Los kurdos se reivindican con poderío militar ante el avance yihadista
Los combatientes del Kurdistán iraquí son la fuerza más potente sobre el terreno
JUAN CARLOS SANZ
Diyarbakir, El País
Con sus mercados y bazares en pleno ajetreo, Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco, vive en calma desde hace más de un año. Tras el alto el fuego proclamado por la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en marzo de 2013 y la posterior retirada de sus combatientes al norte de Irak, tan solo un reciente episodio de violencia ha empañado el proceso de paz en la conflictiva región del sureste de Anatolia, donde una guerra civil no declarada se ha cobrado 40.000 muertes desde 1984. Alarmados por el secuestro de más de 80 turcos en Mosul (Irak), los kurdos de Turquía tienen ahora la vista puesta al otro lado de las cercanas fronteras de Siria e Irak, donde las milicias de sus hermanos del sur parecen ser las únicas fuerzas capaces de dar la batalla al imparable avance de las brigadas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), mientras consolidan posiciones estratégicas en yacimientos de petróleo.
Los peshmergas, unos 50.000 combatientes a las órdenes del Gobierno Regional del Kurdistán que nunca han querido integrarse en las tropas federales iraquíes, son sin duda la principal fuerza sobre el terreno. Se retiraron de sus posiciones en la orilla izquierda del río Tigris en Mosul para proteger los accesos a Erbil, la capital regional kurda. Pero el repliegue parecía tener también como objetivo el de tomar el control completo de Kirkuk, la rica ciudad petrolera del norte de Irak. Una agria disputa ha enfrentado desde la caída del régimen de Sadam Husein a los Gobiernos de Bagdad y de Erbil por el estatuto de Kirkuk, que cuenta con población kurda, suní y turcomana (descendiente de los colonos turcos bajo el Imperio Otomano), y sobre todo, con las mayores reservas de crudo del país después de los yacimientos de Basora, en el sur.
Los dirigentes kurdos, que pretenden incorporar Kirkuk a su región (gestionada de forma cuasi independiente) y el liderazgo chií del Ejecutivo central iraquí, que aspira a mantenerla bajo su control, no han podido ponerse de acuerdo en más de 11 años para la organización de un referéndum sobre el destino político de la ciudad. La huida en desbandada de las tropas de Bagdad destacadas en el norte de Kirkuk (barrios suníes) ante el empuje de las brigadas yihadistas de EIIL, proporcionó este jueves a los peshmergas la oportunidad que estaban buscando desde hace más de una década: tomaron la ciudad. “La totalidad de la ciudad está en nuestras manos. Ya no quedan tropas del Ejército iraquí”, proclamó el portavoz de las milicias kurdas, Jabbar Yawar, citado por el diario turco Hurriyet.
El avance yihadista desde Siria hacia Irak parece brindar ahora a los kurdos la ocasión de reivindicarse ante la comunidad internacional. Condenados a convertirse en el mayor pueblo sin Estado tras la partición del Imperio Otomano posterior a la I Guerra Mundial, cuentan ahora con un autogobierno formal en Irak, un control de facto sobre el noreste de Siria y cuentan con un proceso de pacificación y reconocimiento constitucional en marcha en Turquía. Precisamente las milicias kurdas sirias del Partido de Unión Democrática (PYD) que combaten al régimen de Bachar el Asad y la guerrilla del PKK que se retiró de Turquía hasta las montañas Kandil (norte de Irak), pueden desempeñar un papel determinante, junto con los peshmergas iraquíes, para contener la marea yihadista de EIIL, según las conclusiones de un debate organizado este jueves por la Unión Europea en Diyarbakir al que fue invitado EL PAÍS. Tan solo en Irán siguen los kurdos sin haber conseguido avances desde la instauración de la República Islámica, en 1979.
Hasta ahora, las autoridades de Bagdad y de Erbil pactaban, no sin periódicas tensiones, el reparto de los ingresos procedentes de los campos petrolíferos de Kirkuk. Aunque el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí ha iniciado ya la exportación de crudo a través del puerto turco de Ceyhan, conectado con los yacimientos del norte de Irak a través de un oleoducto. Al menos dos buques petroleros cargados con el equivalente a dos millones de barriles de crudo han salido ya de las instalaciones portuarias turcas sin el consentimiento de Bagdad, que ostenta el reconocimiento de la comunidad internacional para exportar petróleo. El alejamiento entre Erbil y Bagdad es patente, aunque kurdos y chiíes forman una coalición política en Bagdad frente a los suníes, la antigua minoría hegemónica bajo la dictadura de Sadam Husein. Los primeros se han reservado el puesto de presidente (Yalal Talabani) y de ministro de Exteriores (Hoshyar Zebari), mientras los chiíes moderados han ocupado la jefatura del Gobierno (Nuri al Maliki) y las principales carteras.
