Luis Suárez, la FIFA y Luis Enrique

Alfredo Relaño, As
La FIFA sanciona a Luis Suárez por nueve partidos con su selección y cuatro meses sin jugar en ningún caso. Un palo para él, para su club (el Liverpool, que ya le perdió diez partidos recientemente por la misma causa) y eventualmente para el Barça, que anda negociando su fichaje y ahora se encuentra con esta pega. Luis Suárez no podría jugar hasta finales de octubre y carga con este estigma. No obstante, Luis Enrique insiste en el fichaje y desliza que Stoichkov pisó a Urízar, pero dio un gran rendimiento. El Barça está cambiando. Los tiernos ‘boy scouts’ de Guardiola ya son el pasado.


Ha sido una sanción excepcional, sí, pero como corresponde a un hecho excepcional. Repasando en la memoria o en archivos tantos partidos de la Copa del Mundo no me aparece ningún antecedente. Sí aparecen, sin embargo, dos en su carrera, ya está comentado. Es la tercera vez que lo hace en el fútbol de nivel. Alguna pulsión incontenible le arrastra de cuando en cuando a este acto repugnante. Las otras veces fue sancionado, lo que se puede tomar como muestra de que la sanción no le corrige. Y sin embargo, era inevitable. El fútbol no podía dejar pasar esto como una cosa más, porque no lo es.

En Uruguay ha caído mal, por supuesto. Siempre miramos al nuestro con una indulgencia especial. Es algo humano, tan humano que alcanza más que a nadie al entrañable presidente del país, José Mujica, que ha dicho sin gran tino que “a Luis Suárez no le elegimos para filósofo”. No, pero tampoco para que diera mordiscos. Le eligieron para futbolista, en lo que es excepcional, pero un futbolista no tiene que morder, si acaso metafóricamente. Ni filósofos ni futbolistas ni bomberos ni oficinistas. Nadie tiene que morder. Luis Suárez muerde y el colectivo del fútbol le aparta por eso. No por uruguayo.

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