“La crisis es de deuda, no del euro”

Lluís Pellicer
Barcelona, El País
Confiesa que no es un buen estratega en la negociación cotidiana. “No suelo regatear”. Pero eso no quita que Reinhard Selten sea un experto en la teoría de los juegos, por la que recibió el Premio Nobel de Economía en 1994, junto con los estadounidenses John Harsanyi y John Nash. Selten nació en 1930 en la entonces ciudad alemana de Breslau, rebautizada como Wroclaw desde que, después de la Segunda Guerra Mundial, pasó a ser administrada por Polonia. Hoy profesor emérito de la Universidad de Bonn, Selten acaba de visitar Barcelona, donde ha sido investido miembro de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras en el Palau Macaya.


Pregunta. Han pasado 20 años desde que ganara el Premio Nobel. ¿Cómo ha evolucionado la teoría de los juegos desde entonces?

Respuesta. Deje que le resuma brevemente cómo evolucionó hasta hace 20 años. En los años cuarenta, la teoría de los juegos tomó cuerpo con el libro de Neumann y Morgenstern. Ellos pensaban que esa teoría debía permitir la cooperación fuera de las reglas del juego. Se equivocaban en eso. Nosotros quisimos analizar todo lo que sucede en los juegos extensivos: cada paso importante que los jugadores puedan dar podría mover la estructura del juego, por lo que este debe ser analizado desde la teoría no cooperativa. Yo había creado herramientas para el equilibrio perfecto en subjuegos y para los casos de información incompleta.

P. Desde entonces, ¿ha comprobado si las empresas y los Gobiernos aplican esa teoría?

R. Hasta cierto punto sí. Las empresas lo dan a entender, pero, por supuesto, no quieren que otras compañías competidoras sepan demasiado sobre ello. Y además, muchas cosas se guardan en secreto. No se ha publicado demasiado acerca de ello. Por cierto, la teoría también puede ser aplicada en el terreno militar.

Las políticas de austeridad estaban ahogando a la industria española”

P. De hecho, trató de aplicar la teoría a los conflictos internacionales. ¿Qué resultados obtuvo?

R. Puede servir de guía para la construcción de modelos simples de conflictos internacionales. Se pueden obtener, por ejemplo, entre 10 y 20 escenarios posibles, que son modelos simples de las cosas que pueden pasar. Por supuesto, no podemos predecir lo que ocurrirá siempre de forma correcta, pero eso no significa que esos escenarios no sean útiles, puesto que permiten evitar los mayores errores. Un análisis de la situación siempre es importante, incluso cuando inmediatamente no se aprecia por qué lo es. Y aunque los escenarios sean sencillos, siempre se necesita formación para entenderlos y analizarlos.

P. ¿Sirve la teoría del juego para analizar el conflicto entre países del norte y del sur de Europa por las políticas fiscales marcadas por la Unión Europea?

R. Sí, aunque ese análisis no es muy diferente del sentido común. Lo cierto es que no hice un esfuerzo para hacer ese análisis de forma completa. Si conoces la teoría de los juegos, consigues algunas indicaciones más fácilmente. Pero ese conflicto es también un problema de política económica, y es ahí donde también hay que buscar respuestas. La teoría de los juegos es un método, como lo es también la estadística. Y todo no se puede predecir con la estadística. Por eso, para mí la teoría de los juegos debe combinarse con un amplio conjunto de conocimientos.

P. Pero si llevamos eso a la práctica, por ejemplo, los países del Norte han tenido unas prioridades, como el equilibrio presupuestario, y los del Sur otras, como el crecimiento o el empleo. ¿Cómo se salva esa diferencia?

Debe inducirse a la banca comercial a dar crédito a las compañías”

R. En esos conflictos o controversias partimos de que a veces hay juicios erróneos en ambos bandos. Yo siempre recuerdo una cosa: Alemania fue criticada por gastar demasiado para inversión y por exportar en lugar de consumir más. En ese caso, la crítica era totalmente equivocada, porque si nos fijamos en lo que ocurrió, Alemania aumentó sus exportaciones durante muchos años. ¿Qué ocurrió en otros países europeos? Que aumentaron sus exportaciones a Alemania, porque la mayoría de sus importaciones desde entonces procedían de fabricantes de productos industriales. Ni agrícolas ni otros. Así que si Alemania aumenta sus exportaciones, también está incrementando las exportaciones del resto de países europeos. Y eso podemos verlo claramente en las estadísticas. Así que decirle a Alemania que debilite su maquinaria exportadora supone mermar las oportunidades para la propia exportación. Eso no es muy perspicaz.

P. Por contra, Alemania insistía en la austeridad.

R. Sí, pero ahora han llegado a la conclusión política de que las medidas de austeridad eran demasiado fuertes. Estoy de acuerdo en ello.

P. ¿Ese fue el error?

R. Debíamos ser menos estrictos con esas medidas porque en España estamos ahogando a la industria. Por supuesto, hay otros caminos y herramientas para emplear. Por ejemplo, deben inducir a los bancos comerciales a dar más crédito a sus clientes productivos. Los intereses ya son lo suficientemente bajos. Y hay otras medidas a las que tradicionalmente se ha recurrido. El Banco Central Europeo debería dar poder a sus sucursales, a los bancos centrales nacionales, para que controlen directamente los comportamientos de seguridad de la banca comercial.

La unión bancaria puede no ser suficiente y hay que seguir avanzando”

P. Este otoño se pone en marcha la unión bancaria. ¿Qué le parece?

R. Puede no ser suficiente. Es un paso, pero, por lo que sé, la institución no tendrá suficientes recursos para responder a crisis graves. Y eso implica que no se elimina por completo la necesidad de que en un momento dado deba intervenir el Estado y rescatar a los grandes bancos. Ahora se están creando las normas de la unión bancaria, y ese proceso no debe detenerse ahí, sino que debe continuar.

P. ¿Aprecia riesgo de deflación?

R. No tenemos riesgo de deflación, pero tampoco de inflación. Mucha gente está preocupada por la inflación, pero ahora hay bajos tipos de interés. Es difícil. Al menos, yo no veo ningún peligro por la inflación.

P. ¿Qué recomienda a España para dejar atrás la crisis?

R. Recomiendo que los Estados, individualmente, deben batallar con su deuda. En realidad pasamos por una crisis de deuda. No es una crisis del euro. El euro no sufre ninguna crisis.

P. ¿Pero de deuda pública o privada?

R. Ambas. La deuda pública es tal que se trata de esconder mediante recortes presupuestarios. Pero no es la única vía para hacerlo. Estamos en una unión monetaria, pero eso no significa que las entradas y salidas de capital deban ser incontroladas. Los controles por parte de los Estados individuales son posibles. Y aunque es complicado hacerlo por un periodo de tiempo muy largo, sí se puede hacer para evitar graves consecuencias.

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