“El Mundial quizá no esté listo”
Brasilia, As
El ministro de deportes de Brasil, Aldo Rebelo, asumió ayer algo que ya era evidente para cualquiera que llegue a Brasil en vísperas del Mundial. “Todavía no podemos garantizar que estará todo listo”, afirmó el político en una rueda de prensa en Sao Paulo.
El Gobierno, comité organizador y la FIFA corren contra el tiempo y el reloj para intentar maquillar los aeropuertos y los alrededores de casi todos los estadios que acogerán los partidos del Mundial, e intentar que, al menos, parezcan listos. Pero el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, asumió públicamente que cuatro de ellos “no estarán terminados hasta el último minuto”.
Sobre la ola de protestas de diversos sectores de la sociedad brasileña y la amenaza real que existe de una huelga general en el país durante el Mundial, el ministro Rebelo reconoció también no tener un “plan B” en el caso de que este paro se produzca. “No pienso en esa posibilidad. Eso no va a ocurrir”, rechazó, en un esfuerzo de convencer a la Prensa de que no hay motivos para la preocupación.
Pero fuera del hotel de lujo en Sao Paulo, donde la cúpula del campeonato intentaba dar explicaciones a la Prensa, la metrópoli brasileña vivía el segundo día seguido de caos debido a la huelga indefinida de los conductores del metro, diferentes protestas reivindicativas y un chaparrón que añadió drama a todos los problemas. Por la mañana la ciudad registró su récord histórico de atascos antes de mediodía, con 254 kilómetros de calles con el tráfico totalmente colapsado. Mientras, sólo 31 de las 61 estaciones de metro estaban abiertas. La Policía usó gases lacrimógenos y pelotas de goma contra los trabajadores que impedían la apertura de una de las estaciones y hubo duras confrontaciones. Fue detenida una persona.
Por la tarde, otra manifestación, de la Fuerza Sindical, paralizó la Avenida Paulista, principal calle de la capital paulistana. Aproximadamente 2.000 sindicalistas paralizaron el centro de la ciudad para protestar contra el torneo de la FIFA. “Es un Mundial para otros, no para los brasileños. Pero somos nosotros los que pagamos las cuentas”, gritaba el diputado federal Paulinho da Força en unos altavoces improvisados durante la marcha que se produjo.
Después de Sao Paulo, otra de las ciudades que sufrirá con el paro del metro es Río de Janeiro. El próximo lunes está fijada una reunión del sindicato de la categoría y se espera el anuncio de una huelga el miércoles 11 de junio.
Y entre protestas, retrasos y polémicas, la FIFA al menos tiene un motivo para alegrarse: según Jerome Valcke, el Mundial de Brasil deberá generar unas ganancias de alrededor de 3.000 millones de euros a la entidad máxima del fútbol internacional.
El ministro de deportes de Brasil, Aldo Rebelo, asumió ayer algo que ya era evidente para cualquiera que llegue a Brasil en vísperas del Mundial. “Todavía no podemos garantizar que estará todo listo”, afirmó el político en una rueda de prensa en Sao Paulo.
El Gobierno, comité organizador y la FIFA corren contra el tiempo y el reloj para intentar maquillar los aeropuertos y los alrededores de casi todos los estadios que acogerán los partidos del Mundial, e intentar que, al menos, parezcan listos. Pero el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, asumió públicamente que cuatro de ellos “no estarán terminados hasta el último minuto”.
Sobre la ola de protestas de diversos sectores de la sociedad brasileña y la amenaza real que existe de una huelga general en el país durante el Mundial, el ministro Rebelo reconoció también no tener un “plan B” en el caso de que este paro se produzca. “No pienso en esa posibilidad. Eso no va a ocurrir”, rechazó, en un esfuerzo de convencer a la Prensa de que no hay motivos para la preocupación.
Pero fuera del hotel de lujo en Sao Paulo, donde la cúpula del campeonato intentaba dar explicaciones a la Prensa, la metrópoli brasileña vivía el segundo día seguido de caos debido a la huelga indefinida de los conductores del metro, diferentes protestas reivindicativas y un chaparrón que añadió drama a todos los problemas. Por la mañana la ciudad registró su récord histórico de atascos antes de mediodía, con 254 kilómetros de calles con el tráfico totalmente colapsado. Mientras, sólo 31 de las 61 estaciones de metro estaban abiertas. La Policía usó gases lacrimógenos y pelotas de goma contra los trabajadores que impedían la apertura de una de las estaciones y hubo duras confrontaciones. Fue detenida una persona.
Por la tarde, otra manifestación, de la Fuerza Sindical, paralizó la Avenida Paulista, principal calle de la capital paulistana. Aproximadamente 2.000 sindicalistas paralizaron el centro de la ciudad para protestar contra el torneo de la FIFA. “Es un Mundial para otros, no para los brasileños. Pero somos nosotros los que pagamos las cuentas”, gritaba el diputado federal Paulinho da Força en unos altavoces improvisados durante la marcha que se produjo.
Después de Sao Paulo, otra de las ciudades que sufrirá con el paro del metro es Río de Janeiro. El próximo lunes está fijada una reunión del sindicato de la categoría y se espera el anuncio de una huelga el miércoles 11 de junio.
Y entre protestas, retrasos y polémicas, la FIFA al menos tiene un motivo para alegrarse: según Jerome Valcke, el Mundial de Brasil deberá generar unas ganancias de alrededor de 3.000 millones de euros a la entidad máxima del fútbol internacional.