Masacre terrorista en una estación de autobuses de la capital de Nigeria
Nairobi, ABC
Decenas de personas han perdido la vida este lunes en una explosión registrada a las afueras de la capital de Nigeria, Abuya. Según aseguraba a ABC Sani Datti, portavoz del servicio de Emergencias del país africano (Nema), la deflagración (provocada por una bomba) tuvo lugar en plena hora punta en el servicio de aparcamiento de la estación de autobuses Nyanya, una de las más transitadas de la región. Por su parte, la Policía local confirmaba la muerte de al menos 71 personas, mientras que los heridos se sitúan ya en 124.
Pese a que ningún grupo ha confirmado la autoría del atentado, la más probable hipótesis se cierne sobre la milicia islamista de Boko Haram.
Desde su fundación hace apenas una década, Boko Haram -cuya traducción libre es «la educación occidental está prohibida» en dialecto hausa- se ha convertido en fiel reflejo del fallido experimento demográfico del país africano: más de 167 millones de personas repartidos casi a partes iguales entre cristianos, sur, y musulmanes, norte.
Y en este sentido, la capital de Nigeria no es ajena al grupo armado.
En agosto de 2011, al menos 21 personas fallecían en un ataque de la milicia islamista contra la sede de la ONU en la capital nigeriana. De igual modo, un atentado en la Navidad de ese mismo año en una iglesia cristiana del barrio de Madalla dejaba al menos 44 víctimas.
Recientemente, un informe de Amnistía Internacional denunciaba cómo el incremento de los ataques de la milicia islamista, así como las represalias incontroladas de las fuerzas de seguridad habían provocado la muerte de al menos 1.500 personas al noreste Nigeria (más de la mitad de los cuales, civiles), solo, en los tres primeros meses del año.
«Más de 1.500 muertos en tres meses indican un alarmante deterioro de la situación. La comunidad internacional no puede continuar mirar hacia otrolado ante las ejecuciones extrajudiciales, los ataques contra civiles y otros crímenes de derecho internacional que se cometen a una escala masiva», aseguraba entonces Netsanet Belay, director de Investigación y Promoción para África de la organización.
Decenas de personas han perdido la vida este lunes en una explosión registrada a las afueras de la capital de Nigeria, Abuya. Según aseguraba a ABC Sani Datti, portavoz del servicio de Emergencias del país africano (Nema), la deflagración (provocada por una bomba) tuvo lugar en plena hora punta en el servicio de aparcamiento de la estación de autobuses Nyanya, una de las más transitadas de la región. Por su parte, la Policía local confirmaba la muerte de al menos 71 personas, mientras que los heridos se sitúan ya en 124.
Pese a que ningún grupo ha confirmado la autoría del atentado, la más probable hipótesis se cierne sobre la milicia islamista de Boko Haram.
Desde su fundación hace apenas una década, Boko Haram -cuya traducción libre es «la educación occidental está prohibida» en dialecto hausa- se ha convertido en fiel reflejo del fallido experimento demográfico del país africano: más de 167 millones de personas repartidos casi a partes iguales entre cristianos, sur, y musulmanes, norte.
Y en este sentido, la capital de Nigeria no es ajena al grupo armado.
En agosto de 2011, al menos 21 personas fallecían en un ataque de la milicia islamista contra la sede de la ONU en la capital nigeriana. De igual modo, un atentado en la Navidad de ese mismo año en una iglesia cristiana del barrio de Madalla dejaba al menos 44 víctimas.
Recientemente, un informe de Amnistía Internacional denunciaba cómo el incremento de los ataques de la milicia islamista, así como las represalias incontroladas de las fuerzas de seguridad habían provocado la muerte de al menos 1.500 personas al noreste Nigeria (más de la mitad de los cuales, civiles), solo, en los tres primeros meses del año.
«Más de 1.500 muertos en tres meses indican un alarmante deterioro de la situación. La comunidad internacional no puede continuar mirar hacia otrolado ante las ejecuciones extrajudiciales, los ataques contra civiles y otros crímenes de derecho internacional que se cometen a una escala masiva», aseguraba entonces Netsanet Belay, director de Investigación y Promoción para África de la organización.