Lafita elimina virtualmente al Barça de la carrera por la Liga
El Barça se despide lánguido de la Liga. Le sobran partidos, entrenamientos y viajes. Lo único que no sobró este sábado y que dio sentido al partido fue el homenaje a Tito Vilanova y la fe del Getafe en su lucha por aferrarse a Primera que se vio recompensada con el gol in extremis de Lafita que le daba el empate a dos y un punto que es un balón de oxígeno. Hace tiempo que al Barça esta Liga se le ha hecho larga. Se ha movido últimamente por impulsos de rabia y orgullo, pero aquí no hay más cera que la que arde. Y es muy poca.
El Barça salió a jugar con mejores números que sensaciones. Era un equipo que matemáticamente aspiraba a la Liga (de hecho sigue haciéndolo), pero con unas sensaciones pésimas. Un conjunto devastado, en algunos casos con razón, al que lleva tiempo pasándole de todo. Unas cosas por mala praxis, otras porque el destino es un miserable y otras por casualidad. Está claro que la mentalidad del Barça del Tata no era la de un equipo que se aferraba a un Clavo Ardiendo. Era la de un equipo timorato que teme un tsunami en la bañera y que, con honrosas excepciones, quiere irse de vacaciones cuanto antes.
Desde el principio, el encuentro de ayer era un partido destinado a que no pasara nada a no ser que se colara un elemento extraño en el partido. Entre la hora, el solete, el minuto de silencio por Vilanova y el Puente de Primero de Mayo, el escenario invitaba más a dar una cabezadita que a luchar por la Liga. Pero siempre pasa alguna cosa. Y si está uno de los Teixeira en el campo, den por seguro que por muy sosa que sea la función, al final habrá espectáculo. Supongo que para eso los tienen en Primera. Cualquier otra explicación resultaría sorprendente.
Alves, que es uno de los que no ha dado la temporada por acabada, centró un balón en el minuto 22 para que entre la apatía general del Barça, Messi marcara el gol que tenía que haber archivado el partido. Hasta entonces, se había visto a un Getafe pertrechado atrás y sin ideas ofensivas, pero la generosidad del Barça con los rivales es infinita.
Le bastó un cuarto de ocasión a los de Contra para empatar en una jugada rara desde el saque de la falta en un ‘up&under’ extrañísimo que Lafita controló entre el pecho y el hombro con posible falta a Pedro. El árbitro dio gol, el asistente decretó falta. El árbitro dijo que gol y el asistente, en sus trece que no. Al final, tirando de españolía, se decretó lo que dijo el jefe, que para eso está. Empate a uno.
En la segunda parte, el tostón llevaba camino de hacerse insufrible a no ser por los intentos de Messi, otro que aún considera que la Liga sigue jugándose. La entrada de Cesc, que se está convirtiendo en el agitador número uno del Barcelona, le dio otro aire al partido y el Barça jugó sus mejores minutos. Fruto de una jugada suya, Alexis, que estaba poniendo al respetable (guiris incluidos) de los puros nervios, marcó el 2-1. Ya parecía que todo estaba visto para sentencia. Una semana más tirando del cuento de las matemáticas. Para asegurar el tiro, Martino introdujo a Song en el terreno de juego. A los tres minutos de su ingreso, en una jugada defendida de manera lamentable por el Barça, Lafita empató. El Getafe se aferra a la esperanza, el Barça busca las vacaciones.