Los tártaros de Crimea critican a Rusia y piden la autodeterminación
La minoría tártara conmemora en Simferópol el 70 aniversario de la deportación estalinista de su comunidad a Asia Central y Siberia
Pilar Bonet
Moscú, El País
En condiciones restringidas por las autoridades rusas, vigilados por la policía y con helicópteros volando sobre sus cabezas, los tártaros de Crimea conmemoraron ayer en Simferópol, el 70 aniversario de la deportación estalinista de su comunidad a Asia Central y Siberia.
En vista de que su tradicional manifestación en el centro de la capital de Crimea les fue prohibida a última hora por los dirigentes locales, los tártaros convocaron un acto más modesto, junto a una mezquita de barrio, en el que protestaron por la política de Moscú en relación a su comunidad.
Las “consecuencias catastróficas de la deportación no se han superado hasta ahora”, señala la resolución del mitin, al que asistieron varios miles de personas, (30.000 según los organizadores y 15.000 según medios de los asistentes). Sobre los tártaros de Crimea “de nuevo se ejerce la violencia y la ilegalidad, pero ahora ya en nuestra propia tierra, y sus familias son sometidas a registros y se les prohíbe celebrar reuniones y mítines pacíficos”, afirma el documento.
Los tártaros insistieron en su “inalienable derecho” a “autodeterminarse” en el que consideran su territorio histórico, “mediante la concesión a la república de Crimea de un estatus de autonomía nacional territorial”, afirma el documento. Asimismo, exigieron que las entidades tártaras de autogobierno, como el Medzhlís, o consejo, y el Kurultái, o parlamento, sean reconocidas como órganos políticos legalmente representativos.
Los tártaros se consideran a sí mismos como el pueblo autóctono de Crimea y su aspiración a autodeterminarse es una vieja reivindicación que no fue aceptada por Ucrania y previsiblemente no lo será por Rusia, aunque ha cobrado nuevos matices en vista de la anexión de Crimea por Moscú tras un referéndum de autodeterminación (ilegal desde el punto de vista de Ucrania y de la comunidad internacional) que fue boicoteado por el grueso de la comunidad tártara. Para legitimar su política, el Kremlin ha pasado a valorar positivamente los procesos de autodeterminación que favorecen los intereses rusos, al tiempo que ha endurecido las penalizaciones legales sobre las tendencias separatistas en Rusia.
En el mitin se pidió el mantenimiento de la toponimia tártara en la península, el cese inmediato de “la represión y discriminación” por motivos “políticos, nacionales o religiosos”. También se hizo un llamamiento a la comunidad internacional y las organizaciones internacionales para que sean “garantes del restablecimiento de los derechos” del pueblo tártaro. En el acto se recordó al líder histórico Mustafá Dzhemiliev, a quien las autoridades rusas han prohibido la entrada en Crimea, y se calificó esta prohibición como “una crasa ilegalidad” y un "acto de cinismo inhumano”.
Los reunidos pidieron además que la deportación de 1.944 sea calificada internacionalmente como genocidio. En la península se celebró también otro acto conmemorativo de la deportación en la localidad de Bakchisarái, la capital histórica del janato de Crimea.
Pilar Bonet
Moscú, El País
En condiciones restringidas por las autoridades rusas, vigilados por la policía y con helicópteros volando sobre sus cabezas, los tártaros de Crimea conmemoraron ayer en Simferópol, el 70 aniversario de la deportación estalinista de su comunidad a Asia Central y Siberia.
En vista de que su tradicional manifestación en el centro de la capital de Crimea les fue prohibida a última hora por los dirigentes locales, los tártaros convocaron un acto más modesto, junto a una mezquita de barrio, en el que protestaron por la política de Moscú en relación a su comunidad.
Las “consecuencias catastróficas de la deportación no se han superado hasta ahora”, señala la resolución del mitin, al que asistieron varios miles de personas, (30.000 según los organizadores y 15.000 según medios de los asistentes). Sobre los tártaros de Crimea “de nuevo se ejerce la violencia y la ilegalidad, pero ahora ya en nuestra propia tierra, y sus familias son sometidas a registros y se les prohíbe celebrar reuniones y mítines pacíficos”, afirma el documento.
Los tártaros insistieron en su “inalienable derecho” a “autodeterminarse” en el que consideran su territorio histórico, “mediante la concesión a la república de Crimea de un estatus de autonomía nacional territorial”, afirma el documento. Asimismo, exigieron que las entidades tártaras de autogobierno, como el Medzhlís, o consejo, y el Kurultái, o parlamento, sean reconocidas como órganos políticos legalmente representativos.
Los tártaros se consideran a sí mismos como el pueblo autóctono de Crimea y su aspiración a autodeterminarse es una vieja reivindicación que no fue aceptada por Ucrania y previsiblemente no lo será por Rusia, aunque ha cobrado nuevos matices en vista de la anexión de Crimea por Moscú tras un referéndum de autodeterminación (ilegal desde el punto de vista de Ucrania y de la comunidad internacional) que fue boicoteado por el grueso de la comunidad tártara. Para legitimar su política, el Kremlin ha pasado a valorar positivamente los procesos de autodeterminación que favorecen los intereses rusos, al tiempo que ha endurecido las penalizaciones legales sobre las tendencias separatistas en Rusia.
En el mitin se pidió el mantenimiento de la toponimia tártara en la península, el cese inmediato de “la represión y discriminación” por motivos “políticos, nacionales o religiosos”. También se hizo un llamamiento a la comunidad internacional y las organizaciones internacionales para que sean “garantes del restablecimiento de los derechos” del pueblo tártaro. En el acto se recordó al líder histórico Mustafá Dzhemiliev, a quien las autoridades rusas han prohibido la entrada en Crimea, y se calificó esta prohibición como “una crasa ilegalidad” y un "acto de cinismo inhumano”.
Los reunidos pidieron además que la deportación de 1.944 sea calificada internacionalmente como genocidio. En la península se celebró también otro acto conmemorativo de la deportación en la localidad de Bakchisarái, la capital histórica del janato de Crimea.