El fútbol llora a una generación dorada que dice adiós por edad
Jose Pablo Gonzalez
Brasil, Zoom news
Fue una delicia apreciar cómo Andrea Pirlo, de 35 años, movía a su antojo a la Azurra que
tanto prometía al inicio del Mundial de Brasil, especialmente en ese
choque formidable ante Inglaterra. Rodeado de músculo italiano pero sin
falta de talento, el mediocampista transalpino de la Juventus dejó una
ristra de muestras de sus registros, de su calidad, de su magia con el
balón. Con un trote más medido, la cabeza de Pirlo seguía gestando oro
transformado en fútbol. Pero no será el único, presumiblemente, que no
llegará al Mundial de Rusia 2014 por estar llegando al ocaso de su
carrera. Aunque eso será una decisión suya, de su seleccionador y del
respeto de su físico.
Al capitán de la selección italiana, que ya no será de Prandelli, le seguirán varios compañeros de fatigas, como Barzagli (33), Cassano (31) o Thiago Motta (31). Mención aparte para uno de los mejores porteros de la historia del fútbol, Gianluigi Buffón, que a sus 36 años de edad ha vuelto a demostrar por qué su nombre será sinónimo de muro bajo el arco.
En ese mismo grupo D que al final se reveló como el de 'la
muerte', con la sorprendente Costa Rica pasando como primer
clasificado, otra selección consiguió el pase hasta los octavos de
final, pero sólo llegó ahí. De la Uruguay ‘campeona del Mundo por
primera vez’, cuarta clasificada en el Mundial de Sudáfrica 2010, buena
parte de culpa tienen algunos de sus jugadores veteranos hoy. El ‘Cacha’ Diego Forlán a sus 35 años,
que ya no era el mismo en su velocidad ni pegada, se encontraba ante el
último gran reto de su carrera, después de haber sido nombrado ‘Balón
de oro’ del anterior torneo mundialista. Su compatriota Diego Lugano (33) podría acompañarle en el retiro.
Cambio generacional obligado en España
Ahora se mira con tristeza el reciente campeonato completado por futbolistas tan laureados en sus equipos y para su país como Iker Casillas (33), el mejor meta del mundo durante varios años; o la verdadera piedra angular del exitoso modo de juego español, Xavi Hernández (34); o el líder en la sombra de la Selección, Pepe Reina (31); o el exquisito Xabi Alonso (32); o el máximo goleador histórico del equipo nacional, David Villa (32). Pero cuando pase el disgusto de Brasil, estos hombres volverán al Olimpo del que nunca debieron salir.
Del máximo goleador al más veterano
El Mundial de Brasil será el último para dos figuras extraordinarias: Miroslav Klose, a sus 36 años, tras convertirse en el máximo goleador de los Mundiales (empatado con Ronaldo Nazario), con 15 dianas -a la espera de terminar el campeonato- y el portero colombiano Faryd Mondragón,
que se convirtió en el futbolista más veterano en disputar un Mundial
tras jugar unos minutos ante Japón a sus nada menos que 43 años. Un
tema más folclórico que otra cosa.
Tras ellos, una lista extensísima de excelsos futbolistas. Los locales brasileños Julio César (34), Maicon (32) o Fred (30); el defensa argentino Martín Demichelis (33); el central belga Daniel Van Buyten (36); los croatas Pletikosa (35) e Ivica Olic (34); el camerunés más laureado de su historia, Samuel Eto’o (33); el delantero marfileño Didier Drogba (36); el fantástico carrilera izquierdo francés Patrice Evra (33); los americanos bandera de su selección Dempsey (31) y el meta Howard (35); o el todocampista holandés Dirk Kuyt (33), dejando aún opciones de llegar a Rusia 2014 para los treintañeros y fantásticos atacantes Robben y Van Persie.
Un apartado especial merece la selección helena, que peleó
en Brasil consiguiendo un histórico pase a octavos de final de un
Mundial por primera vez, con una convocatoria plagada de futbolistas que
ya consiguieran campeonar allá por la Eurocopa 2004 en la que
sorprendieron a medio mundo, como Katsouranis (35) y Karagounis (37). Además del ariete Gekas (34), el defensor Vyntra (33) o el extremo Salpingidis (32).
A priori, todos estos futbolistas que no podrán olvidar
las mentes del fútbol, no deberían estar en el Mundial de Rusia 2014,
pero si por algo es grande el deporte rey, es por ser impredecible.
¡Larga vida!
