Cambio de ciclo: el reto de las grandes selecciones mundialistas

Brasil, EP
Tres de los gigantes del fútbol europeo (España, Italia e Inglaterra) han fracasado estrepitosamente en el Mundial de Brasil. Y mientras algunos achacan estas eliminaciones al hecho de que sus jugadores hayan acumulado muchísimos minutos durante la temporada, lo cierto es que todos ellos han tenido que enfrentarse al reto de la transición entre los jugadores de la vieja guardia y un equipo de sangre nueva.
La vigente campeona España continuó con sus superestrellas, Italia trató de integrar nuevos talentos e Inglaterra optó por centrarse en jóvenes como Sturridge o Sterling a los que aún les queda mucho que mejorar para tener opciones en un torneo de este calibre.


España era el equipo más experimentado de todos en Brasil con 1.375 presencias internacionales, 243 más que su sucesor Uruguay, siendo Iker Casillas el que más acumulaba con 153. Por otra parte, su media de edad era de 28 años y 87 días, la octava más madura, dato que ha provocado que muchos atribuyan este fracaso al envejecimiento de jugadores como Iniesta (30 años), Xabi Alonso (32) y Xavi Hernández (34), Villa (32) o el propio Casillas (33).

Y es que la frenética batalla por la liga entre Barcelona, Madrid y Atlético de Madrid, en la fueron protagonistas 14 jugadores de la Selección, no ayudó de cara a la preparación de los jugadores, faltos de frescura y del ritmo necesario para competir en Brasil.

Sin embargo, Xabi Alonso generó una gran polémica haciendo autocrítica y apuntando en otra dirección: "Lo más difícil ha sido conseguir lo que hemos logrado: ganar tres competiciones en cuatro años. En este Mundial de Brasil no hemos estado preparados mentalmente. No hemos sido capaces de mantener el mismo nivel de ambición y hambre", admitió.

Por otra parte, la selección italiana era la undécima más veterana, con el portero Gianluigi Buffon y el centrocampista Andrea Pirlo sumando 70 años entre los dos. Sin olvidarnos de Barzagli, Chiellini o De Rossi, todos cerca o con más de 30.

Como antes del Mundial de Sudáfrica ya se les acusó de depender demasiado del bloque de campeones de 2006, tras ser eliminados en la fase de grupos trataron de recurrir a una nueva generación de jóvenes talentosos entre los que destacaban Balotelli, Verratti o Immobile.

Mientras que Inglaterra decidió juntar en el mismo equipo a grandes veteranos como Frank Lampard (35 años) y Steven Gerrard (34 años) con los talentos Sub-21 Luke Shaw, Ross Barkley, Raheem Sterling y Alex-Oxlade Chamberlain.

Y aunque los ingleses formaban la novena selección más joven del torneo, finalmente se han visto castigados por los pequeños errores típicos de los jugadores con poca experiencia o que se encuentran en el ocaso de su carrera.

En todos estos casos, en los que hablamos en mayor o menor medida de una generación envejecida que ha cosechado grandes éxitos, se tiene la tentación de vivir de las viejas glorias, aunque la realidad es que a medida que los jugadores envejecen los retos fisiológicos hacen que pierdan su brillo de antaño.

El ritmo y el volumen cardíaco se reducen, por lo que hay menos sangre para transportar oxígeno y nutrientes a los músculos. Asimismo, la capacidad aeróbica también disminuye, las reacciones mentales se ralentizan y los músculos de contracción rápida que se utilizan en los sprints se deterioran antes y mucho más rápido que los músculos de resistencia de contracción lenta.

Por este motivo, el mejor momento físico en la mayoría de los deportes llega entre los 25 y los 35 años, momento en el que se requiere un cuidadoso entrenamiento para oponer resistencia a los límites antes mencionados.

