Decenas de miles de personas recuerdan en Hong Kong la matanza de Tiananmen
Estados Unidos y Taiwán piden a Pekín que haga luz sobre la tragedia
El Dalai Lama insta al Gobierno chino a que abrace la democracia
Jose Reinoso
Pekín, El País
Con una vela en la mano. Muchas vestidas de negro. Decenas de miles de personas -180.000, según los organizadores; 99.500, según la policía- se han congregado este miércoles por la noche en Hong Kong para honrar la memoria de las víctimas de las manifestaciones a favor de la democracia en la plaza pequinesa de Tiananmen en 1989, de cuya sangrienta represión se cumplen hoy 25 años. Se trata de una de las mayores asistencias a la vigilia anual de los últimos años.
Algunos participantes en el acto, celebrado en el parque Victoria, llevaban cintas blancas en la cabeza con la frase “4 de junio. 25 años”. En los altavoces, han sonado los llamamientos al fin del gobierno único del Partido Comunista Chino (PCCh).
“Reivindiquemos el 4 de junio”, han coreado los asistentes. “Dejemos que (el presidente chino) Xi Jinping vea las luces de las velas”, les ha instado Lee Cheuk-yan, presidente de la Alianza en Apoyo de los Movimientos Demócratas Patrióticos de China, organizadora de la concentración, informa France Presse. “No sé lo que teme el Gobierno chino, que prohíbe toda discusión sobre el 4 de junio. Pero en Hong Kong seguiremos luchando hasta el final”, ha añadido.
La situación en la excolonia británica contrasta con el continente. Mientras al otro lado de la frontera las autoridades han levantado un muro de silencio y han forzado la amnesia colectiva sobre la tragedia mediante la censura, en Hong Kong la población se echa a la calle cada año en el aniversario para rendir tributo a los varios cientos de personas –más de mil, según algunas fuentes- muertas cuando el Ejército Popular de Liberación (EPL) entró en las calles de Pekín en la noche del 3 al 4 de junio de 1989 y puso fin a las protestas mediante las balas.
Hong Kong es la única ciudad de China que conmemora anualmente de forma abierta la tragedia. Cuando el territorio fue devuelto a China por el Reino Unido en 1997, se le permitió mantener hasta 2047 su propio sistema político y sus libertades civiles de estilo occidental, como la libertad de expresión.
Diputados pandemócratas de Hong Kong, vestidos de negro, han guardado un minuto de silencio en la asamblea legislativa. Activistas y estudiantes han celebrado otros actos de recuerdo, uno de los cuales ha incluido un modelo a tamaño real de un tanque. “La ira y las lágrimas por la matanza están todavía frescas”, había asegurado anteriormente Lee.
Las ceremonias se han producido también en otras ciudades del mundo, como Taipei, capital de Taiwán, cuyo presidente, Ma Ying-jeou, ha instado al Gobierno chino a que corrija el error histórico. “Frente a una herida histórica tan enorme, espero con sinceridad que las autoridades en el continente consideren en serio y rectifiquen con rapidez los errores para garantizar que tal tragedia no se vuelve a producir nunca más”. Y ha añadido: “Si las autoridades chinas pueden tolerar las diferencias, esto puede no solo aumentar la altura y la legitimidad de aquellos en el poder sino también enviar una claro mensaje a Taiwán de que la reforma política en China es en serio”, informa Reuters.
En China, sin embargo, solo ha habido silencio, censura en Internet y los medios de comunicación oficiales, y control policial. El Gobierno veta todo debate público sobre la violenta represión del movimiento prodemocrático de 1989, que de Pekín se extendió a muchas otras ciudades del país. Los manifestantes –estudiantes, obreros e intelectuales-, con el respaldo de gran parte de la población, pedían mayor transparencia al Gobierno y reformas políticas, y se quejaban de la gran corrupción reinante y la situación económica, pero no buscaban derrocar al Partido Comunista Chino (PCCh).
