70.000 civiles abandonan Donetsk en un fin de semana
El temor a un inminente asalto por parte del Ejército ucranio convierte la capital rebelde en una ciudad fantasma
Donetsk, Agencias
El temor a una próxima ofensiva del Ejército ucraniano está provocando un auténtico éxodo en Donetsk, feudo de los rebeldes prorrusos, cuyos habitantes abandonan por miles la ciudad. Esta huida coincide con los peores enfrentamientos que han causado unos 30 muertos entre las filas ucranias en las últimas 48 horas, 19 en un ataque con morteros realizado el viernes por los rebeldes en la región de Lugansk, uno de los balances más sangrientos desde el inicio del conflicto hace tres meses. Según el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexander Borodai, más de 70.000 personas -de un total de 900.00- han abandonado la capital separatista, convertida en una ciudad fantasma, en lo que va de fin de semana.
Justo después del episodio del viernes, Marinka, un suburbio del este de la ciudad, sufrió un duro ataque con misiles en la noche y la madrugada de ayer que habría causado al menos 30 muertos civiles, según las fuerzas rebeldes, aunque esta información no ha podido ser contrastada, informa la BBC. La agencia Reuters aseguraba que los proyectiles habrían alcanzado zonas residenciales y fábricas y fuentes municipales alertaban de que el transporte público había dejado de funcionar.
El presidente ucranio, Petro Poroshenko, prometió vengar cada muerto en sus filas “con la vida de decenas e incluso centenares de rebeldes” después del ataque del viernes, al tiempo que no para de lanzar mensajes tranquilizadores a los habitantes en las zonas controladas por los prorrusos.
Porosenkho recibió en Kiev al alcalde de Donetsk, Aleksandr Lukianchenko, con el que “examinó las medidas que permitirán evitar el derramamiento de sangre y el recurso a la aviación y al uso de artillería pesada para que no haya víctimas ni destrucción de infraestructuras vitales”.
Las tropas ucranias que rodean la localidad, están ya a sólo 20 kilómetros, y a pesar de los mensajes de Porosenko, los habitantes de Donetsk no parecen creer en la palabra de Kiev y están abandonando sus casas, aprovechando que el sistema ferroviario, el más seguro, aún funciona.
El viernes pasado, todos los trenes estaban completos, según los empleados de la compañía. Con calma y sin escenas de nervios, a pesar de las largas colas, pero aprovechando cualquier resquicio para aposentarse, incluso las plafatormas situadas entre vagones, los residentes emprendían el camino a Rusia, si se trataba de simpatizantes rebeldes, pero muchos se dirigían también a Kiev o a otros destinos del sur de Ucrania.
Sobre el terreno y aunque no se han producido grandes movimientos, ayer proseguían los enfrentamientos entre ambos bandos y cazas ucranianos atacaron posiciones rebeldes a primera hora de la mañana, después de que éstos volvieran a lanzar misiles contra las fuerzas gubernamentales en la frontera con Rusia. Al menos, dos soldados más resultaron muertos y otros 20 heridos en un bombardeo con misiles y morteros de las fuerzas rebeldes contra dos puestos militares ucranios en Dyakove y Nyzhzoderevechka, cerca de Luganks.
Donetsk, Agencias
El temor a una próxima ofensiva del Ejército ucraniano está provocando un auténtico éxodo en Donetsk, feudo de los rebeldes prorrusos, cuyos habitantes abandonan por miles la ciudad. Esta huida coincide con los peores enfrentamientos que han causado unos 30 muertos entre las filas ucranias en las últimas 48 horas, 19 en un ataque con morteros realizado el viernes por los rebeldes en la región de Lugansk, uno de los balances más sangrientos desde el inicio del conflicto hace tres meses. Según el primer ministro de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexander Borodai, más de 70.000 personas -de un total de 900.00- han abandonado la capital separatista, convertida en una ciudad fantasma, en lo que va de fin de semana.
Justo después del episodio del viernes, Marinka, un suburbio del este de la ciudad, sufrió un duro ataque con misiles en la noche y la madrugada de ayer que habría causado al menos 30 muertos civiles, según las fuerzas rebeldes, aunque esta información no ha podido ser contrastada, informa la BBC. La agencia Reuters aseguraba que los proyectiles habrían alcanzado zonas residenciales y fábricas y fuentes municipales alertaban de que el transporte público había dejado de funcionar.
El presidente ucranio, Petro Poroshenko, prometió vengar cada muerto en sus filas “con la vida de decenas e incluso centenares de rebeldes” después del ataque del viernes, al tiempo que no para de lanzar mensajes tranquilizadores a los habitantes en las zonas controladas por los prorrusos.
Porosenkho recibió en Kiev al alcalde de Donetsk, Aleksandr Lukianchenko, con el que “examinó las medidas que permitirán evitar el derramamiento de sangre y el recurso a la aviación y al uso de artillería pesada para que no haya víctimas ni destrucción de infraestructuras vitales”.
Las tropas ucranias que rodean la localidad, están ya a sólo 20 kilómetros, y a pesar de los mensajes de Porosenko, los habitantes de Donetsk no parecen creer en la palabra de Kiev y están abandonando sus casas, aprovechando que el sistema ferroviario, el más seguro, aún funciona.
El viernes pasado, todos los trenes estaban completos, según los empleados de la compañía. Con calma y sin escenas de nervios, a pesar de las largas colas, pero aprovechando cualquier resquicio para aposentarse, incluso las plafatormas situadas entre vagones, los residentes emprendían el camino a Rusia, si se trataba de simpatizantes rebeldes, pero muchos se dirigían también a Kiev o a otros destinos del sur de Ucrania.
Sobre el terreno y aunque no se han producido grandes movimientos, ayer proseguían los enfrentamientos entre ambos bandos y cazas ucranianos atacaron posiciones rebeldes a primera hora de la mañana, después de que éstos volvieran a lanzar misiles contra las fuerzas gubernamentales en la frontera con Rusia. Al menos, dos soldados más resultaron muertos y otros 20 heridos en un bombardeo con misiles y morteros de las fuerzas rebeldes contra dos puestos militares ucranios en Dyakove y Nyzhzoderevechka, cerca de Luganks.