Sectarismo, causa de colapso del ejército de Irak
El Cairo, AP
El video, que comienza con dulces himnos religiosos, es escalofriante. Aparecen combatientes islámicos tocando en el silencio de la noche a la puerta de un comandante suní de la policía en una ciudad iraquí. Cuando éste responde, le vendan los ojos y lo maniatan. Luego le cortan la cabeza con un cuchillo en su propia recámara.
El video de 61 minutos fue colocado recientemente en internet por el Estado Islámico de Irak y el Levante, un grupo disidente de al-Qaida de extremistas suníes. La intención fue claramente aterrorizar a los suníes miembros del ejército de Irak y de las fuerzas policiacas, y para profundizar su ya baja moral.
Ese temor es uno de los factores del sorprendente colapso de las fuerzas de seguridad iraquíes cuando combatientes guiados por el Estado Islámico invadieron esta semana las ciudades de Mosul y Tikrit, apoderándose de una enorme franja de territorio mayormente suní. En la mayoría de los casos, policías y soldados simplemente corrieron, en ocasiones despojándose de sus uniformes, y abandonando arsenales de armas pesadas.
A pesar de que Estados Unidos gastó miles de millones de dólares para entrenar y armar a las fuerzas armadas de Irak durante su presencia militar en el país de 2003 a 2011, el ejército y policía iraquíes de un millón de miembros siguen estando fisurados por descontento sectario, corrupción y falta de profesionalismo.
Muchos suníes en las fuerzas armadas no están dispuestos a morir combatiendo en defensa del gobierno chií del primer ministro Nuri al-Maliki, quien es acusado de estar lleno de prejuicios contra su comunidad. El Estado Islámico ha explotado esto al promocionarse como defensores de la causa suní contra los chiíes.
Los chiitas en las fuerzas armadas, a su vez, se sienten aislados y profundamente vulnerables al tratar de mantener el control en las áreas mayoritariamente suníes.
La deserción ha sido fuerte en los últimos seis meses entre las fuerzas en la provincia occidental de Anbar, corazón del territorio suní de Irak, donde las tropas han estado combatiendo en vano para expulsar a combatientes del Estado Islámico que se apoderaron de la ciudad de Faluya, dijeron dos funcionarios de alto rango, uno en el gobierno y otro de los servicios de inteligencia.
Entre los rebeldes que invadieron a inicios de esta semana la ciudad de Mosul había exsoldados suníes del ejército que habían desertado por frustración con el gobierno de al-Maliki, dijeron los dos funcionarios a The Associated Press, pidiendo no ser identificados ya que no están autorizados a hablar con la prensa sobre reportes de inteligencia.
Cuando los rebeldes se acercaron, dijeron los dos oficiales, muchos de los principales jefes militares en Mosul, la segunda ciudad más grande del país, huyeron a la región autónoma curda.
Y al huir los generales, la tropa no vio razón para quedarse.
"Estábamos combatiendo, pero nuestros líderes nos traicionaron", declaró a la AP un soldado en Irbil, capital de la región curda. "Cuando nos dimos cuenta, todos los jefes habían huido".
Las evaluaciones de inteligencia muestran que muchos de los 52.000 policías y 12.000 soldados de Mosul se rindieron y entregaron las armas a cambio de que se les permitiera salir de la ciudad, dijeron los funcionarios.
Con un salario de 700 dólares al mes para los nuevos reclutas, el ejército y la policía han atraído a muchos jóvenes que de otra manera estarían desempleados. Una vez adentro, algunos sobornan a los jefes militares para dedicarse a otro trabajo, lamentaron los funcionarios.
La mayoría se inscriben por el dinero. "Existe la sensación de que los individuos trataron de protegerse y que pensaban que ese combate no era cosa de ellos", dijo Feisal Istrabadi, exembajador de Irak ante la ONU. "No los han entrenado ni inculcado ningún profesionalismo".
"Incluso en el ejército, la lealtad no es con el Estado", dijo Istrabadi, ahora director del Centro de Estudios sobre el Medio Oriente de la Universidad de Indiana.
Muchos de los reclutas provienen de las milicias chiíes y de grupos rebeldes tribales suníes, conocidos como Sahwa (Hijos de Irak), creados por Estados Unidos para combatir a al-Qaida. Con frecuencia, la lealtad de esos soldados está con su secta o tribu y no con el Estado. En Bagdad, los puntos de control manejados por soldados chiíes con suelen izar banderas de esa secta o imágenes de figuras religiosas chiíes.
