Scolari pasa al ataque

Río de Janeiro, EFE
Cansado de la presión de los rivales y la prensa extranjera y tras la bronca en los vestuarios con la delegación chilena, el seleccionador brasileño, Luiz Felipe Scolari, ha decidido pasar al ataque y recuperar su famoso estilo de "sargento".


"Estamos siendo muy caballeros, cordiales, educados con los equipos adversarios. No necesitamos ser bombardeados todos los días por jugadores, entrenadores, periodistas extranjeros. Tal vez tenga que volver a mi estilo. No consigo soportar más esta educación", espetó el técnico tras el partido con Chile.

Scolari está molesto porque considera que los árbitros, para demostrar que no favorecen al anfitrión, han respondido a los insistentes cuestionamientos sobre su integridad con un exceso de celo hacia Brasil.

"Estamos viendo que los árbitros están medio reticentes con Brasil (...) el arbitraje tiene que ser igual para todos", protestó Scolari tras el partido de Chile, repitiendo una queja que ya había manifestado después del encuentro de primera fase contra México.

Las preguntas sobre los árbitros han sido una constante en las ruedas de prensa en la Granja Comary desde el polémico penalti a favor de Brasil pitado en el partido inaugural por el japonés Yuichi Nishimura, que fue decisivo para la victoria por 3-1 contra Croacia.

El grado del enfado de la delegación brasileña por esta cuestión se plasmó en la víspera del partido de octavos de final, cuando el jefe de prensa de Brasil, Rodrigo Paiva, intervino en la rueda de prensa para responder airadamente a un periodista chileno, a quien dijo que poner en duda la integridad de los árbitros es "una falta de respeto a los brasileños".

De las declaraciones se pasó al contacto físico en el descanso del partido Brasil-Chile, cuando miembros de ambas delegaciones intercambiaron empujones en el túnel de vestuarios, según han admitido fuentes de la CBF.

Mientras la FIFA investiga los hechos, Scolari planea endurecer su discurso, desterrar las sonrisas y el ambiente distendido que implantó en las últimas semanas en Teresópolis, mientras los resultados acompañaron a la Canarinha.

Tras la advertencia de Felipão, se espera la vuelta del estilo "sargento" que hizo propio en su primera etapa al frente de Brasil en el Mundial de 2002 y en su paso por la selección portuguesa, lo que supondría el regreso de las respuestas ariscas a las preguntas incómodas y también un menor acceso de la prensa a las actividades de la selección.

Hasta ahora, como es habitual en Brasil, Scolari ha permitido a los periodistas ver y filmar los entrenamientos completos, con la excepción de las vísperas de los últimos tres partidos.

De momento, Scolari ha abolido las charlas amistosas que le gustaba mantener con los periodistas en el vestíbulo de los hoteles de concentración para hablar de cualquier tema menos de fútbol.

El técnico intentó dos veces hablar de este modo distendido con los periodistas en la sala de prensa de la Granja Comary, en Teresópolis, pero se enfadó cuando algunos profesionales aprovecharon para hacer preguntas sobre la selección.

El resabiado entrenador, de 65 años, se ha dado cuenta que el Mundial no se gana con galanterías a los rivales por lo que, si mantiene su palabra, traerá de vuelta el ceño fruncido y las hostilidades.

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