debe; pero al fútbol le cuesta reconocer deudas.