ANÁLISIS / James Rodríguez hace historia
Marcó los dos goles, el primero espectacular, para clasificar por primera vez a Colombia para los cuartos de final de un Mundial. James, pichichi del torneo con cinco goles.
Río de Janeiro, As
Colombia ya está en cuartos por primera vez en su historia. Porque ha aprendido a competir y porque cuenta con James Rodríguez. Un debutante de sólo 22 años que vale más que ayer y mucho menos que mañana. Sus dos tantos, espléndidos, sirvieron para tumbar a Uruguay y para que pase a liderar la tabla de goleadores (lleva cinco). Pero no sólo de resultados vive el hombre. También cuentan los sentimientos. La victoria es clave además para inyectar una alegría a un país volcado que deseaba cumplir el deseo de la familia Escobar. Andrés, el hijo pródigo, nadie lo ha olvidado, fue asesinado en julio de 1994 por una mafia colombiana tras la eliminación del equipo de Maturana con un gol suyo incluido en propia puerta ante EEUU. Antes de este partido de octavos en Brasil, su hermano Santiago envió una emotiva carta pidiendo una victoria de leyenda en su honor. Dicho y hecho. El equipo se dejó la vida por él y la cuenta está saldada.
El partido fue una lucha continúa por imponer dos estilos. Colombia se afanó por querer imprimirle ritmo y mostrar sus alternativas en ataque. Uruguay se obsesionó con jugar lo mínimo posible y hacer el choque largo y tosco. Para no desgastarse y porque le faltan peloteros. A ratos, Colombia se salió con la suya. De ahí que James y Cuadrado avisaran con dos faltas y que Zúñiga, lateral con alma de interior, se atreviera a probar suerte más allá del área. Pero casi siempre durante el primer tiempo Uruguay logró trabar el juego. Cosas del oficio. Sólo cambió de plan por obligación. Cuando James deshizo el empate con otra obra maestra. De espaldas, orientó con el pecho un pase sin más historia en el borde del área, y sin dejarla caer se sacudió un zurdazo magistral que tocó Muslera, pegó en el larguero y acabó en las mallas. Desde entonces, Godín y sus secuaces conectaron algo más y, sobre todo, mejor con Cavani y Forlán, los elegidos para hacer olvidar sin éxito a Luis Suárez. El ariete del PSG lució antes del descanso. Con una falta directa y con un centro al que no llegó el Cebolla de milagro. El exatlético demostró que su retiro en Japón pasa factura. Tras jugar sólo 15 partidos en el Cerezo Osaka y hacer cinco goles, el Mundial no perdona. Más bien señala.
Colombia fue mejor y ganó porque su defensa es compacta, su centro del campo solidario y su ataque es demoledor. En él entró Jackson Martínez por Ibarbo con la profesionalidad de saber que no era un día para brillar sino más bien para sufrir. Trabajó de lo lindo. También lo hizo Uruguay, con una salvedad: sólo hizo eso. Tabárez volvió a apostar por cinco defensas con supuestos carrileros y pobló su centro del campo de perros de presa a los que le falta temple, calidad y algo más de visión. Dicen que perder horas antes a Luis Suárez cohesionó al grupo y lo envalentonó. Pero de ahí a hacer creer que una pérdida así es beneficiosa por las formas por el hecho de extramotivar, es un error. Sin Luis Suárez faltó talento, decayó la movilidad y, más que nada, no apareció el gol.
Llegó el descanso y como en cada partido anterior, Pekerman mejoró el panorama. Sus intermedios no son únicamente para hidratarse. Son para escuchar. Nada más salir al campo, Colombia hizo una jugada de libro con forma de sentencia. Iniciada en Teo y culminada de nuevo con éxito por James. El virtuoso que sólo había marcado nueve goles en Francia y que ha explotado en el momento preciso. Cuando mira todo el mundo. El balón fue de derecha a izquierda, gracias a la velocidad colectiva y a la visión de Jackson. Armero la puso desde la izquierda buscando la incorporación de Cuadrado. La perla que quiere el Barça pudo cabecear de primeras pero prefirió regalarle el tanto al pichichi con su cuarta asistencia. 2-0.
Uruguay intentó desde ese minuto 50 recomponer su figura. Pero no hizo más que afearla. Una patada de Ramírez a Armero mereció la roja que no se mostró. Eso sí. Uruguay nunca se rinde y Maxi Pereira, Cavani y Godín metieron miedo al final. A todos salvo a un gran Ospina. Aun así, el rival ya ni protestaba. Desde hace tiempo sólo sabe sonreír y bailar. Cosas del fútbol: con Colombia haciendo historia, ahora, salvo en el Madrid, pocos se acuerdan de Falcao.