Al menos 70 disidentes, activistas y familiares de las víctimas han sido detenidos, puestos bajo arresto domiciliario, han desaparecido o han sido interrogadas por la policía en las últimas semanas, según la organización de derechos humanos Amnistía Internacional (AI). Algunos parientes de los fallecidos han honrado hoy a sus seres queridos en cementerios o en sus propias casas, bajo estricta vigilancia policial. No han podido celebrar ceremonias públicas,
“El apagón informativo se debe a que el régimen no quiere que se le recuerde que disparó a sangre fría sobre sus propios ciudadanos, que se manifestaban de forma pacífica. Por tanto, aquellos que intentan rememorar el acontecimiento deben ser encerrados”, explica Roderick MacFarquhar, profesor en la Universidad de Harvard especialista en China. “Tiananmen supuso el final de la revolución china porque representó lo contrario de lo que fue prometido de forma implícita en 1949 (año de la fundación de la República Popular China): que el EPL era el ejército del pueblo y no dispararía sobre su gente. Así que el legado fue el final de la autoridad moral del Partido Comunista”.
En Pekín, la policía y el ejército han intensificado la vigilancia por toda la ciudad, con el despliegue de patrullas de soldados, policías y cuerpos especiales, armados con fusiles automáticos; una visión poco frecuente en la capital, que se debe también a la campaña antiterrorista de un año puesta en marcha por el Gobierno tras los recientes atentados ocurridos en distintos lugares del país, y que han sido atribuidos por las autoridades a separatistas de la región autónoma de Xinjiang, hogar de la minoría musulmana uigur. También han sido desplegados 850.000 informantes voluntarios.
Las medidas de seguridad han sido especialmente intensas este miércoles en la plaza Tiananmen, donde agentes de uniforme y paisano vigilaban en previsión de cualquier signo de protestas, que no ha habido. Decenas de vehículos policiales y del Ejército controlaban la plaza. Para acceder a ella, hacía falta pasar varios filtros policiales y un arco de seguridad, y mostrar un documento de identidad. Algunos periodistas extranjeros han sido seguidos por la policía para impedirles hablar con los turistas chinos, y han sido interpelados, obligados a borrar fotos y expulsados de la plaza.
Entre quienes han recordado hoy a las víctimas de las protestas, se encuentra el Dalai Lama. “Ofrezco mis oraciones por aquellos que murieron por la libertad, la democracia y los derechos humanos”, ha asegurado el líder budista tibetano y Nobel de la Paz en un comunicado en su página en Internet. “Mientras ha sido realizado un gran avance para integrar a China en la economía mundial, creo que es de igual importancia animar a China a que se una a la corriente principal de la democracia global. Esto ayudará a China a ganarse la confianza y el respeto del resto del mundo, y permitirá a China cumplir su potencial para jugar un papel destacado en los asuntos globales”.
La Casa Blanca, ha asegurado en un comunicado que Estados Unidos continúa honrando la memoria de las víctimas y ha pedido al Gobierno chino que haga público “el recuento de quienes murieron, fueron detenidos o están desaparecidos en conexión con los sucesos relacionados con el 4 de junio de 1989”. Japón ha urgido a Pekín a que respete los derechos humanos y el gobierno de la ley. Navi Pillay, la responsable de asuntos de derechos humanos en la ONU, pidió el martes a China que revele la verdad de lo que ocurrió hace 25 años.
China, que calificó las protestas de movimiento “contrarrevolucionario”, defendió el martes la intervención armada del ejército para sofocar las protestas y dijo que el PCCh había tomado el camino correcto por el bien de la gente, como prueba el rápido desarrollo que ha experimentado el país desde entonces, según afirmó Hong Lei, portavoz de Exteriores. Hong ha calificado hoy las declaraciones de Estados Unidos y Naciones Unidas de injerencia en los asuntos internos chinos, y ha asegurado que la declaración del Dalai Lama sobre Tiananmen tiene “motivos ulteriores”. Pekín acusa al líder tibetano de separatista.
