Nigeria: 21 muertos en explosión en comercio
Abuya, AP
Una explosión adjudicada a extremistas islámicos destruyó el miércoles un centro comercial en Abuya, Nigeria, dejando un saldo de 21 muertos y 17 heridos, según la policía.
El ataque ocurrió en la capital cuando la gente se preparaba para ver al equipo nacional jugar contra Argentina en la Copa Mundial en Brasil. Muchas tiendas del centro comercial tienen televisores, pero no estaba claro si la explosión se hizo coincidir con el partido, que comenzó una hora después.
Según testigos, quedaron pedazos de cuerpos por toda la salida de la Plaza Emab, en el lujoso suburbio Wuse 2 de Abuya. Todos hablaron a condición de no ser identificados por temor a represalias.
Columnas de humo negro podían verse a casi dos kilómetros (una milla) de distancia.
"Escuché la explosión y (sentí) el edificio estremecerse", dijo Shuaibu Baba, quien apenas pudo salvarse. Dijo que corrió a la planta baja y descubrió que el chofer que lo había dejado ahí unos minutos antes estaba muerto. "Le pedí al chofer que viniera conmigo pero me dijo que no, que esperaría en el auto".
El superintendente de la policía, Frank Mba, confirmó las cifras de heridos y cadáveres recuperados. También dijo que un sospechoso fue arrestado y que las investigaciones ya están en curso.
El gobierno pidió mantener la calma y dijo que está haciendo todo lo posible para "revisar las actividades de los insurgentes".
Un testigo dijo que le pareció que la bomba fue arrojada en la entrada por un motociclista, pero Mba dijo que era muy pronto para confirmarlo.
Fue el más reciente ataque adjudicado a los extremistas islámicos. Las fuerzas de seguridad nigerianas parecen incapaces de detener los ataques que ocurren casi a diario, especialmente en el noreste del país, donde el grupo extremista Boko Haram tiene su base.
La capital está en el centro del país y los milicianos han empezado a llevar sus ataques hasta esta parte de Nigeria. Dos explosiones en Abuya en abril dejaron más de 120 muertos e hirieron a 200 personas en una estación de camiones muy transitada. Ambos ataques fueron adjudicados a Boko Haram, que ha amenazado con más atentados.
El lunes, una bomba en una escuela de medicina mató al menos a ocho personas. La semana pasada unas 14 murieron por una explosión en un lugar al aire libre en Damaturu, en el noreste del país, donde la gente se había reunido para ver un partido de la selección nigeriana. En mayo dos explosiones de autos en la ciudad central de Jos dejaron más de 130 muertos y un auto bomba en una estación de autobuses mató a 24 personas en el barrio cristiano de Kano, una ciudad musulmana.
Boko Haram generó el repudio internacional por los secuestros masivos de abril más de 200 alumnas menores de edad y se le culpó de los secuestros esta semana de otras 90 personas, entre ellas 31 niños y 60 niñas, así como mujeres con niños, algunos de apenas 3 años.
El ejército nigeriano dice que está ganando la guerra en los 5 años de insurgencia pero el ritmo y la fatalidad de los ataques se ha incrementado este año, con un saldo de más de 2.000 muertos, en comparación con 3.600 en los cuatro años anteriores.
Una explosión adjudicada a extremistas islámicos destruyó el miércoles un centro comercial en Abuya, Nigeria, dejando un saldo de 21 muertos y 17 heridos, según la policía.
El ataque ocurrió en la capital cuando la gente se preparaba para ver al equipo nacional jugar contra Argentina en la Copa Mundial en Brasil. Muchas tiendas del centro comercial tienen televisores, pero no estaba claro si la explosión se hizo coincidir con el partido, que comenzó una hora después.
Según testigos, quedaron pedazos de cuerpos por toda la salida de la Plaza Emab, en el lujoso suburbio Wuse 2 de Abuya. Todos hablaron a condición de no ser identificados por temor a represalias.
Columnas de humo negro podían verse a casi dos kilómetros (una milla) de distancia.
"Escuché la explosión y (sentí) el edificio estremecerse", dijo Shuaibu Baba, quien apenas pudo salvarse. Dijo que corrió a la planta baja y descubrió que el chofer que lo había dejado ahí unos minutos antes estaba muerto. "Le pedí al chofer que viniera conmigo pero me dijo que no, que esperaría en el auto".
El superintendente de la policía, Frank Mba, confirmó las cifras de heridos y cadáveres recuperados. También dijo que un sospechoso fue arrestado y que las investigaciones ya están en curso.
El gobierno pidió mantener la calma y dijo que está haciendo todo lo posible para "revisar las actividades de los insurgentes".
Un testigo dijo que le pareció que la bomba fue arrojada en la entrada por un motociclista, pero Mba dijo que era muy pronto para confirmarlo.
Fue el más reciente ataque adjudicado a los extremistas islámicos. Las fuerzas de seguridad nigerianas parecen incapaces de detener los ataques que ocurren casi a diario, especialmente en el noreste del país, donde el grupo extremista Boko Haram tiene su base.
La capital está en el centro del país y los milicianos han empezado a llevar sus ataques hasta esta parte de Nigeria. Dos explosiones en Abuya en abril dejaron más de 120 muertos e hirieron a 200 personas en una estación de camiones muy transitada. Ambos ataques fueron adjudicados a Boko Haram, que ha amenazado con más atentados.
El lunes, una bomba en una escuela de medicina mató al menos a ocho personas. La semana pasada unas 14 murieron por una explosión en un lugar al aire libre en Damaturu, en el noreste del país, donde la gente se había reunido para ver un partido de la selección nigeriana. En mayo dos explosiones de autos en la ciudad central de Jos dejaron más de 130 muertos y un auto bomba en una estación de autobuses mató a 24 personas en el barrio cristiano de Kano, una ciudad musulmana.
Boko Haram generó el repudio internacional por los secuestros masivos de abril más de 200 alumnas menores de edad y se le culpó de los secuestros esta semana de otras 90 personas, entre ellas 31 niños y 60 niñas, así como mujeres con niños, algunos de apenas 3 años.
El ejército nigeriano dice que está ganando la guerra en los 5 años de insurgencia pero el ritmo y la fatalidad de los ataques se ha incrementado este año, con un saldo de más de 2.000 muertos, en comparación con 3.600 en los cuatro años anteriores.