EE UU pide a Arabia Saudí que deje de financiar a los yihadistas

Obama envía a Kerry a Oriente Próximo en busca de salidas al conflicto iraquí. El presidente teme que la violencia llegue a Jordania

Marc Bassets
Washington, El País
Estados Unidos teme que la guerra civil en Irak se convierta en un conflicto más amplio entre suníes y chiíes en Oriente Medio. La complicidad de Arabia Saudí y otros países suníes del Golfo Pérsico con los insurgentes iraquíes y la cercanía del Irán chií al primer ministro, Nuri al Maliki, dibujan escenarios preocupantes para Washington: desde la partición de Irak hasta el surgimiento en Mesopotamia de un santuario para terroristas.


El secretario de Estado, John Kerry, que ayer empezó una gira por la región, presionará a los líderes chiíes de Irak para que formen un gobierno que incluya a suníes y kurdos. También pedirá a los países suníes aliados de EE UU que corten la financiación para los yihadistas que en las últimas semanas han tomado ciudades clave como Mosul y se han acercado a la capital, Bagdad.

Los yihadistas suníes del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) “son una amenaza no sólo para Irak, sino para toda la región”, dijo Kerry en El Cairo (Egipto), primera etapa del viaje que también le llevará a Amán (Jordania), vecina de Irak. Bagdad no figura en el itinerario oficial. El presidente Barack Obama ha advertido de que el conflicto podría extenderse a “aliados como Jordania” y acabar amenazando a Europa y EE UU.

La Casa Blanca atribuye parte de la responsabilidad en el caos actual a las políticas excluyentes con los suníes de su antiguo protegido, Al Maliki. Le considera un obstáculo a la reconciliación. Pero ha evitado pedir su dimisión.

El viaje de Kerry es una señal de que EE UU regresa a Irak después casi tres años de ausencia. EE UU, entonces bajo el presidente George W. Bush, invadió el país en 2003. En 2011 su sucesor, Obama, retiró las tropas.

Las victorias sucesivas el EIIL han alterado los cálculos del presidente. El jueves Obama anunció el envío de hasta 300 asesores militares, miembros de las fuerzas especiales norteamericanas preparados para ayudar al ejército iraquí a frenar los avances del EIIL y, en caso de que el presidente ordenase ataques aéreos, poder localizar objetivos.

Sobre el papel no se trata de tropas de combate, opción que la Casa Blanca excluye. Pero el temor en EE UU —un país con ningún apetito por nuevas aventuras bélicas tras el fiasco de Irak y el empantanamiento en Afganistán— es que los “asesores” sean el prólogo de una mayor implicación.

Uno de los mensajes que Kerry lleva en el viaje se dirige a aliados suníes de EE UU como Arabia Saudí, acusados por el Gobierno de Al Maliki, de respaldar “financiera y moralmente” a grupos como el EIIL. En un comunicado, el Gobierno de Irak responsabilizó la semana pasada a Arabia Saudí de los “crímenes que pueden calificarse de genocidio” cometidos por los yihadistas.

“Gran parte de la financiación y el apoyo que, durante un periodo de tiempo extendido, ha alimentado el extremismo en Irak ha llegado procedente de sus vecinos”, dijo a la prensa un alto funcionario del Departamento de Estado, que requirió mantener el anonimato, en el avión que llevaba a Kerry a El Cairo. “Esto”, añadió, “no significa que sea el resultado de una política gubernamental en la mayoría de los casos, pero sí que estos gobiernos pueden hacer más para detener una parte de esta ayuda”. La Administración americana está preocupada por los fondos que reciben los yihadistas de países como Arabia Saudí y Qatar.

Las relaciones de EE UU con sus aliados del Golfo Pérsico se han deteriorado, entre otros motivos, por los titubeos de Obama en la guerra civil en Siria y su disposición a negociar con Irán por su programa nuclear. Estos países “han perdido toda fe en esta Administración”, decía hace unos días, en un coloquio en el laboratorio de ideas Brookings Institution, Kenneth Pollack, miembro del Consejo de Seguridad Nacional con la Administración Clinton y exanalista de la CIA.

Pollack ve una partición de Irak en tres estados —kurdo, suní y chií— como “el resultado más probable” de la guerra civil. “Será muy difícil para el Gobierno iraquí retomar el territorio que la coalición suní ha tomado. Y será muy difícil para la coalición suní avanzar más allá del territorio que ya han tomado”, dijo. Un Estado chii en el sur, alineado con Irán, llevaría la influencia persa a la frontera con Arabia Saudí, su acérrimo enemigo. Los suníes preferirían que EE UU mantuviese Irak unido, pero si no lo logran, la alternativa será “lanzar una guerra lo más agresiva que puedan para disminuir el control de Irán en el sur de Irak”, dijo el experto.

En el pulso entre suníes y chiíes, EE UU a veces se encuentra en bandos opuestos. En Irak se enfrenta al EIIL y se sitúa en la misma trinchera que Irán. En Siria el EIIL combate al régimen de Bachar El Asad, enemigo de EE UU y aliado de Irán.

Obama condiciona el éxito de una intervención militar en Irak a un acuerdo político entre las comunidades. Pero fuentes de la Casa Blanca han dejado claro que, ocurra lo que ocurra con Al Maliki, si los intereses norteamericanos se ven amenazados, EE UU intervendrá.

“No restringimos una acción potencial de EE UU a un espacio geográfico específico”, avisó la semana pasada un alto funcionario de la Administración Obama que pidió anonimato. EE UU se reserva el derecho de bombardear al EIIL en Irak o en Siria. Las fronteras entre ambas guerras se difuminan.

Entradas populares