Una victoria de campeonato

El Atleti vence en Mestalla con un gol de cabeza de Raúl García justo antes del descanso. A falta de tres jornadas, sería campeón con dos victorias más. Roja a Juanfran.


Valencia, As
Cuando pitó el final Undiano, Arda besó el césped de Mestalla y los más de 3.000 aficionados del Atleti que acompañaban a su equipo en Valencia estallaron, negándose a abandonar las gradas mientras pedían el regreso de sus héroes, felices como si la Liga ya fuera suya. Y no. Pero casi. Porque a falta de tres jornadas, superada la que se intuía como la prueba más complicada, los rojiblancos empiezan a ver el brillo del trofeo al fondo del laberinto. Quedan tres partidos y si gana dos, será campeón pase lo que pase. La gesta empieza a parecer inevitable.


El Valencia, pese a las dudas por la sombra de la Europa League, nunca se desinteresó del encuentro. De hecho, Alcácer tardó apenas un minuto en demostrar que no habría bandera blanca con un disparo desde la frontal que se escapó por poco. Durante media hora, que sólo interrumpió un tirazo con rosca de Villa buscando la escuadra, logró algo muy poco habitual: descentrar al Atleti. Los del Cholo corrían mucho pero llegaban siempre tarde, persiguiendo balones que ya no estaban allí, sin ese control de la situación tan suyo. Pero en el área de Courtois se acababan las novedades: la mejor defensa de la Liga seguía impecable. Ni un error, ni una ocasión.

Esa seguridad defensiva acabó calmando al resto del equipo y Gabi y Tiago tomaron el control. Barragán despejó un remate de Filipe y Koke voleó alto una gran jugada de Diego Costa. El Atleti, consciente de que entre el empate y la derrota apenas existía diferencia para él, se fue estirando hasta que la sociedad estelar más inesperada de la historia volvió a actuar: Gabi y Raúl García, dos futbolistas que llegaron a salir por la puerta de atrás del Calderón y han vuelto para ser figuras. Mérito del Cholo, sí, pero sobre todo de ellos, de su personalidad, de su resistencia, de su compromiso. Sendos ejemplos.

Los héroes del pueblo se juntaron en el minuto 43 para fabricar un gol que puede valer una Liga. Gabi metió un gran balón al corazón del área y hacia allí fue Guaita en una salida insensata, olvidando lo que debía haber aprendido en la Copa: que la cabeza de Raúl García tiene imán. El navarro, de espaldas a la portería, peinó la pelota que, en su viaje hacia la red, decidió ponerse juguetona: tocó el palo, jugueteó con la salud de miles de atléticos y acabó entrando mansamente. Era el 17º tanto de Raúl García esta temporada (nueve en Liga, cuatro en Champions y cuatro en Copa). Un escándalo de temporada.

Nada más arrancar la segunda parte, el Atleti pudo sentenciar, pero Diego Costa recordó una máxima infalible, que una fiesta tranquila no es una fiesta, y falló el mano a mano ante Guaita. Dudando entre tirar o asistir a Villa, acabó rematando tarde y al cuerpo del portero. El Guaje, que sigue sin reconciliarse con el gol, volvió a dar un ejemplo de actitud y salió ovacionado de un Mestalla con buena memoria. No todos los futbolistas de su calibre abrazarían un rol secundario con tanto amor.

Quizás pensando en el Chelsea, como inminente rival y como reciente ejemplo, el Atleti dio un evidente paso atrás en el tramo final. Courtois, Miranda y Godín convierten en riesgo leve lo que para los demás es extremo, pero aún así se llevó un buen susto en el 74’, cuando Feghouli cruzó un centímetro de más ya con el belga batido. Superado el amago de infarto, Diego Costa, extrañamente dubitativo, volvió a fallar solo ante el portero, dando vida a un final tenso en el que Juanfran asumió la roja por cortar una contra de Piatti. Normal.

Los números respaldan a este Atlético legendario: récord de puntos en su historia (88), veinte jornadas sin recibir gol, primero en salir imbatido de Mestalla desde hace 26 partidos de Liga, nueve victorias seguidas... Y aún puede mejorar. A la obra maestra de Simeone sólo le falta el broche: los títulos. Y están cerca.

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