ANÁLISIS / Griezmann, el Príncipe bleu

Brasilia, As
La sala de máquinas de Francia había activado todas las alarmas en el minuto 60. Desdibujada y lejos de la imagen exuberante que había transmitido en la primera fase, había quedado en manos de Nigeria, despierta y, esta vez sí, con ganas de jugar y no protestar. Camisetas verdes aparecían por todos lados y Lloris estaba apurado. Francia, que había intentado atemorizar con un fútbol a todo trapo, se había encontrado la horma de su zapato. Así que al límite, y con serio riesgo de ser eliminada, Deschamps operó a tiempo, hizo la llamada del público y sacó del campo a Giroud para introducir a Griezmann, comodín de categoría. Francia se concentró en tener el balón en vez de intercambiar golpes y desde entonces borró del campo a Nigeria, que se sintió fuera de marco en el nuevo escenario. Después de diez minutos brillantes con el joven Antoine al mando, un Principito bleu, Pogba puso la cabeza rumbo a cuartos de final, donde Francia espera rival. Si es Alemania, por cierto, con ganas. El recuerdo de las semifinales de 1982 (Sánchez Pizjuán) y 1986 (Jalisco) no ha dejado de atormentarle con el paso de los años. Los octavos de Brasilia, por tanto, elevaron a Griezmann, pero también a Pogba, centrocampista que empieza a resultar un escándalo conforme avanza el Mundial. Benzema fue más sin Giroud pero aún Deschamps tiene trabajo. Esta fue la película del partido.


De momento, quien presumió un Mundial de receso y especulación, fracasó. La primera parte, por más que terminase a cero, fue apasionante. La Francia titular, con el depósito lleno después de las rotaciones ante Ecuador, salió a toda pastilla. Pero en el espejo encontró a Nigeria, con tanta energía como los de Deschamps y ganas de gesta. Nigeria decidió olvidar en Brasilia, húmeda pero no calurosa, sus líos de dinero por un día. Y por primera vez se vio sufrir a Francia, desbordada a ratos por la movilidad de Moses y Musa y el buen entendimiento de Odenwingie y Emenike, jugador con veneno que hizo gol en el minuto 19. El asistente de Geiger, atento, lo anuló correctamente por fuera de juego. La jugada reveló alguna brecha en el flanco derecho francés. Debuchy, lateral con llegada, se sintió inseguro ante Musa.

A Benzema se le vio apagado en la primera parte. Algo inseguro y despistado por Giroud. Sólo se agigantó Pogba, que aprovechó con astucia los espacios de Nigeria en el centro del campo (sólo Obi Mikel maneja la posición en las Águilas) y se marcó la jugada de la primera parte. Se apoyó en Valbuena, pisó en el área y conectó un remate fantástico. Enyeama, eléctrico, hizo una de las paradas del campeonato. Pero Francia se fue inquieta al descanso. Lloris había intervenido bastante y la superioridad se suponía más que se plasmaba.

Nigeria creció y creció. Tan abrumada empezó a verse Francia que fue dejando heridos por el camino. Matuidi, desquiciado, embistió contra Onazi. Una patada feísima que lesionó al jugador del Lazio y que mereció algo más que amarilla. Lloris empezó a rechazar balones que llegaban desde cualquier parte, especialmente de los tiros de Odenwingie. Y Deschamps, preocupado, movió ficha. Quitó a Giroud, desacompasado, e introdujo a Griezmann. Pero lo que le pedía el partido a Francia era pausa. Al ida y vuelta Nigeria había terminado por ganarle a los puntos y el partido se había metido en una ruleta rusa. Por minutos, Francia se vio fuera pero regresó. Griezmann devolvió con clase una pared a Benzema, que tropezó en Enyeama. Fue en el minuto 71. Cinco minutos después, Cabaye, estupendo tirador de media distancia, remató al larguero. Benzema volvió a encontrarse con Enyeama pero Nigeria no aguantó más. Pogba, creciendo hasta convertirse en uno de los centrocampistas del torneo (MVP del partido), remató a placer en un error de Enyeama, portero de reflejos pero con inevitable espíritu africano. Nigeria se despidió ahí del partido. No tuvo más ganas de jugar, de hablar de dinero ni de luchar. Cayó a plomo. Francia supo sufrir y es feliz. Le espera Maracaná en cuartos. Su segundo viaje en el Mundial. Y, tal vez, no el último.

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