Un duelo de leyenda
Barça y Atlético empatan por cuarta vez consecutiva. No queda claro quien es mejor, pero sí que son los mejores. Diego y Neymar marcan dos golazos. Piqué y Costa se fueron lesionados.
Después de cuatro enfrentamientos directos seguimos sin saber si es mejor el Barça o el Atlético. Pero ayer, en otro partido majestuoso, nos dejaron claro que son los mejores que andan por aquí. Barcelona y Atlético de Madrid volvieron a firmar en tablas. Ya son cuatro partidos esta temporada en los que ninguno es capaz de imponerse al rival. Escenifican ambos una lucha de colosos que lleva camino de marcar una época. Sin malas caras, sin reproches y sin hacer el tahur, Atleti y Barça están demostrando al mundo que puede existir una rivalidad tan vibrante como disputada. Ayer, en un partido que puede pasar factura en el futuro en forma de bajas (Piqué y Diego Costa se retiraron lesionados) empataron a uno y dejan la eliminatoria pendiente del encuentro del miércoles. Una delicia para el espectador. Volverán a enfrentarse los mejores.
El Camp Nou fue ayer una cantera donde dos gigantes no se dieron tregua. Puede que lo paguen. Fue el estadio del Barça un inmenso tablero de ajedrez donde se sacrificaban alfiles, se perdían piezas y se daban dos pasos atrás para ganar uno decisivo hacia delante. Tiene mucho este enfrentamiento entre ambos equipos de partida de ajedrez mítica entre dos campeones que se desgastan a toda costa. De momento firman las tablas en cada partida, pero habrá un día en el que alguien muestre debilidad. Sea quien sea, que no espere clemencia. El adversario le respeta, pero no tendrá piedad.
Entre las conclusiones que pueden sacarse del partido de ayer ( y de esta serie digna de la NBA más mitológica por extensión) está que al Atlético se le hacen largos los partidos y que el Barça no lo sabe aprovechar; que el Atleti tiene más portero que el Barça (y desde hace una semana, muchísimo más); que lo que al Barça le cuesta un trabajo hercúleo crear, el Atleti lo consigue con dos miradas, pero que por el contrario, ya quisiera tener el equipo de Simeone la lucidez de los del Barça en el último pase. Con estos argumentos sobre la mesa se presenta una vuelta que debería de ser de visión obligada en todo el mundo. Se viene el partido del año.
El Atlético, después de dudar respecto a la conveniencia de alinear a Diego Costa, optó por salir as por todas, con el hispano-brasileño y Villa como acompañante. La apuesta, de entrada fue contundente. El Barça sufrió lo indecible en un primer cuarto de hora en el que los del pentágono culé apenas veían la portería rival. Villa tuvo a los cuatro minutos una magnífica ocasión para poner en ventaja a su equipo. Pero igual se apiadó de su compañero Pinto, que le había regalado el balón.
Recuperado de ese primer cuarto de hora de dominio visitante, el Barcelona tomó las riendas del partido con el inconveniente de la lesión de Piqué. El Barça perdía un alfil importante. Poco después, la partida se equilibraría al perder el Atleti a la 'Reina'. Costa se retiraba lesionado antes de la media hora. Con el Barça achicando e Iniesta dando sensación de querer dominar el mundo, el Atleti no sólo resistió, sino que tuvo en botas de Villa otra ocasión para adelantarse. El descanso llegó con el público, jugadores técnicos y auxiliares exhaustos. Fue un espectáculo enorme. Lo mejor, no obstante, estaba por llegar.
A los once minutos de la segunda parte, Diego Ribas, el Diego inesperado, el huésped al que nadie esperaba puso la eliminatoria patas arriba al marcar un golazo descomunal desde fuera el área. Sería tan estúpido debatir si otro portero hubiera llegado como discutir si Diego Costa le hubiera pegado igual. Fue un señor golazo.
Con el 0-1, el Atlético se sintió en casa. Se puso acorrer, a jugar juntito y a encomendarse a un Courtois que es un portero de escándalo. El Barça, con un Fàbregas en modo pájara y un Alves pensando en cual será su próximo chiste en la sala de prensa pasó por momentos de duda al estar Messi muy vigilado. Y ahí surgió el de siempre. Un Iniesta gigantesco que se cargó el partido a la espalda y que empezó a repartir pases como el que reparte caramelos. Le acompañó Neymar, que por mucho que le peguen (y mira que en cinco días le han dado...) jamás se esconde. Una combinación de ambos facilitó el empate y el Barça, con más ingeniería que arte se fue a por el triunfo. No obstante, el Atleti, con más industria que pulmones, lo evitó. Da la sensación de que ambos acabaron satisfechos de lo logrado. Los aficionados también. Nos espera el partido del año.