Nuestra salud mental a examen

Madrid, EP
Como señala la Organización Mundial de la Salud, la salud mental no se puede definir como ausencia de enfermedad mental sino como un estado de bienestar en el que el individuo reconoce sus propias habilidades, puede afrontar el estrés normal en su vida, trabaja de forma productiva y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.


Desde su sitio web (www.psych.org), la Asociación Americana de Psiquiatría (AAP) explica que a menudo nos centramos más en cómo tratar las enfermedades, físicas y mentales, que sobre cómo mantenernos sanos. Los psiquiatras americanos apuntan que muchas personas pasan su vida sin buscar un profesional de la salud mental.

Por ello, los especialistas realizan una importante labor divulgativa a través de la que intentan hacer llegar a la población los factores que intervienen en una buena salud mental, entre ellos una serie de puntos de partida para examinar cómo funcionamos emocional y mentalmente.

A continuación Infosalus hace un extracto de estos indicadores que, como señalan desde el sitio web de la AAP, pueden ayudarnos a distinguir si necesitamos o no la ayuda de un profesional médico:

Concentración

La concentración pobre es una característica del trastorno por déficit de atención e hiperactividad pero también puede ser un síntoma de depresión y ansiedad y no debería pasarse por alto.

Equilibrio

Hay que buscar respuesta a cuestiones como la existencia de equilibrio entre la vida personal y profesional o entre la familia y la relación de pareja, además de tener en cuenta el tiempo dedicado a uno mismo. También es importante tener en cuenta que una sobrecarga de responsabilidades es el camino más rápido al estrés y la falta de salud.

Ánimo

Aspectos como la estabilidad emocional o las subidas y bajadas de ánimo o llorar con demasiada frecuencia indican que algo puede no ir bien. Sentirse de forma persistente deprimido durante dos semanas o más y tener pensamientos suicida podría indicar una depresión clínica.

Energía

La fatiga puede ser un signo de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales, pero también de muchas enfermedades físicas incluyendo cáncer, diabetes y apnea del sueño. Si descubre que se siente inusualmente fatigado o tiene otros síntomas, es importante que contacte con su médico enseguida.

Sueño

El sueño pobre o dormir mal a menudo es un signo de que existe algún problema emocional. Cuando existe estrés o se padece una enfermedad mental más seria, muchas personas descubren que no consiguen dormirse tan rápido como antes. La preocupación excesiva o sentir incapacidad para 'desactivar' la mente puede dificultar el sueño e incluso causar frecuentes despertares nocturnos.

En algunos casos el insomnio puede desaparecer con medidas de higiene del sueño como limitar la cafeína por la tarde y crear un ritual para ir a dormir pero en otros casos se acude a productos de parafarmacia. Siempre es buena idea hablar primero con el médico antes de tomar estos tratamientos para confirmar que no existen interacciones dañinas con medicinas que se estén tomando.

Tensión y ansiedad

Hay que pensar si nos sentimos tensos y furiosos gran parte del tiempo, nerviosos y ansiosos o si es difícil conseguir relajarse al final del día. Vivimos en una sociedad con un ritmo rápido y el estrés puede convertirse en una parte común de nuestras vidas diarias. Si es casi imposible desconectar durante el día, relajarse y sentirse libre de preocupaciones por unos momentos, entonces el estrés podría estar llegando a niveles peligrosos. La relajación es una habilidad que en muchos casos hay que aprender y practicar.

Sintonía personal

Tomarse cierto tiempo para escribir en un diario o hablar con un amigo puede ser importante para la salud mental y emocional, en particular cuando se producen periodos de gran transición o cambio. La falta de conexión con nuestras emociones puede llevar a responder de forma exagerada ante situaciones difíciles de afrontar dando lugar a situaciones violentas en el trabajo o en la familia. Detenerse un momento e identificar las emociones que se están experimentando constituye un gran avance para descubrir nuestras motivaciones y cómo lidiar con las situaciones más difíciles.

Evitación

Comportarse de una forma que no es la habitual podría indicar que existe algo que se intenta evitar emocionalmente. Muchas personas descubren que sus sentimientos de ansiedad o preocupación se intensifican cuando están a solas y encuentran la forma de desviar la atención manteniéndose ocupadas. A menudo no reparamos en esta estrategia subconsciente para protegernos de los sentimientos dolorosos. Es útil detenerse un momento a solas y escribir sobre lo que nos preocupa por la mente, si esto también supone un estrés escribirlo ayudará. El objetivo es no evitar los problemas y encontrar formas eficaces para afrontarlos.

Hábitos de alimentación

Los cambios en el apetito, comer demasiado poco o mucho y consumir productos cargados de azúcares y grasas puede ser un signo de que las emociones están interviniendo en nuestra alimentación como respuesta al estrés. Aunque tienen un efecto satisfactorio momentáneo, este tipo de alimentos deterioran los niveles de energía del organismo y empeoran nuestro estado de ánimo. Además, los kilos de más pueden convertirse en otra fuente de estrés.

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