Río de Janeiro, As
Colombia ya está en cuartos por primera vez en su historia. Porque ha aprendido a competir y porque cuenta con James Rodríguez. Un debutante de sólo 22 años que vale más que ayer y mucho menos que mañana. Sus dos tantos, espléndidos, sirvieron para tumbar a Uruguay y para que pase a liderar la tabla de goleadores (lleva cinco). Pero no sólo de resultados vive el hombre. También cuentan los sentimientos. La victoria es clave además para inyectar una alegría a un país volcado que deseaba cumplir el deseo de la familia Escobar. Andrés, el hijo pródigo, nadie lo ha olvidado, fue asesinado en julio de 1994 por una mafia colombiana tras la eliminación del equipo de Maturana con un gol suyo incluido en propia puerta ante EEUU. Antes de este partido de octavos en Brasil, su hermano Santiago envió una emotiva carta pidiendo una victoria de leyenda en su honor. Dicho y hecho. El equipo se dejó la vida por él y la cuenta está saldada.
El partido fue una lucha continúa por imponer dos estilos. Colombia se afanó por querer imprimirle ritmo y mostrar sus alternativas en ataque. Uruguay se obsesionó con jugar lo mínimo posible y hacer el choque largo y tosco. Para no desgastarse y porque le faltan peloteros. A ratos, Colombia se salió con la suya. De ahí que James y Cuadrado avisaran con dos faltas y que Zúñiga, lateral con alma de interior, se atreviera a probar suerte más allá del área. Pero casi siempre durante el primer tiempo Uruguay logró trabar el juego. Cosas del oficio. Sólo cambió de plan por obligación. Cuando James deshizo el empate con otra obra maestra. De espaldas, orientó con el pecho un pase sin más historia en el borde del área, y sin dejarla caer se sacudió un zurdazo magistral que tocó Muslera, pegó en el larguero y acabó en las mallas. Desde entonces, Godín y sus secuaces conectaron algo más y, sobre todo, mejor con Cavani y Forlán, los elegidos para hacer olvidar sin éxito a Luis Suárez. El ariete del PSG lució antes del descanso. Con una falta directa y con un centro al que no llegó el Cebolla de milagro. El exatlético demostró que su retiro en Japón pasa factura. Tras jugar sólo 15 partidos en el Cerezo Osaka y hacer cinco goles, el Mundial no perdona. Más bien señala.
Colombia fue mejor y ganó porque su defensa es compacta, su centro del campo solidario y su ataque es demoledor. En él entró Jackson Martínez por Ibarbo con la profesionalidad de saber que no era un día para brillar sino más bien para sufrir. Trabajó de lo lindo. También lo hizo Uruguay, con una salvedad: sólo hizo eso. Tabárez volvió a apostar por cinco defensas con supuestos carrileros y pobló su centro del campo de perros de presa a los que le falta temple, calidad y algo más de visión. Dicen que perder horas antes a Luis Suárez cohesionó al grupo y lo envalentonó. Pero de ahí a hacer creer que una pérdida así es beneficiosa por las formas por el hecho de extramotivar, es un error. Sin Luis Suárez faltó talento, decayó la movilidad y, más que nada, no apareció el gol.
Llegó el descanso y como en cada partido anterior, Pekerman mejoró el panorama. Sus intermedios no son únicamente para hidratarse. Son para escuchar. Nada más salir al campo, Colombia hizo una jugada de libro con forma de sentencia. Iniciada en Teo y culminada de nuevo con éxito por James. El virtuoso que sólo había marcado nueve goles en Francia y que ha explotado en el momento preciso. Cuando mira todo el mundo. El balón fue de derecha a izquierda, gracias a la velocidad colectiva y a la visión de Jackson. Armero la puso desde la izquierda buscando la incorporación de Cuadrado. La perla que quiere el Barça pudo cabecear de primeras pero prefirió regalarle el tanto al pichichi con su cuarta asistencia. 2-0.
Uruguay intentó desde ese minuto 50 recomponer su figura. Pero no hizo más que afearla. Una patada de Ramírez a Armero mereció la roja que no se mostró. Eso sí. Uruguay nunca se rinde y Maxi Pereira, Cavani y Godín metieron miedo al final. A todos salvo a un gran Ospina. Aun así, el rival ya ni protestaba. Desde hace tiempo sólo sabe sonreír y bailar. Cosas del fútbol: con Colombia haciendo historia, ahora, salvo en el Madrid, pocos se acuerdan de Falcao.