El Dalai Lama insta al Gobierno chino a que abrace la democracia
Jose Reinoso
Pekín, El País
Con una vela en la mano. Muchas vestidas de negro. Decenas de miles de personas -180.000, según los organizadores; 99.500, según la policía- se han congregado este miércoles por la noche en Hong Kong para honrar la memoria de las víctimas de las manifestaciones a favor de la democracia en la plaza pequinesa de Tiananmen en 1989, de cuya sangrienta represión se cumplen hoy 25 años. Se trata de una de las mayores asistencias a la vigilia anual de los últimos años.
Algunos participantes en el acto, celebrado en el parque Victoria, llevaban cintas blancas en la cabeza con la frase “4 de junio. 25 años”. En los altavoces, han sonado los llamamientos al fin del gobierno único del Partido Comunista Chino (PCCh).
“Reivindiquemos el 4 de junio”, han coreado los asistentes. “Dejemos que (el presidente chino) Xi Jinping vea las luces de las velas”, les ha instado Lee Cheuk-yan, presidente de la Alianza en Apoyo de los Movimientos Demócratas Patrióticos de China, organizadora de la concentración, informa France Presse. “No sé lo que teme el Gobierno chino, que prohíbe toda discusión sobre el 4 de junio. Pero en Hong Kong seguiremos luchando hasta el final”, ha añadido.
La situación en la excolonia británica contrasta con el continente. Mientras al otro lado de la frontera las autoridades han levantado un muro de silencio y han forzado la amnesia colectiva sobre la tragedia mediante la censura, en Hong Kong la población se echa a la calle cada año en el aniversario para rendir tributo a los varios cientos de personas –más de mil, según algunas fuentes- muertas cuando el Ejército Popular de Liberación (EPL) entró en las calles de Pekín en la noche del 3 al 4 de junio de 1989 y puso fin a las protestas mediante las balas.
Hong Kong es la única ciudad de China que conmemora anualmente de forma abierta la tragedia. Cuando el territorio fue devuelto a China por el Reino Unido en 1997, se le permitió mantener hasta 2047 su propio sistema político y sus libertades civiles de estilo occidental, como la libertad de expresión.
Diputados pandemócratas de Hong Kong, vestidos de negro, han guardado un minuto de silencio en la asamblea legislativa. Activistas y estudiantes han celebrado otros actos de recuerdo, uno de los cuales ha incluido un modelo a tamaño real de un tanque. “La ira y las lágrimas por la matanza están todavía frescas”, había asegurado anteriormente Lee.
Las ceremonias se han producido también en otras ciudades del mundo, como Taipei, capital de Taiwán, cuyo presidente, Ma Ying-jeou, ha instado al Gobierno chino a que corrija el error histórico. “Frente a una herida histórica tan enorme, espero con sinceridad que las autoridades en el continente consideren en serio y rectifiquen con rapidez los errores para garantizar que tal tragedia no se vuelve a producir nunca más”. Y ha añadido: “Si las autoridades chinas pueden tolerar las diferencias, esto puede no solo aumentar la altura y la legitimidad de aquellos en el poder sino también enviar una claro mensaje a Taiwán de que la reforma política en China es en serio”, informa Reuters.
En China, sin embargo, solo ha habido silencio, censura en Internet y los medios de comunicación oficiales, y control policial. El Gobierno veta todo debate público sobre la violenta represión del movimiento prodemocrático de 1989, que de Pekín se extendió a muchas otras ciudades del país. Los manifestantes –estudiantes, obreros e intelectuales-, con el respaldo de gran parte de la población, pedían mayor transparencia al Gobierno y reformas políticas, y se quejaban de la gran corrupción reinante y la situación económica, pero no buscaban derrocar al Partido Comunista Chino (PCCh).