JUAN CARLOS SANZ
Diyarbakir, El País
Con sus mercados y bazares en pleno ajetreo, Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco, vive en calma desde hace más de un año. Tras el alto el fuego proclamado por la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en marzo de 2013 y la posterior retirada de sus combatientes al norte de Irak, tan solo un reciente episodio de violencia ha empañado el proceso de paz en la conflictiva región del sureste de Anatolia, donde una guerra civil no declarada se ha cobrado 40.000 muertes desde 1984. Alarmados por el secuestro de más de 80 turcos en Mosul (Irak), los kurdos de Turquía tienen ahora la vista puesta al otro lado de las cercanas fronteras de Siria e Irak, donde las milicias de sus hermanos del sur parecen ser las únicas fuerzas capaces de dar la batalla al imparable avance de las brigadas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), mientras consolidan posiciones estratégicas en yacimientos de petróleo.
Los peshmergas, unos 50.000 combatientes a las órdenes del Gobierno Regional del Kurdistán que nunca han querido integrarse en las tropas federales iraquíes, son sin duda la principal fuerza sobre el terreno. Se retiraron de sus posiciones en la orilla izquierda del río Tigris en Mosul para proteger los accesos a Erbil, la capital regional kurda. Pero el repliegue parecía tener también como objetivo el de tomar el control completo de Kirkuk, la rica ciudad petrolera del norte de Irak. Una agria disputa ha enfrentado desde la caída del régimen de Sadam Husein a los Gobiernos de Bagdad y de Erbil por el estatuto de Kirkuk, que cuenta con población kurda, suní y turcomana (descendiente de los colonos turcos bajo el Imperio Otomano), y sobre todo, con las mayores reservas de crudo del país después de los yacimientos de Basora, en el sur.
Los dirigentes kurdos, que pretenden incorporar Kirkuk a su región (gestionada de forma cuasi independiente) y el liderazgo chií del Ejecutivo central iraquí, que aspira a mantenerla bajo su control, no han podido ponerse de acuerdo en más de 11 años para la organización de un referéndum sobre el destino político de la ciudad. La huida en desbandada de las tropas de Bagdad destacadas en el norte de Kirkuk (barrios suníes) ante el empuje de las brigadas yihadistas de EIIL, proporcionó este jueves a los peshmergas la oportunidad que estaban buscando desde hace más de una década: tomaron la ciudad. “La totalidad de la ciudad está en nuestras manos. Ya no quedan tropas del Ejército iraquí”, proclamó el portavoz de las milicias kurdas, Jabbar Yawar, citado por el diario turco Hurriyet.
El avance yihadista desde Siria hacia Irak parece brindar ahora a los kurdos la ocasión de reivindicarse ante la comunidad internacional. Condenados a convertirse en el mayor pueblo sin Estado tras la partición del Imperio Otomano posterior a la I Guerra Mundial, cuentan ahora con un autogobierno formal en Irak, un control de facto sobre el noreste de Siria y cuentan con un proceso de pacificación y reconocimiento constitucional en marcha en Turquía. Precisamente las milicias kurdas sirias del Partido de Unión Democrática (PYD) que combaten al régimen de Bachar el Asad y la guerrilla del PKK que se retiró de Turquía hasta las montañas Kandil (norte de Irak), pueden desempeñar un papel determinante, junto con los peshmergas iraquíes, para contener la marea yihadista de EIIL, según las conclusiones de un debate organizado este jueves por la Unión Europea en Diyarbakir al que fue invitado EL PAÍS. Tan solo en Irán siguen los kurdos sin haber conseguido avances desde la instauración de la República Islámica, en 1979.
Hasta ahora, las autoridades de Bagdad y de Erbil pactaban, no sin periódicas tensiones, el reparto de los ingresos procedentes de los campos petrolíferos de Kirkuk. Aunque el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí ha iniciado ya la exportación de crudo a través del puerto turco de Ceyhan, conectado con los yacimientos del norte de Irak a través de un oleoducto. Al menos dos buques petroleros cargados con el equivalente a dos millones de barriles de crudo han salido ya de las instalaciones portuarias turcas sin el consentimiento de Bagdad, que ostenta el reconocimiento de la comunidad internacional para exportar petróleo. El alejamiento entre Erbil y Bagdad es patente, aunque kurdos y chiíes forman una coalición política en Bagdad frente a los suníes, la antigua minoría hegemónica bajo la dictadura de Sadam Husein. Los primeros se han reservado el puesto de presidente (Yalal Talabani) y de ministro de Exteriores (Hoshyar Zebari), mientras los chiíes moderados han ocupado la jefatura del Gobierno (Nuri al Maliki) y las principales carteras.