El mito de Sísifo en Mestalla

El Sevilla marca en el descuento, doblega a un gran Valencia y jugará la final de Turín contra el Benfica. Emery, exentrenador de los locales, toca la gloria en Mestalla con otro equipo



Cayetano Ros
Valencia, El País
Fueron varios minutos finales de shock en Mestalla, un silencio atronador salpicado por los gritos de los 6.000 seguidores sevillistas. El guion más cruel estaba escrito para el Valencia, cuyo gran corazón había merecido la remontada. La acarició hasta ese minuto 94, cuando un saque de banda buscó la corpulencia de Fazio para prolongar el pase más dentro del área. Apareció M’Bia para cabecear con toda la energía sevillista sofocada hasta ese instante. Anulada por un Mestalla poderosísimo, que llevó a su equipo hasta el límite. La frontera que separa el fracaso de la gloria. El mito de Sísifo revivido. Emery corrió enloquecido para celebrar que el Sevilla jugará la final de la Liga Europa, el miércoles 14 en Turín ante el Benfica. El técnico, menospreciado en su pasado valencianista, tocó la gloria de Mestalla en los zapatos de otro equipo.


El sevillismo subestimó el poder de un estadio capaz de levantar un muerto, como era el Valencia tras su paso por Nervión. El público del estadio más antiguo de España (data de 1923) transmitió su energía al conjunto de Pizzi, que asaltó a Beto por tierra, mar y aire. La presión en la zona de ataque valencianista de tres cuartos de campo asfixió a un Sevilla temeroso, demasiado metido en su área, predispuesto desde el banquillo para especular con la ventaja de la ida (2-0). Reculó tanto que Beto estaba tapado por sus propios defensas cuando la pared entre Feghouli y Vargas concluyó con el recorte del argelino a Fazio y el posterior disparo con la zurda a gol. Parejo gobernó el partido a su ritmo pausado pero certero, preciso en el manejo del cuero, abriendo donde tenía que abrir y cerrando los espacios en la salida sevillista, recuperado físicamente el mediocentro madrileño después de dos encuentros anteriores (en la ida en el Sánchez Pizjuán y el pasado domingo frente al Atlético) en los que parecía exhausto. A su izquierda siempre había una opción de pase. La velocidad de Bernat le permite acudir a donde le inviten. Esta vez prefirió la pausa antes de centrar muy dulce para el cabezazo enrabietado de Jonas, titular por la sanción de Alcácer, sorprendentemente marginado por Pizzi pese a su excelente rendimiento.

El Sevilla no empezó a jugar hasta pasada la media hora, habiendo recibido ya los dos tantos. Ahora era Emery quien pedía celeridad a sus futbolistas para poner el balón en juego. Los mandó al campo contrario. Y se apreció la calidad de algunos de ellos. El cabezazo picado de Coke lanzó la carrera de Vitolo. Su centro atrás lo prolongó de tacón Bacca y dejó solo a Reyes ante Diego Alves. Pizzi había precipitado al regreso tras la lesión de Alves para cosas como esta. Ante el remate a bocajarro de Reyes, el meta brasileño saltó como un gato. Tapó toda la portería. Hizo rugir Mestalla. Frustró el mejor ataque del Sevilla antes del descanso. Empatada la eliminatoria, el público, exaltado y eufórico, despidió a sus jugadores camino del descanso. La segunda parte anunciaba emociones fuertes.

La final de Turín estaba en el alambre. Y el juego quedó muy dividido. El cuadro de Emery avanzó sus intenciones 20 metros, desactivado eventualmente por la clase de Parejo, un gigante tanto para defender como para subliminar el ataque (un caño a Rakitic incluido). Descontento por cómo se desarrollaba el encuentro, Emery sustituyó la potencia de Bacca por la velocidad pura de Gameiro, pensado que surgiría alguna oportunidad a la contra.

El Valencia volvió a ganar terreno, aunque sin la chispa del primer tiempo. Más por empeño que por fluidez, el conjunto de Pizzi sabía que sus opciones pasaban por las jugadas a balón parado. El córner de Fede desde la izquierda fue una ruleta en la zaga sevillista. Golpeó en los pies de Vargas antes de caer como del cielo a la zurda de Mathieu, que acribilló a Beto.

Emery ya se volcó con un lateral mucho más ofensivo como Alberto Moreno en lugar de Fernando Navarro. La tensión aumentó con la lesión momentánea de Diego Alves, el precio de una reaparición precipitada. Pizzi quiso cerrar el partido dando paso a Javi Fuego por un extenuado Parejo, despedido con una ovación memorable. El Sevilla atacó con todo. Emery empujaba desde la banda con gestos desesperados. Los valencianistas empezaron a perder tiempo (Diego Alves) y a sufrir rampas por todas partes (Vargas y Jonas). Mestalla empezó a temblar de gusto y de miedo. Se relamía más bien pensando que estaba todo hecho. Hasta que el Sevilla se encontró con ese saque de banda en el callejón del ocho. El envío largo a Fazio y la milagrosa aparición de M’Bia sobre la hora de la eliminatoria. El campanazo final del Sevilla.

VALENCIA, 3; SEVILLA, 1

Valencia: Diego Alves; João Pereira, Ricardo Costa, Mathieu, Bernat; Feghouli, Keita, Parejo (Javi Fuego, m. 78), Piatti (Fede, m. 61); Vargas y Jonas (Barragán, m. 85). No utilizados: Guaita, Míchel, Ibáñez y Gayà.

Sevilla: Beto; Coke, Fazio, Pareja, Fernando Navarro (Alberto Moreno, m. 72); M’Bia, Carriço; Vitolo, Rakitic, Reyes (Marin, m. 79); y Bacca (Gameiro, m. 66). No utilizados: Varas, Figueiras, Iborra y Sampeiro.

Goles: 1-0. M. 13. Feghouli. 2-0. M. 25. Jonas. 3-0. M. 69. Mathieu. 3-1. M. 94. M’Bia.

Árbitro: Milorad Mazic. Amonestó a Piatti, Feghouli, Diego Alves, Mathieu y Carriço.

Unos 55.000 espectadores en el estadio de Mestalla.

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