Al menos 70 disidentes, activistas y familiares de las víctimas han sido detenidos, puestos bajo arresto domiciliario, han desaparecido o han sido interrogadas por la policía en las últimas semanas, según la organización de derechos humanos Amnistía Internacional (AI). Algunos parientes de los fallecidos han honrado hoy a sus seres queridos en cementerios o en sus propias casas, bajo estricta vigilancia policial. No han podido celebrar ceremonias públicas,
“El apagón informativo se debe a que el régimen no quiere que se le recuerde que disparó a sangre fría sobre sus propios ciudadanos, que se manifestaban de forma pacífica. Por tanto, aquellos que intentan rememorar el acontecimiento deben ser encerrados”, explica Roderick MacFarquhar, profesor en la Universidad de Harvard especialista en China. “Tiananmen supuso el final de la revolución china porque representó lo contrario de lo que fue prometido de forma implícita en 1949 (año de la fundación de la República Popular China): que el EPL era el ejército del pueblo y no dispararía sobre su gente. Así que el legado fue el final de la autoridad moral del Partido Comunista”.
En Pekín, la policía y el ejército han intensificado la vigilancia por toda la ciudad, con el despliegue de patrullas de soldados, policías y cuerpos especiales, armados con fusiles automáticos; una visión poco frecuente en la capital, que se debe también a la campaña antiterrorista de un año puesta en marcha por el Gobierno tras los recientes atentados ocurridos en distintos lugares del país, y que han sido atribuidos por las autoridades a separatistas de la región autónoma de Xinjiang, hogar de la minoría musulmana uigur. También han sido desplegados 850.000 informantes voluntarios.
Las medidas de seguridad han sido especialmente intensas este miércoles en la plaza Tiananmen, donde agentes de uniforme y paisano vigilaban en previsión de cualquier signo de protestas, que no ha habido. Decenas de vehículos policiales y del Ejército controlaban la plaza. Para acceder a ella, hacía falta pasar varios filtros policiales y un arco de seguridad, y mostrar un documento de identidad. Algunos periodistas extranjeros han sido seguidos por la policía para impedirles hablar con los turistas chinos, y han sido interpelados, obligados a borrar fotos y expulsados de la plaza.
Entre quienes han recordado hoy a las víctimas de las protestas, se encuentra el Dalai Lama. “Ofrezco mis oraciones por aquellos que murieron por la libertad, la democracia y los derechos humanos”, ha asegurado el líder budista tibetano y Nobel de la Paz en un comunicado en su página en Internet. “Mientras ha sido realizado un gran avance para integrar a China en la economía mundial, creo que es de igual importancia animar a China a que se una a la corriente principal de la democracia global. Esto ayudará a China a ganarse la confianza y el respeto del resto del mundo, y permitirá a China cumplir su potencial para jugar un papel destacado en los asuntos globales”.
La Casa Blanca, ha asegurado en un comunicado que Estados Unidos continúa honrando la memoria de las víctimas y ha pedido al Gobierno chino que haga público “el recuento de quienes murieron, fueron detenidos o están desaparecidos en conexión con los sucesos relacionados con el 4 de junio de 1989”. Japón ha urgido a Pekín a que respete los derechos humanos y el gobierno de la ley. Navi Pillay, la responsable de asuntos de derechos humanos en la ONU, pidió el martes a China que revele la verdad de lo que ocurrió hace 25 años.
China, que calificó las protestas de movimiento “contrarrevolucionario”, defendió el martes la intervención armada del ejército para sofocar las protestas y dijo que el PCCh había tomado el camino correcto por el bien de la gente, como prueba el rápido desarrollo que ha experimentado el país desde entonces, según afirmó Hong Lei, portavoz de Exteriores. Hong ha calificado hoy las declaraciones de Estados Unidos y Naciones Unidas de injerencia en los asuntos internos chinos, y ha asegurado que la declaración del Dalai Lama sobre Tiananmen tiene “motivos ulteriores”. Pekín acusa al líder tibetano de separatista.