Y como a la mayoría de los soldados les falta entrenamiento y disciplina, las operaciones ofensivas las realizan en lo fundamental una unidad especial entrenada por Estados Unidos y formada por algunos de los 10.000 hombres que combatieron al lado de los estadounidenses durante años, dijeron los dos funcionarios.
Pero esa unidad, dijeron, no tiene la capacidad de mantener el control de los territorios después que expulsa a los rebeldes, así que entrega la tarea a los soldados regulares, que entonces se rinden cuando los atacan.
La unidad antiterrorista está bajo el mando directo de al-Maliki y entre los oficiales del ejército regular hay descontento de que el primer ministro tiene demasiada autoridad sobre asuntos militares.
Los dos funcionarios dijeron que la incompetencia de las fuerzas de seguridad probablemente obligue a al-Maliki a depender más de las milicias chiíes de línea dura, algunas de las cuales son leales a Irán, para combatir al Estado Islámico de Irak y el Levante.
Eso sólo profundizaría la sombra que el sectarismo proyecta sobre Irak y sus fuerzas armadas.
La minoría suní que dominó el poder bajo la dictadura de Saddam Hussein rechaza la cuota de poder obtenida por la mayoría chií desde el derrocamiento del gobierno en el 2003 en la invasión estadounidense. Las dos comunidades estuvieron muy cerca de una guerra civil total entre el 2006 y el 2008, que dejó decenas de miles de muertos en masacres y atentados con bombas casi a diario.
Y el escalofriante video publicado hace 10 días por Al-Furqan, la rama mediática del Estado Islámico, subraya la amenaza para los suníes en las fuerzas progubernamentales.
Hablando a condición de no ser identificados por temor a represalias, varios iraquíes contactados en Anbar y las provincias donde están Mosul y Tikrit, dijeron que el video ha sido visto ampliamente y hablaron de personas que conocen personalmente que desertaron de las fuerzas armadas después de ver las imágenes de la decapitación sumaria.
En otra escena horripilante, combatientes secuestran a un jefe de la Sahwa con sus dos hijos, a quienes obligan a cavar sus propias tumbas en el desierto antes de degollarlos.
"Mi consejo a todo el que esté en la Sahwa es que se arrepienta y la abandone", dice el jefe del grupo directamente a la cámara. "Aquí estoy cavando mi tumba con mis propias manos... Ellos pueden llegar a cualquiera".
El video, que comienza con dulces himnos religiosos, es escalofriante. Aparecen combatientes islámicos tocando en el silencio de la noche a la puerta de un comandante suní de la policía en una ciudad iraquí. Cuando éste responde, le vendan los ojos y lo maniatan. Luego le cortan la cabeza con un cuchillo en su propia recámara.
El video de 61 minutos fue colocado recientemente en internet por el Estado Islámico de Irak y el Levante, un grupo disidente de al-Qaida de extremistas suníes. La intención fue claramente aterrorizar a los suníes miembros del ejército de Irak y de las fuerzas policiacas, y para profundizar su ya baja moral.
Ese temor es uno de los factores del sorprendente colapso de las fuerzas de seguridad iraquíes cuando combatientes guiados por el Estado Islámico invadieron esta semana las ciudades de Mosul y Tikrit, apoderándose de una enorme franja de territorio mayormente suní. En la mayoría de los casos, policías y soldados simplemente corrieron, en ocasiones despojándose de sus uniformes, y abandonando arsenales de armas pesadas.
A pesar de que Estados Unidos gastó miles de millones de dólares para entrenar y armar a las fuerzas armadas de Irak durante su presencia militar en el país de 2003 a 2011, el ejército y policía iraquíes de un millón de miembros siguen estando fisurados por descontento sectario, corrupción y falta de profesionalismo.
Muchos suníes en las fuerzas armadas no están dispuestos a morir combatiendo en defensa del gobierno chií del primer ministro Nuri al-Maliki, quien es acusado de estar lleno de prejuicios contra su comunidad. El Estado Islámico ha explotado esto al promocionarse como defensores de la causa suní contra los chiíes.
Los chiitas en las fuerzas armadas, a su vez, se sienten aislados y profundamente vulnerables al tratar de mantener el control en las áreas mayoritariamente suníes.
La deserción ha sido fuerte en los últimos seis meses entre las fuerzas en la provincia occidental de Anbar, corazón del territorio suní de Irak, donde las tropas han estado combatiendo en vano para expulsar a combatientes del Estado Islámico que se apoderaron de la ciudad de Faluya, dijeron dos funcionarios de alto rango, uno en el gobierno y otro de los servicios de inteligencia.
