¿Es fácil destronar al rey?
Brasil, EFE
Es una exageración. Ochenta jugadores españoles, repartidos por muchos equipos de Europa, jugaron la última Champions, que ganó el Real Madrid, con el Atlético de Madrid como subcampeón. Sólo cincuenta
y ocho jugadores fueron alemanes. Treinta y ocho franceses, treinta y cinco italianos y algo sorprendente: sólo veintidós eran ingleses.
El fútbol español y sus jugadores son los más poderosos de Europa. ¿Quién lo duda? Aunque una última generación portentosa parece que vive su su declive o en un recambio generacional, lo cierto es que varios de esos portentosos iconos como Xavi e Iniesta se resisten a la decadencia. Incluso Casillas, que reclama una eterna santificación como guardameta de la selección más impresionante de los los últimos seis años.
No hemos calculado la cantidad de jugadores brasileños y argentinos que también han jugado la Champions, pero apuesto que ni con los dos países juntos se llega a la mitad e los jugadores españoles utilizados.
Por tanto, sólo por calidad y cantidad de jugadores, España es y debe ser la gran favorita de este convulso Mundial de Brasil. Hay ansias piadosas y también rabiosas que sueñan con destronar al Rey, un absoluto monarca del fútbol como el reino de España. Pero creo que si Del Bosque utiliza con astucia las armas de esta armada invencible no tendrá contemplaciones para renovar el cetro mundial como renovó el título europeo.
¿Por qué lo creo así? Jamás será tan importante la posesión del balón como en Brasil. La bendición del 'tiqui-taca'. ¿Por qué? La mayoría de los lances de Brasil serán partidos en el trópico. Los jugadores tendrán que castigarse en el calor, en la humedad tremenda. Perderá quien corra más detrás del balón, salvo demostración física imposible. Nunca en una fase final fue tan necesaria la posesión, el típico juego del invento Aragonés. La clave, afortunadamente, estará en el centro del campo. Nunca más que ahora será tan importante el aburrimiento del pase horizontal, constante y reiterativo para desgastar al rival. Sea quien sea.
El otro día me puse tan contento al comprobar que del Bosque buscaba una segunda alternativa al 'toque-toque', con los pases largos y profundos de Xabi Alonso y Koke, rápidos en la salón del balón, a la velocidad de Diego Costa, sobre todo, que puede cambiar la mediocre perspectiva de la conquista del gol, que últimamente en la selección de Del Bosque se convertía en una constante entelequia. Diego Costa da muchas soluciones. Y, sobre todo, un rey con dos caras puede asesinar a cualquier enemigo. Quien me iba a decir a mí mismo que algún día reivindicara la posesión por la posesión, pero ese calor tropical, esa humedad insoportable puede matar a cualquier selección que corra buscando la pelota como una posesa. Si se aplican las dos vertientes del juego será francamente difícil destronar al rey del fútbol.
Es una exageración. Ochenta jugadores españoles, repartidos por muchos equipos de Europa, jugaron la última Champions, que ganó el Real Madrid, con el Atlético de Madrid como subcampeón. Sólo cincuenta
y ocho jugadores fueron alemanes. Treinta y ocho franceses, treinta y cinco italianos y algo sorprendente: sólo veintidós eran ingleses.
El fútbol español y sus jugadores son los más poderosos de Europa. ¿Quién lo duda? Aunque una última generación portentosa parece que vive su su declive o en un recambio generacional, lo cierto es que varios de esos portentosos iconos como Xavi e Iniesta se resisten a la decadencia. Incluso Casillas, que reclama una eterna santificación como guardameta de la selección más impresionante de los los últimos seis años.
No hemos calculado la cantidad de jugadores brasileños y argentinos que también han jugado la Champions, pero apuesto que ni con los dos países juntos se llega a la mitad e los jugadores españoles utilizados.
Por tanto, sólo por calidad y cantidad de jugadores, España es y debe ser la gran favorita de este convulso Mundial de Brasil. Hay ansias piadosas y también rabiosas que sueñan con destronar al Rey, un absoluto monarca del fútbol como el reino de España. Pero creo que si Del Bosque utiliza con astucia las armas de esta armada invencible no tendrá contemplaciones para renovar el cetro mundial como renovó el título europeo.
¿Por qué lo creo así? Jamás será tan importante la posesión del balón como en Brasil. La bendición del 'tiqui-taca'. ¿Por qué? La mayoría de los lances de Brasil serán partidos en el trópico. Los jugadores tendrán que castigarse en el calor, en la humedad tremenda. Perderá quien corra más detrás del balón, salvo demostración física imposible. Nunca en una fase final fue tan necesaria la posesión, el típico juego del invento Aragonés. La clave, afortunadamente, estará en el centro del campo. Nunca más que ahora será tan importante el aburrimiento del pase horizontal, constante y reiterativo para desgastar al rival. Sea quien sea.
El otro día me puse tan contento al comprobar que del Bosque buscaba una segunda alternativa al 'toque-toque', con los pases largos y profundos de Xabi Alonso y Koke, rápidos en la salón del balón, a la velocidad de Diego Costa, sobre todo, que puede cambiar la mediocre perspectiva de la conquista del gol, que últimamente en la selección de Del Bosque se convertía en una constante entelequia. Diego Costa da muchas soluciones. Y, sobre todo, un rey con dos caras puede asesinar a cualquier enemigo. Quien me iba a decir a mí mismo que algún día reivindicara la posesión por la posesión, pero ese calor tropical, esa humedad insoportable puede matar a cualquier selección que corra buscando la pelota como una posesa. Si se aplican las dos vertientes del juego será francamente difícil destronar al rey del fútbol.