Sin embargo, cuando todo un equipo comienza a envejecer, las pérdidas físicas son solo una parte del problema. El entendimiento y el equilibrio de habilidades complementarias empiezan también a fallar y a menudo esto puede conducir a un colapso catastrófico.

Esto sucede en todos los deportes. Por ejemplo, el increíble equipo de críquet de Indias Occidentales de la década de los 80 fue bendecido con bateadores fuertes y lanzadores que sistemáticamente registraban 150 Km/h. Pero cuando todas sus estrellas, incluyendo Clive Lloyd, Malcom Marshall, Michael Holding y Sir Viv Richards, se retiraron, no hubo nadie que cogiera el testigo, un traspié del que esta nación aún no ha podido recuperarse.

En contraposición, la dominante Australia de finales de los 90 mantuvo su éxito durante décadas, ya que Ricky Ponting, los hermanos Waugh, Shane Warne y Glenn McGrath lideraron el cambio generacional y ayudaron a la inclusión en el equipo de jugadores jóvenes cuando la situación lo requería. La retirada de los jugadores clave en 2008 podría haber sido un desastre, pero Ponting continuó para jugar con la siguiente generación.

Por su parte, en el rugby uno de los desastres más grandes de cambio generacional se produjo después de que Inglaterra ganara la Copa del Mundo en 2003. El capitán Martin Johnson y el entrenador Clive Woodward se marcharon, dejando al equipo huérfano de liderazgo y con un sistema de transición pobre que les privó de una nueva generación.

Y es que no hay duda de que el secreto está en el desarrollo de un sistema juvenil fuerte para introducir nuevos talentos continuamente. Eso es justo lo que Alemania hizo después de terminar última de su grupo en la Eurocopa de 2000, decepción que les sirvió para cambiar el chip y cosechar más tarde los frutos de la tercera ola de nuevas estrellas bien asentadas y que ahora triunfan en Brasil de la mano de Joachim Low.

Se trata de un enfoque que Sir Alex Ferguson también supo utilizar con éxito en el Manchester United. "Cuando llegué solo un jugador del primer equipo tenía menos de 24 años", dijo a un equipo de investigación de la Harvard Business School. "Quería construir desde abajo para generar fluidez y la continuidad de nuevos jugadores en el primer equipo", añadió.

El mayor potencial de futuro de los tres fiascos europeos lo tenga quizá España, ya que los sub-21 han ganado el Europeo de este año y ya han logrado dos títulos consecutivos Sub-19.

Aunque es muy probable que Xavi, Villa, Alonso y Casillas abandonen la selección, Jesé, Morata, Deulofeu, Isco y Carvajal están preparados para convertirse en los protagonistas de una próxima generación que podría seguir contando con Del Bosque como jefe de filas.

Inglaterra también tiene jóvenes promesas y gracias a Brasil ahora tienen experiencia en torneos internacionales, por lo que mantener a Roy Hodgson será vital de cara a la continuidad.

Y por su parte, Italia se enfrenta a una implosión debido a la falta de liderazgo equivalente a la situación que vivió Inglaterra en rugby después del 2003. El técnico Cesare Prandelli ha dimitido, el capitán Buffon y Pirlo seguramente dejen la selección, y por si fuera poco existen solo tenues atisbos de esperanza en las categorías inferiores.

Pero los desafíos más interesantes de las generaciones futuras se centran en dos grandes selecciones también criticadas por su longevidad.

Brasil cuenta con jóvenes estrellas como Bernard (21 años), Neymar (22) y Oscar (22), tiene ocho jugadores que tienen 30 o más años, algo que deberá cambiar después de la dolorosa eliminación contra Alemania. Y Argentina tiene el equipo más veterano del torneo, con Marcos Rojo (24 años) como el jugador más joven de todos.

Holanda y Alemania tienen jugadores jóvenes de sobra para asegurar el cambio generacional, pero si Argentina acaba siendo eliminada no hay duda de que el debate sobre una reestructuración del equipo volverá a coger fuerza.

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