Entre los rebeldes que invadieron a inicios de esta semana la ciudad de Mosul había exsoldados suníes del ejército que habían desertado por frustración con el gobierno de al-Maliki, dijeron los dos funcionarios a The Associated Press, pidiendo no ser identificados ya que no están autorizados a hablar con la prensa sobre reportes de inteligencia.
Cuando los rebeldes se acercaron, dijeron los dos oficiales, muchos de los principales jefes militares en Mosul, la segunda ciudad más grande del país, huyeron a la región autónoma curda.
Y al huir los generales, la tropa no vio razón para quedarse.
"Estábamos combatiendo, pero nuestros líderes nos traicionaron", declaró a la AP un soldado en Irbil, capital de la región curda. "Cuando nos dimos cuenta, todos los jefes habían huido".
Las evaluaciones de inteligencia muestran que muchos de los 52.000 policías y 12.000 soldados de Mosul se rindieron y entregaron las armas a cambio de que se les permitiera salir de la ciudad, dijeron los funcionarios.
Con un salario de 700 dólares al mes para los nuevos reclutas, el ejército y la policía han atraído a muchos jóvenes que de otra manera estarían desempleados. Una vez adentro, algunos sobornan a los jefes militares para dedicarse a otro trabajo, lamentaron los funcionarios.
La mayoría se inscriben por el dinero. "Existe la sensación de que los individuos trataron de protegerse y que pensaban que ese combate no era cosa de ellos", dijo Feisal Istrabadi, exembajador de Irak ante la ONU. "No los han entrenado ni inculcado ningún profesionalismo".
"Incluso en el ejército, la lealtad no es con el Estado", dijo Istrabadi, ahora director del Centro de Estudios sobre el Medio Oriente de la Universidad de Indiana.
Muchos de los reclutas provienen de las milicias chiíes y de grupos rebeldes tribales suníes, conocidos como Sahwa (Hijos de Irak), creados por Estados Unidos para combatir a al-Qaida. Con frecuencia, la lealtad de esos soldados está con su secta o tribu y no con el Estado. En Bagdad, los puntos de control manejados por soldados chiíes con suelen izar banderas de esa secta o imágenes de figuras religiosas chiíes.
Y como a la mayoría de los soldados les falta entrenamiento y disciplina, las operaciones ofensivas las realizan en lo fundamental una unidad especial entrenada por Estados Unidos y formada por algunos de los 10.000 hombres que combatieron al lado de los estadounidenses durante años, dijeron los dos funcionarios.
Pero esa unidad, dijeron, no tiene la capacidad de mantener el control de los territorios después que expulsa a los rebeldes, así que entrega la tarea a los soldados regulares, que entonces se rinden cuando los atacan.
La unidad antiterrorista está bajo el mando directo de al-Maliki y entre los oficiales del ejército regular hay descontento de que el primer ministro tiene demasiada autoridad sobre asuntos militares.
Los dos funcionarios dijeron que la incompetencia de las fuerzas de seguridad probablemente obligue a al-Maliki a depender más de las milicias chiíes de línea dura, algunas de las cuales son leales a Irán, para combatir al Estado Islámico de Irak y el Levante.
Eso sólo profundizaría la sombra que el sectarismo proyecta sobre Irak y sus fuerzas armadas.
La minoría suní que dominó el poder bajo la dictadura de Saddam Hussein rechaza la cuota de poder obtenida por la mayoría chií desde el derrocamiento del gobierno en el 2003 en la invasión estadounidense. Las dos comunidades estuvieron muy cerca de una guerra civil total entre el 2006 y el 2008, que dejó decenas de miles de muertos en masacres y atentados con bombas casi a diario.
Y el escalofriante video publicado hace 10 días por Al-Furqan, la rama mediática del Estado Islámico, subraya la amenaza para los suníes en las fuerzas progubernamentales.
Hablando a condición de no ser identificados por temor a represalias, varios iraquíes contactados en Anbar y las provincias donde están Mosul y Tikrit, dijeron que el video ha sido visto ampliamente y hablaron de personas que conocen personalmente que desertaron de las fuerzas armadas después de ver las imágenes de la decapitación sumaria.
En otra escena horripilante, combatientes secuestran a un jefe de la Sahwa con sus dos hijos, a quienes obligan a cavar sus propias tumbas en el desierto antes de degollarlos.
"Mi consejo a todo el que esté en la Sahwa es que se arrepienta y la abandone", dice el jefe del grupo directamente a la cámara. "Aquí estoy cavando mi tumba con mis propias manos... Ellos pueden llegar a cualquiera".