El Levante incendia la Liga

Un autogol de Filipe Luis colocó al Atlético contracorriente. Los de Simeone fallaron y Barral sentenció. El equipo de Simeone necesita una victoria y un empate.


Madrid, As
El Atleti se metió en un lío. Obvio. Pero es líder de la Liga y a falta de dos jornadas sigue dependiendo de sí mismo para ser campeón: cuatro puntos y no hay más cuentas. Eso sí, si no saca una victoria y un empate ante Málaga y Barcelona, las cábalas son infinitas. Porque el triunfo del Levante y la igualada del Valencia convierten el punto del Barça ante el Getafe en bueno. De golpe el Tata y Xavi, que se declararon de vacaciones el sábado, tendrán que deshacer las maletas pues están vivos. Muy vivos. Es más, si ganan al Elche y el Madrid vuelve a tropezar, dependerán de sí mismos para llevarse la Liga ganando el partido del Camp Nou. Qué cosas tiene el fútbol, menudo embrollo creó el Atleti.


Y es que hay días en los que todo sale mal y lo sabes desde el inicio. El café amargo, la ducha fría, tu novia enfadada y lluvia sin paraguas. Eso le sucedió al Atleti ante el Levante y el golpe tardó un suspiro en romperle la mandíbula. A los 7 minutos, un córner sin mayor peligro sacado por Diop acabó con el balón golpeando en el pecho de Filipe y pillando a contrapié a Courtois rumbo a uno de los autogoles más bobos de la temporada. Mala suerte en el peor momento. Y esta vez, el Atleti, que tantas veces se ha levantado sin inmutarse de incidentes así, se quedó groggy.

La primera parte fue impropia de un equipo jugándose la Liga. Tal vez fuera la resaca de la Champions, quizás la complacencia tras la catarata de elogios, probablemente la ausencia de Arda, siempre indispensable y al que el Cholo decidió dar descanso por su pubalgia. El caso es que el Atleti se pareció mucho más al de Pamplona que al de Londres.

Pudo cambiar el panorama a los 13’, cuando un pelotazo lo convirtió Raúl García en un pase de gol con una gran maniobra: control, media vuelta y remate a bocajarro. Pero allí apareció Keylor Navas en la primera de sus muchas intervenciones de mérito. Si el Atleti al final tiene que buscar sustituto a Courtois, no debería mirar más lejos. A las dos acciones acertadas de Raúl García y Keylor siguió un error grave de Villa, que mandó el rechace a las nubes con todo a favor. Mientras su actitud es impecable, su rendimiento en momentos claves no acompaña. Ayer volvió a suceder y sería sustituido en el descanso.

Por si al Atleti le faltaba algún problema, se sumó un juez de línea incapaz de tirar una línea recta. Dos veces se marchó Diego Costa solo hacia Keylor, dos veces levantó la bandera para marcar un fuera de juego inexistente. No son malintencionados, pero malos un rato. Y la frustración acabó devorando a los rojiblancos, presa de un Levante made in Caparrós, comodísimo en un partido sin ritmo, con continuos balones colgados y más golpes que pases acertados. Al Cholo le había fallado el plan.

Por eso no tardó en corregirlo. En el descanso, Villa y Raúl García se quedaron en la caseta y entraron Arda y Adrián. Como tantas veces, el turco cambió el panorama. El Atleti volvió a ser el Atleti, hambriento, constante, intenso, y durante 25 minutos dio la sensación de que podía lograr una de esas victorias heroicas que embellecen los títulos, que se transmiten de generación en generación, pero Keylor tenía otros planes.

Las ocasiones se fueron sucediendo, casi todas con Arda implicado. Dos zurdazos que sacó un defensa, un cabezazo que se marchó alto, una cesión a Filipe, cuyo tiro lo sacó Vyntra bajo palos... Y en dos minutos, del 65 al 67, tuvo el Atleti las dos más claras: un centro cruzado de Diego al que Diego Costa, a bocajarro pero en escorzo, le faltó un centímetro para embocar y un gran disparo de Alderweireld que, tras tocar en un defensa, permitió a Keylor darse un homenaje volando hasta la escuadra. El gol estaba al llegar. Y llegó. Pero, de forma cruel, lo hizo en la portería que nadie atacaba.

En una de las pocas contras de un Levante, al que se vio toda la tarde más animoso que peligroso, Casadesús centró al corazón del área desde la izquierda y allí llegó Barral, adelantándose a Godín, para marcar el segundo e incendiar la Liga. La celebración del ya salvado equipo granota fue de gol importante. Lo era, claro, aunque en principio no para ellos. Eso sí, criticar que cualquier equipo se alegre por ganar es aún más extraño que dicha alegría. El problema no era el Levante, fue el Atleti.

Porque quedaban 20 minutos y el empate era un sabroso mal menor ya que, aunque aún no lo sabía, sumado a una victoria la semana que viene ante el Málaga le hubiera dado el título. Y aunque lo siguió intentando, Arda siempre al frente, el día había nacido cruzado y así acabaría. En el 77’, Adrián pudo revivir el partido pero, para una vez que superaron a Keylor, disparó al palo.

El tramo final fue desagradable. Para todos, porque Diop y un sector de los 8.000 rojiblancos en el estadio protagonizaron un feo asunto de insultos racistas y bailes. Y para el Atleti porque una ola de pesimismo empapó la temporada tremenda de un equipo que merece máxima confianza. El Madrid la disipó en parte luego, con ese gol de Cristiano que los colchoneros festejaron en silencio pues impide que el Barça dependa de sí mismo. Hay Liga, mucha, pero el Atleti aún manda. Si fuera fácil, lo haría cualquiera. Y este Atleti no es cualquiera. Ni mucho menos. Cuatro puntos le harían leyenda.

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